De presos y derechos

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Desde la mano izquierda

Son días difíciles para San Luis Potosí, los acontecimientos al interior del penal de la Pila dejan un sabor amargo, un dolor para las familias de las personas fallecidas, una preocupación por los heridos y una incertidumbre que da vueltas en el estomago de quienes estamos fuera.

 

¿Qué es la cárcel? Por lo más básico puede responderse que es un local destinado a la reclusión de presos. El Estado se hace cargo ¿Y si? Confiamos en que sea de esa manera, porque en el mejor de los escenarios cada funcionario público relacionado a la seguridad y a los procesos dentro del Sistema Penal tiene una responsabilidad.

 

La tiene el Ministerio Público en cada actuación, puesto que pone su inteligencia y su conocimiento de la ley para integrar y resolver una indagatoria, lo que resarcirá la lesión a un bien jurídico y pondrá a salvo a una víctima aunque para ello busque quitarle la libertad al responsable.  La tienen los y las jueces al decidir sobre la situación de la persona acusada, al dictar sentencia, al establecer la pena, al ejecutarla.

 

Nada de ello debería de ser tomado a la ligera, justo o no, el Estado priva al individuo si de la libertad y también de todas las actividades, de las cercanías que para usted y para mí se encuentran tan a la mano que pasan desapercibidas. Se supone que por ello respetamos las reglas dentro de la sociedad, que no cometemos delitos y cumplimos con nuestras obligaciones ya por convicción, por temor si quiere, al fin ello contribuye a la tranquilidad personal y a la paz.

 

¿Pero qué sucede ahí dentro? Porque el fin de la pena para las personas en prisión no implica el solo hecho de encerrarla, sino de resocializarla y para ello al menos la ley queda clara en que los centros de reinserción en el Estado deben contar con las condiciones necesarias de seguridad, salubridad y ambiente propicio, pero además que todo el Sistema Penitenciario se conducirá sobre la base del respeto a los derechos humanos, del trabajo, la capacitación, la educación, la salud y el deporte como medios para que la persona sentenciada tenga un tratamiento individualizado y pueda salir con herramientas nuevas. Pero esto no sucede, ni aquí ni en el resto del país.

 

Ahí tiene el reporte sobre el estado de los derechos humanos de Human Rights Watch, que para 2013 señaló que las condiciones de los centros penitenciarios en México se caracterizan por la sobrepoblación, el hacinamiento y la ausencia de las más básicas medidas de seguridad para los internos. Además denuncia acerca de que el sesenta por ciento de las prisiones se encuentran manejadas por el crimen organizado, por lo que permean ambientes de violencia y corrupción y se exigen cuotas a las familias bajo la amenaza de torturar a los suyos. El antecedente de muestra es el caso de Febrero de 2012 en Apodaca, Nuevo León, cuando los guardias permitieron la ejecución de 44 presos de un grupo criminal, por parte de otro y luego les dejaron ir.

 

Estos señalamientos coinciden con las quejas de los familiares de presos en San Luis Potosí, quienes manifestaron por ejemplo las largas esperas para visitas, los espacios inadecuados, la pésima calidad de los alimentos y de las cuotas de protección o mejor dicho de las extorsiones que tienen que pagar para proteger a los presos, pero sobre todo el conocimiento de las autoridades hacía estas prácticas. Es así que la responsabilidad no está solo en el ex director de la Pila, sino que es compartida a su vez con todo el Consejo Técnico Interdisciplinario quien se supone tiene a su cargo amplias atribuciones para conducir la organización y medidas al interior del penal.

 

Saber del caldo de cultivo para que estallara la violencia y no hacer nada al respecto es una omisión grave, es consentir y no valorar las vidas de quienes están cumpliendo una pena, cualquiera podría considerar no esperar a ser destituido, sino renunciar por sí, al reconocer un fallo en la función pública de tan lamentables consecuencias. ¿Sería más digno no le parece?

 

Aunque para ello hace falta tener conciencia y mire que eso, hace mucho que se ha perdido.

 

Claudia Almaguer.
Twitter: @Almagzur

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