El anfitrión, la eterna maldición de España

Con información de: ESPN

España quiso sin saber cómo y acabó, sin querer saber la razón, eliminada del Mundial en el primer cruce a cara o cruz. Solo ganó un partido de los 4 disputados y siendo muy superior a Rusia acabó arrodillada, víctima de su triste puesta en escena y condenada desde el punto de penalti.

España nunca venció a un anfitrión en el Mundial o la Eurocopa y en Moscú se cumplió trágicamente la tradición, llegando a una tanda de penaltis que no se habría sospechado a la vista del primer cuarto de hora de partido, cuando el equipo de Fernando Hierro se avanzó y no aprovechó las sensaciones del momento, teniendo casi KO a Rusia y no aprovechando el momento.

No fue, para nada, una copia de lo ocurrido en 1996 o en 2002. Hace 22 años, en la Eurocopa de Inglaterra, la España de Clemente se derrumbó ante la anfitriona en la tanda de penaltis, derrotada por 4-2 fallando su lanzamiento, curiosamente, Fernando Hierro.

En el Mundial de Corea y Japón, también en los cuartos de final y después de ganar en la tanda de penaltis a Irlanda, Corea del Sur eliminó a la España de Camacho por 5-3 desde los 11 metros en la tanda decisiva, fallando Joaquín el lanzamiento definitivo.

Ello se sumó al Mundial de 1934 y al de 1950, contra Italia y Brasil. Y también a la Eurocopa de 1984 ante Francia, derrota en la final, la de 1988, cayendo ante Alemania en el partido definitivo de la fase de grupos, o de la 2004, caída ante Portugal, también, en el partido decisivo de la primera fase.

España se marcha en silencio de Moscú después de un Mundial que fue de más a menos. Empatar contra Portugal (3-3) en una segunda mitad que rozó la magnificencia dio paso a una victoria tristísima contra Irán y un empate aún más mediocre contra Marruecos… Y la caída definitiva ante la anfitriona, como siempre.

Fue todo tan insulso, tan poco atractivo, tan triste, que al final la eliminación, dolorosa, no se recibió como una tragedia para un equipo sin alma. El entrenador apartó del plano al ideólogo de la selección y cuando le dio entrada, ya en la segunda parte, el argumento del partido ya estaba demasiado cuesta arriba para un grupo de jugadores a los que solamente la presencia de Iniesta primero y Aspas después despertó del letargo.

Pero faltó pegada. Faltó verticalidad. Faltó atrevimiento. Faltaron muchas cosas, demasiadas, para poder dar un paso más en un Mundial que penaliza demasiado a estas alturas. España volvió a tropezar contra un anfitrión… Pero lo hizo, casi, con más culpa propia que excusas externas. Se acabó.

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