Guadalajara bajo nieve: así se ve y ocurrió la peor tormenta de granizo de la que se tenga registro en Jalisco, México

Llevaba casi toda la semana lloviendo en Guadalajara y Tlaquepaque, aunque era imposible que aquello previniera a nadie de las gigantescas rocas de hielo de la madrugada del domingo 30 de junio. Solo dos horas tomó, y colonias enteras quedaron sepultadas por capas de hielo y nieve de metro a metro y medio de altura.

Salió el sol, y nada era como se le recordaba hace apenas 12 horas antes. Ni las calles, ni los parques, ni las casas. Las primeras colapsadas, las segundos sepultadas y ni hablar de cómo es que el hielo inundó los domicilios, cuya una de sus vías fue el sistema de alcantarillado con acceso privilegiado a los baños de las casas.

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Toneladas y toneladas, aún sin cuantificar, inundaron las colonias Álamo Oriente, La Capacha y Río Blanco, sin que se contuviera solo a la capital de Jalisco. Tlaquepaque también padeció daños por lo que se tuvieron que cerrar avenidas y desviar tráfico.

En la misma noche las toneladas de granizo comenzaron a deshacerse para convertirse en ríos helados.

El inicio del macro operativo se registró a primeras horas del domingo en Twitter, cuando el gobierno de Guadalajara en coordinación con protección civil local, el cuerpo de bomberos y gobierno de Tlaquepaque llegaron a las zonas más afectadas con remolcadoras para acarrear la mayor cantidad posible de hielo, aunque también hubo cuadrillas que entraron a casas para sacar con palas el hielo restante.

El macro operativo ha requerido de 750 personas en activo y 190 vehículos para despegar las calles.

Con corte a la noche del domingo, las afectaciones alcanzaban 215 viviendas, 20 vialidades, 50 autos dañados y aún resta por revisar 14 domicilios en Guadalajara. En Tlaquepaque se suman además 242 viviendas afectadas. De acuerdo con The Guardian también hubo dos casos con tempranos indicios de hipotermia aunque el Informador eleva la cifra a 10 por una declaración del presidente municipal de Guadalajara, Ismael del Toro.

El secreto está en el calor

Para el granizo, aunque suene paradójico, el calor es la clave. No es sino hasta que el calor entra en la ecuación que las nubes alcanzan la magnitud suficiente para llevar en ellas el intrincado y complejo proceso de formación de granizo.

El granizo requiere de nubes cumulonimbus, que son nubes verticales cuyo motor es, entre otros, columnas de aire cálido que debe ascender desde nivel del suelo. Entre más cálido sea el aire, más probabilidades hay de tener un gran cumulonimbus. Una cumulonimbus son nubes verticales, casi formadas a nivel de suelo, pero que pueden alcanzar gran altura. Su longitud vertical es clave: dentro se han formado columnas de agua condensada que suben y bajan una y otra vez, aumentando su masa y su peso.

Normalmente las gotas de agua permanecen en la nube, que entre más fría es, las gotas caen más rápido, siendo más pequeñas y estrechas. Si por el contrario una nube cumulonimbus se ha formado, el aire caliente provoca que el agua suba y baje en repetidas ocasiones a través de su gran longitud vertical, como de si tuberías se tratara. Entre más recorridos hagan, en más grandes se convierten.

El problema es que, si en la cima de la nube cumulonimbus hay una temperatura más baja a los -15 grados centígrados, las gotas que se han vuelto enormes por sus traslados terminarán por congelarse en uno de sus recorridos a la cima, solo para ya no poder ser contenidas por la nube al ser muy pesadas.

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Si la nube solo tiene aire frío, las gotas rápidamente caen, sin ser muy gruesas. El aire caliente impide el proceso y hace que la masa de agua se concentre en el aire hasta que se ha convertido en hielo y es ya demasiado pesada

“y luego nos preguntamos si el cambio climático existe”

Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco

Además de la gran cantidad de granizo que cayó, la BBC asegura que es probable que la primera capa se haya derretido al contacto con el suelo, formando una capa de agua sobre la que el resto de hielo pudo aterrizar y flotar. Así, agua hielo y granizo se habría convertido en una masa con poca movilidad. Entre menos movilidad, más hielo acumulado en la parte superior.

La mala noticia es que, por más extraordinaria que parezca la conjunción de todos los factores para que la histórica granizada ocurriera, no hay indicios de que no pueda volver a ocurrir. Por una parte la temporada de lluvias termina hasta el mes de noviembre y por otro año con año se registran nuevos récords de temperaturas altas en México.

Xataka

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