NYT: falta de oportunidades y pobreza llevan a niños a los campos mexicanos de amapola

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La creciente demanda de heroína por parte del mercado estadounidense, junto a las jugosas ganancias que obtienen los cárteles de la droga al comercializar esta sustancia, la pobreza y la falta de oportunidades en la que viven los agricultores mexicanos, son algunos de los motivos que han llevado a los niños a dedicarse a la cosecha de la amapola, refiere un amplio reportaje de The New York Times publicado este fin de semana.

“Es la mejor opción para nosotros […] En la ciudad, no hay nada para nosotros, no hay oportunidades”, dijo Angélica una menor de 15 años al reportero Azam Ahmed del diario neoyorquino. Arturo, de 13 años, explicó al periodista estadounidense: ”no hay muchas oportunidades para ganar dinero. No podemos ayudar a mantener a nuestras familias si no trabajamos.”

Bajo el título, “Manos Jóvenes en México alimentan la creciente demanda estadounidense de heroína”, se expone cómo la alta demanda de heroína y “la legalización de la mariguana en algunos estados [de EU] ha hecho bajar los precios, lo que lleva a muchos agricultores mexicanos a cambiar de cultivos”.

“Así como la adicción a la heroína se eleva en los Estados Unidos, el boom de su producción se pone en marcha al sur de la frontera, lo que refleja los problemas de simbiosis de las dos naciones. Funcionarios de ambos países dicen que la producción de opio mexicana aumentó en un estimado de 50 por ciento en el 2014 solamente, resultado del apetito voraz de América, de los agricultores pobres de México y de los empresariales cárteles de la droga que se sitúan en la frontera”, dice la publicación.

The New York Times menciona que los resultados han sacudido ambas naciones: en Estados Unidos con un aumento del 175 por ciento, entre 2010 y 2014, en las muertes por sobredosis de heroína, y en México con la violencia de los cárteles expandiéndose a través de la nación, con muertes y desapariciones de miles de personas.

Jack Riley, miembro adjunto de la Administración para el Control de Drogas (DEA por sus siglas en inglés) dijo al diario que ”los cárteles tienen un muy buen control sobre el apetito de los EU. […] Ellos entienden el problema que hay con los medicamentos con receta, y esa es una de las principales razones por las que se está expandiendo la producción de amapola”.

La publicación menciona que en el caso específico de Guerrero, los agricultores están optando cada vez más por cultivar amapolas en lugares ocultos en las laderas de las montañas, como una manera de ganarse la vida.

Esto ocurre en lugares como Calvario, donde para satisfacer la demanda los niños trabajan en la cosecha de esta flor tanto por necesidad como por conveniencia. “El dinero es demasiado como para hacer caso omiso, y el terreno complicado es más manejable para las personas con cuerpos ligeros”, dice el Times.

Menciona el caso de Angélica, quien con sus manos ágiles, pies diminutos y un bajo centro de gravedad, es una excelente recolectora de opio.

“A lo largo de la Sierra Madre del Sur, donde una cosecha récord de amapolas cubre las laderas de las montañas en los trazos de verde, rosa y púrpura, ella se conduce por las pendientes con la destreza de una bailarina. Aunque tímida, se anima al describir su arte: los delicados cortes a la cabeza, el raspado paciente de goma, ganando en un día más de lo que sus padres ganan en una semana. Que ella tenga tan sólo 15 años no es tan importante para la gente de su pequeña aldea situada en una montaña. Si ella y sus compañeros de clase se pierden la escuela a causa la cosecha, que así sea. En un paisaje de oportunidades de barbecho, el ingreso es la mayor educación”, dice el reporte.

El diario neoyorquino recuerda que el propio Gobernador de Guerrero, Rogelio Ortega Martínez, comparó su estado con Afganistán, el mayor productor de opio del mundo. ”Estamos más o menos en el mismo lugar, a pesar de que somos un solo estado y ello son un país”, dijo Ortega Martínez, “cuyo estado ha visto el mayor aumento en la producción de opio a nivel nacional”.

Al respecto, The New York Times dice que a diferencia de Afganistán, una nación retorciéndose bajo el peso de más de tres décadas de conflicto, Guerrero no es una zona de guerra sin cuartel. “La capital del estado tiene un Burger King y un McDonalds. Guerrero es también el hogar de las famosas playas y centros turísticos de Acapulco”.

Pero, agrega, donde los niños como Angélica escalan laderas empinadas para cortar amapolas y recoger el opio marrón gomoso que se filtra hacia fuera, “hay una similitud inquietante con Afganistán. En ambos lugares, la ausencia casi total del Estado permite que la industria prospere”.

Antonio Mazzitelli, Jefe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en México dijo al afamado medio estadounidense que ”no es la producción de drogas lo que genera el subdesarrollo [sino] la falta de desarrollo que genera el cultivo de opio”.

O, en palabras de un agricultor de Calvario: “No hay un orden real aquí. Nos regimos por narcos “.

“No es que nadie en el Calvario se preocupe por – o incluso sepa – del debate sobre el comercio de la droga. Los pobladores ven poco daño en el cultivo de opio. Aquí nadie usa la droga, la heroína o su derivado, y la tasa por día de trabajo en los campos de amapolas es muchas veces lo que se paga por pelar maíz. El aislamiento engendra un cierto desapego. Calvario, aunque está a sólo unas pocas millas de la capital del estado, está situado a una hora de viaje en auto entre zigzags de montaña, en caminos sin pavimentar llenos de piedras y baches. En el pueblo de alrededor de 100 personas, hay un conocimiento limitado del mundo exterior. Algunos agricultores no están enterados del todo sobre el uso del opio”, refiere el reporte.

José Luis García, un agricultor de Calvario que arrienda su tierra para el cultivo de opio, se preguntó más de una vez qué es exactamente lo que tienen las amapolas que vuelven locos a los estadounidenses. Después de escuchar de la epidemia de la adicción en los Estados Unidos, se detuvo un momento para reflexionar sobre la ética de cultivar las amapolas.  ”La culpa no es de los que cultivan el opio”, dijo al reportero Azam Ahmed. ”Es de los idiotas que lo consumen”, comentó.

El diario dice que para los agricultores que viven en Calvario, el cultivo de opio tiene una cierta lógica: es una planta resistente, con dos estaciones de crecimiento que producen una cosecha modesta en el verano y una más sustancial en el invierno. Además, dice que venderlo también es simple ya que los traficantes llegan a ellos.

“Los agricultores y los funcionarios dicen que el comercio está bajo el control del Cártel de Sinaloa, la más sofisticada y organizada de las bandas de narcotraficantes de México. El grupo está liderado por Joaquín Guzmán Loera, mejor conocido como “El Chapo”, posiblemente el capo más famoso del mundo” y quien recién escapó del Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) de El Altiplano, en el Estado de México.

“Él va a traer más dinero a la zona”, dijo García al Times. “Él va a facilitar las cosas”, agregó.

“Tal como está, no hay nada fácil acerca cultivar amapolas de opio en este tramo implacable del país, colocado por encima de las nubes a más de 10.000 pies. Tal vez el signo más tangible de la presencia del gobierno en el Calvario es los extremos a los que los agricultores deben ir a ocultar su cultivo de opio”, refiere The New York Times.

El diario neoyorquino explica que las pendiente pronunciadas y la tierra arcillosa hacen difícil mantenerse de pie y, en ocasiones, los adultos caen por la ladera y se lesionan. “Ahí es donde los niños vienen en cuenta: Su ligereza es una ventaja llegado el tiempo de la cosecha. A los niños no parece importarles [la cosecha de amapola]. Varios han dicho que el opio es como cualquier otro cultivo, sólo que se paga mejor.

Fuente: Sin Embargo

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