Pandillas, a la sombra del ‘sicariato’

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En Jalisco y principalmente en la Zona Metropolitana de Guadalajara, se han identificado a 152 pandillas que han cometido uno o más homicidios.

Son responsables en términos totales de 207 muertes en un periodo de ocho años, según datos de la Fiscalía General del Estado.

Ni las autoridades federales o locales han confirmado la integración de esos grupos a funciones de “sicariato” para el crimen organizado, en concreto para el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

No obstante, el comportamiento de los homicidios por pandillas empata desde 2011 con la escalada de violencia que detonó en el sexenio pasado en el país y en la entidad.

El 26 de enero de 2015, la Procuraduría General de la República (PGR) reportó en una solicitud de información que el CJNG opera en nueve estados del país, igual que entonces lo hacía el grupo de Los Caballeros Templarios.

En ese momento, esa estadística las hacía las organizaciones de mayor presencia, superando al Cártel del Pacífico, con presencia en seis entidades.

La PGR aseguró también que, a diferencia de cárteles como los del Pacífico o Carrillo Fuentes (Juárez), que disponen de pandillas como Los Artistas Asesinos y Los Mexicles, el primero; y La Línea y Los Aztecas, el segundo, el CJNG no tenía ese tipo de ramificaciones:

“No se identifican grupos, células o pandillas vinculadas a la organización”, dijo la dependencia.

Pero el informe de la Fiscalía local arroja que en 2011, cuando Jalisco vivió el punto más álgido de la violencia desatada por el crimen organizado hasta registrar mil 222 homicidios totales, fue también el año con más asesinatos ejecutados por pandillas, con 53 casos.

En 2010 se habían dado sólo ocho homicidios por pandillas, así que el disparo de 2011 fue del 562 por ciento apenas de un año a otro.

Con la espiral ascendente de ajustes de cuentas, intimidación y masacres de las organizaciones criminales, la violencia pandilleril crecía casi seis tantos.

De igual forma, al cabo de 2011 y años ulteriores, en que toda esa muerte impulsada por la delincuencia organizada comenzó a menguar, si bien poco y gradualmente, los asesinatos de pandillas siguieron atados a esa misma tendencia que posteriormente iría a la baja.

En 2012 se les atribuyeron 35 muertes; en 2013, 23, y en 2014, 21, según los datos de la Fiscalía, en un periodo que va del 2007 a agosto del 2014, obtenidos a través de solicitud de transparencia.

La afirmación de la PGR que descarta los vínculos del CJNG con pandillas no se refiere sólo a Jalisco, su epicentro, sino también a las otras ocho entidades donde el grupo asentó sus operaciones: Colima, Michoacán, Guanajuato, Nayarit, Guerrero, Morelos, Veracruz y Distrito Federal.

Esta particularidad que la PGR sostiene para el CJNG sólo es compartida por otro cártel, Los Caballeros Templarios, que tampoco –según la versión oficial– tiene pandillas o células delictivas anexas.

De ahí en más, las otras siete grandes organizaciones criminales del país sí presentan estos subgrupos:

El Pacífico cuenta con ocho pandillas a su servicio; Arellano Félix, tres; Familia Michoacana, dos.

Carrillo Fuentes tiene dos; Beltrán Leyva, siete; Los Zetas, nueve; del Golfo, 12.

Por mil ‘varos’

Si no es para el “sicariato”, el CJNG sí se acerca a jóvenes jaliscienses y los ha reclutado incluso para implementar los bloqueos en vías y carreteras, como los del pasado 1 de mayo.

El gobernador Aristóteles Sandoval lo ha dicho en reiteradas ocasiones.

“Contrata jóvenes que distribuyen droga o que están bajo el influjo de drogas, les dan mil pesos y les piden que bloqueen o actúen (…) quienes actúan y cometen este delito son jóvenes que les pagan 500 o mil pesos por incendiar un vehículo”.

El 7 de mayo el gobierno comunicó:

“El modus operandi para ejecutar estos bloqueos fue a través de personas -que a cambio de una cantidad de dinero ofrecida por operadores de esta organización delincuencial- procedieron a la quema de vehículos particulares y del transporte público”.

La información recolectada por la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Guadalajara coincide con la de la PGR.

El 8 de julio de 2013, su entonces titular, Carlos Mercado, dijo que de las 300 pandillas de la ciudad, 50 se clasificaban como violentas, y de éstas, 20 se vincularon al crimen organizado.

“No hemos tenido datos exactos de ‘sicariato’, pero sí tenemos datos de que participan o tienen vínculos con algunas organizaciones.

“Los reclutan o forman parte de la parte más baja de la pirámide de la delincuencia organizada, otros que cometen están vinculados con la compra y venta de drogas. Se acercan algunos grupos (cárteles) y les ofrecen la posibilidad de ingresos económicos, incluso beneficios como vehículos o acceso a armas de alto poder”, dijo Mercado.

En Tonalá, municipio vecino a Guadalajara, la pandilla Los Fantasmas es buen ejemplo de ello.

A ese grupo, al que la Fiscalía atribuye cuatro homicidios, se le  liga con  la venta de narcóticos.

El 11 de octubre de 2012, la Policía estatal detuvo a seis de sus integrantes con un 1.6 kilogramos de mariguana, 53 dosis de cocaína (15 gramos), y dos pistolas calibre .380.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, señaló en su Informe Regional 2013-2014 para Latinoamérica:

“No todas las pandillas son de carácter criminal ni mucho menos tienen entre sus objetivos centrales el delito y la violencia.

“Diversos estudios señalan que en la mayor parte de los casos, las pandillas siguen funcionando como espacios de socialización entre pares y como mecanismos de autoprotección entre jóvenes”, dice el informe.

Pero cuando el vínculo entre cártel y pandillas se dá,  hay un quid pro quo, es decir, un favor por otro.

El especialista en seguridad, Eduardo Guerrero, dice que los cárteles reducen riesgos, pues los pandilleros no tienen información sensible en caso de ser aprehendidos; además conocen bien sus colonias y son más baratas que un ala de sicarios.

Las pandillas, a cambio, obtienen recursos, protección policial y aseguran la provisión de droga -con descuento incluso- para su consumo y narcomenudeo.

Por su parte, Mario Cervantes, especialista en estudios de juventud de la UdeG y titular de la Cátedra Unesco de la Juventud, describe:

“Los cárteles, los grupos de delincuencia organizada, ven un nicho que, a mi criterio, son los únicos que han tomado en cuenta el bono demográfico que actualmente en México está siendo desperdiciado.

“Ellos saben enganchar a la gente, a eso se dedican, es su trabajo y cada vez son más profesionales, los observas y están metidos en las colonias. Hay un panorama desolador, (los jóvenes) no encuentran trabajo, no salen en listas, no hay espacios recreativos y culturales”, dice el especialista.

Todo ello ayuda a que los recluten, además de la exaltación mediática del narco y un estilo de vida materialista e inmediatista.

“Al chico le estás ofreciendo un modus vivendi, una estabilidad económica, imagínate cuánto no gana por colocar unas grapas con los cuates.

“El antivalor se convierte en un valor en esta generación socialmente aceptado.

“Para que lleguemos como sociedad a ese nivel de que puedes tranquilamente reclutar gente y la gente le quiere entrar, es porque algo está pasando, algo estamos haciendo mal educadores, sociedad civil y gobierno”, concluye Guerrero.

 

 

Con información de: Reporte Índigo

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