Pese a protestas, Pakistán ejecuta a preso que cometió crimen cuando era menor

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Casi a la medianoche vio a su hermano por última vez. Antes de la madrugada fue ejecutado en la horca.

A pesar de los pedidos de clemencia y de las protestas de Naciones Unidas y organizaciones de defensa de derechos humanos como Amnistía Internacional y Reprieve, Pakistán ejecutó este martes a un hombre condenado por asesinato presuntamente cuando era menor de edad.

Shafqat Hussain defendió su inocencia hasta el final y aseguró que fue torturado en repetidas ocasiones para forzar su confesión.

Hussain fue condenado a muerte en 2004 por un tribunal antiterrorista por el asesinato de un niño de 7 años en 2001.

Perdió sucesivas apelaciones, el presidente de Pakistán rechazó una petición de clemencia en 2012 y su ejecución fue postergada en cuatro ocasiones debido a las protestas internacionales.

Tanto para organismos globales como para algunos activistas en Pakistán, el caso de Shafqat Hussain simboliza todo lo nefasto del sistema legal paquistaní.

El país asiático es el que tiene más presos en el corredor de la muerte en todo el mundo. Se estima que al menos 8.000 personas aguardan ser ejecutadas.

Y el ritmo implacable de ejecuciones ha sido condenado a nivel internacional.

En diciembre de 2014 se levantó una moratoria temporal a las ejecuciones tras un atentado del Talibán que dejó más de 130 niños muertos.

Desde entonces, se estima que al menos 193 personas han muerto en la horca.

Pobre y sin certificado de nacimiento

La familia de Hussain es muy pobre y su madre nunca obtuvo un certificado de nacimiento.

Makhan Zadi
La madre de Hussain, Makhan Zadi, nunca obtuvo un certificado de nacimiento. Tampoco tenía dinero para pagar un abogado y sólo pudo pagar el boleto de autobús una vez para visitar a su hijo.

La policía aseguró que el joven tenía 23 años cuando cometió su supuesto crimen. Los abogados de Hussain citan sin embargo registros escolares, según los cuales tenía sólo 17 años cuando lo quemaron con cigarrillos y le arrancaron las uñas para forzarlo a confesar.

Su hermano Manzoor dijo a la agencia Reuters que Shafqat tenía “quemaduras de cigarrillos en los hombros y cicatrices en los tobillos, donde lo laceraron con un hierro caliente”.

Shafqat había declarado que lo único que quería era “tener una vida normal como la de todo el mundo”.

Su madre, Makhan Zadi, relató que la familia no tenía los 300 dólares necesarios para pagar un abogado. Incluso ella sólo pudo pagar el boleto de autobús una vez todos estos años para visitar a su hijo.

“Siempre fue un buen hijo. Creció en la pobreza y cuando un día se fue de casa pensé que encontraría algún trabajo. Luego supimos que estaba en la cárcel, donde la policía lo había torturado”, dijo Makhan a la BBC.

Observadores señalan que gran parte de la población en Pakistán es partidaria de la pena de muerte, vista por muchos como una expresión del principio islámico de “ojo por ojo”.

Los esfuerzos internacionales para salvar a Hussain fueron descritos incluso por críticos en Pakistán como “una campaña de ONGs de Occidente”.

Para la organización Reprieve, la decisión de ejecutar a Hussain “fue más una muestra de poder político y no tuvo nada que ver con la justicia”.

Para David Griffiths, de Amnistía Internacioal, la ejecución de Hussain “es un día de profunda tristeza por este país”.

“Un hombre cuya edad ni siquiera fue probada y cuya convicción se obtuvo con torturas ahora ha pagado con su vida”.

Sin garantías

La policía paquistaní negó haber torturado a Hussain.

Manzoor, hermano de Hussain
Manzoor asegura que su hermano tenía el cuerpo cubierto de quemaduras y cicatrices.

Pero grupos de derechos humanos aseguran que buena parte de las condenas en Pakistán se producen tras procesos sin debidas garantías legales.

A aquellos que no pueden pagar un abogado se les asigna en teoría un defensor de oficio. Pero los defensores en numerosas ocasiones no aparecen en los procesos y es común que las confesiones se obtengan con tortura, según organizaciones de derechos humanos.

Pakistán no es el único país cuyas ejecuciones ha merecido condena internacional.

A fines de 2014, los países con mayor número de ejecuciones divulgadas fueron Irán con 289, Arabia Saudita con 90, Irak con 61 y EE.UU con 35, según Amnistía Internacional.

China y Corea del Norte se siguen negando a divulgar cifras oficiales.

Pero es Pakistán el país donde la ejecución no sólo de presos menores al cometer un presunto crimen sino de discapacitados, ha generado mayor debate en tiempos recientes.

Menores y discapacitados

En junio de este año el país asiático ejecutó a otro preso, Bahadur Masih, que según grupos de derechos humanos tenía 15 años cuando fue torturado por la policía y sentenciado por el asesinato de tres personas en 1992.

Las autoridades sostuvieron que en esa época la ejecución de un menor era legal y que la edad sólo fue elevada a 18 en el año 2000.

Bahadur tenía 38 años cuando fue ejecutado, tras permanecer 22 años en el corredor de la muerte.

En un texto escrito para Reprieve desde la cárcel, Bahadur escribió: “Soy inocente, pero no sé si esto servirá de algo. Desde que tengo 15 años he vivido en un limbo entre la vida y la muerte”.

“Sigo pintando y nada me da más alegría que llevar una idea a la tela. Dudo que haya algo más horrible que escuchar que te digan que vas a morir. Y luego estar sentado en tu celda cada día esperando ese momento”.

La organización Reprieve anunció la semana pasada que, tras protestas internacionales, el gobierno paquistaní postergó temporalmente la ejecución de otro preso, Abdul Basit, quien es parapléjico.

Clive Stafford Smith, director de Reprieve, escribió en la prensa británica:

“Es cuestionable que Abdul Basit haya cometido el crimen que se le atribuye. Cuando fue arrestado estaba en perfecto estado de salud, pero en la cárcel contrajo meningitis y no recibió debida atención médica. Estuvo en coma y sufrió daño permanente en la médula espinal”.

“En nombre de todo lo que es decente, es hora de que el presidente de Pakistán ponga fin a este experimento macabro en la horca”.

Fuente: BBC

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