Pinches policías fifís

Pues érase que unos policías federales fueron enviados a cazar migrantes a la frontera sur y que llegaron y vieron y no les gustaron las condiciones de trabajo y pasaron a quejarse. En las benditas redes sociales, ni más ni menos.

Y no, eso no cayó bien. Para nada. El recién estrenado comisionado del Instituto Nacional de Migración (INM), Francisco Garduño, lo hizo saber con impecable tino y tacto: “Bueno, es que este tipo de policías estaban acostumbrados a estar en el Holiday Inn y comer en bufet, entonces no, aquí es otra condición, es una Cuarta Transformación”.

Tiene razón, toda la razón. Estos policías fresotas se quejan por cualquier cosa ¿Que, a 35 grados de temperatura y 90% de humedad, duermen a la intemperie o en tiendas de campaña o sobre unos cartones? Pues sí ¿Qué querían? ¿Una cama? ¿Un catre? Nada, nada, limonada. Esos eran lujitos del viejo régimen, privilegios que se acabaron ya en esta nueva y gloriosa etapa de la vida nacional.

Y eso de pedir baño que sea baño y no algo ubicado entre letrina y chiquero es para mirreyes, bien finolis y perfumados. En la Cuarta Transformación, se orina y se defeca al aire libre, para mejor abono de nuestras tierras. Usar escusado limpio es celebrar la caída de México-Tenochtitlan. Y el mingitorio es artefacto neoporfirista (más cuando le ponen hielitos).

¿Que no tienen dónde comer? ¿Que los despliegan sin viáticos? ¿Que no hay una infraestructura de abastecimiento? Pues que se las arreglen. Que vayan a mendigar rancho a alguna base militar. Y si no les dan, que vivan de la tierra como nuestros antepasados de hace 10 mil millones de años. Allá en Chiapas, la naturaleza es generosa: pueden alimentarse de bayas e insectos, y, si tienen suerte, tal vez se crucen con un tapir. Sancochado o a la leña, es nutritivo y sabroso.

Las quejitas por la falta de equipo también están fuera de lugar ¿Que patrullan en unidades descubiertas, a pleno rayo del sol? Pues sí: es para que estos fufurufos citadinos agarren colorcito y disfruten el aire vivificante del campo ¿Que no tienen impermeables ni nada con que cubrirse de las lluvias torrenciales? Pues quién los entiende ¿No andaban de chilletas por la falta de agua limpia para el aseo? Allí está: toda la que quieran ¿Que los mandan a operativos sin armamento? Perdón, pero no estamos para derroches. Si no hay balas, que agarren piedras. Si no hay rifle, que se hagan su resortera.

Es que, de veras, estos tiras son bien señoritingos. Se les ocurre que tienen derechos y que pueden levantar la voz cuando no se les concede su capricho de comer en mesa y dormir en cama. Se imaginan que sus vidas importan, que sus familias cuentan, que ameritan respeto. Y pues no: lo que cuenta y lo que importa es parar centroamericanos y evitar que se enoje el jefe Trump. Nada más.

Pero, bueno, si andan de mamoncitos, si se creen tan acá como para andar pidiendo condiciones dignas de trabajo, que se vayan. Digo, no es como si a alguien le debiera de preocupar una deserción masiva de la Policía Federal. ¿Qué podría salir mal? ¿Que varios cientos o varios miles de policías federales, algunos con capacidades altamente especializadas, acaben en la delincuencia organizada? ¿Que todo el reclutamiento de la Guardia Nacional se vaya a tapar durante varios años el hueco creado por la destrucción de la PF? Nimiedades.

Entonces, aplauso para el comisionado Garduño. Bien por fustigar, desde su espartana oficina en esa modesta colonia conocida como Polanco, a estos fifís de azul que tienen el descaro de pedir cama, comida y equipo para trabajar. Ni que fueran seres humanos y no piezas desechables de la Cuarta Transformación.
 

Alejandro Hope

El Universal

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