
Si bien la movilidad de la población potosina continúa como el indicador más difícil de decrecer en la pandemia de Covid-19, en la actualidad y de forma sustancial, el cubreboca entre los habitantes se ha vuelto un accesorio habitual, como una sombrilla, una cachucha o una bolsa de mano.
Durante la Jornada Nacional de Sana Distancia, que concluyó el 30 de mayo pasado, el desdén por atender las recomendaciones de utilizar la mascarilla fue notorio, al grado que en plazas públicas y el transporte público urbano eran pocas los ciudadanos con la cubierta protectora.
A más de tres meses de contingencia en el estado, desde el fin de semana pasado es notoria la responsabilidad ciudadana de cubrirse boca y nariz con el citado dispositivo, incluso no tanto por consciencia social sino por «moda».
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