Marcela Del Muro
“Estamos aquí en Tamuín, el lugar de donde partieron cinco familiares: Aldo de Jesús Pérez Salazar, José Arturo Domínguez Pérez, Alexis Domínguez Pérez, Milynali Piña Pérez e Ignacio Pérez Rodríguez, que están desaparecidos desde hace 10 años”, gritó por el megáfono Graciela Pérez Rodríguez, parte de la manifestación que sucedió en la avenida principal del municipio huasteco de Tamuín, San Luis Potosí, la mañana del pasado 13 de agosto.
La marcha que llegó a la Plaza de la Amistad, una gran explanada techada a un costado de la plaza principal del pueblo, fue la primera actividad de la conmemoración por los 10 años de ausencia de los familiares de Edith Pérez Rodríguez, presidenta del colectivo de búsqueda de personas Voz y Dignidad por los Nuestros, quien busca a sus hijos Alexis y José Arturo, a sus sobrinos Aldo y Milynali, y a su hermano Ignacio.
El 14 de agosto de 2012, los cinco ausentes regresaban de vacaciones de Houston, Texas. Arturo avisó a su mamá que estaban próximos a llegar a Ciudad Mante, cabecera municipal de El Mante, Tamaulipas. La familia los esperaba en casa de los abuelos, con unas enchiladas huastecas de cena, pero ellos no llegaron.
Desde entonces Edith y su hermana Graciela, mamá de Milynali y fundadora del colectivo Milynali Red, no han parado de buscarlos, hasta ahora sin tener un rastro certero sobre su paradero. La ausencia y la incertidumbre es profunda y dolorosa para toda la familia Pérez Rodríguez.
Sin embargo, las hermanas han trazado un camino claro e importante para las familias de personas desaparecidas en San Luis Potosí y en Tamaulipas.
Gracias a ellas tenemos leyes de búsqueda en los estados y leyes que apoyan a las familias para enfrentar legalmente la ausencia de algún ser querido; contamos con instituciones dedicadas exclusivamente a la buscar personas desaparecidas y con personal que se ha ido sensibilizando gracias a sus luchas.
Las hermanas Pérez, que se han capacitado en técnicas forenses, han enseñado a los familiares a realizar búsquedas en campo y distinguir huesos calcinados –forma habitual de encontrar los restos de personas desaparecidas en los dos estados– de cualquier otro material quemado.
Los dos colectivos que dirigen han explorado hectáreas de campos en Tamaulipas y San Luis Potosí en búsqueda de personas: han explorado fosas con cuerpos en descomposición, han recorridos terrenos lejanos donde se incineró a personas, intentado quitar cualquier rastro de identidad.
“Afortunadamente encontramos a Edith, que ha sido luz en la búsqueda, siempre nos ha apoyado en todo”, comentó Elvira Viggiano a los asistentes al evento, ella busca a su sobrino Felipe de Jesús Viggiano González, visto por última vez el 20 de febrero de 2012, en la central camionera de Tampico, Tamaulipas, con rumbo a Xilitla.
Los buscamos porque los amamos
“A 10 años de la desaparición, el amor nos mantiene siempre unidos. ¡Los vamos a encontrar”, se leía en una gran manta que mostraba los rostros de los cinco ausentes y coronaba el auditorio de la plaza.
En el lugar se nombró y se celebró la vida de Alexis, Arturo, Mily, Nacho y Aldo. Quienes siguen muy presentes en cada uno de sus familiares y amigos.
Nacho es el mayor de los cinco hermanos Pérez Rodríguez. Un hombre trabajador y un excelente hijo, hermano y padre. Él viajaba cada verano a Estados Unidos para comprar ropa, los útiles escolares de sus hijos y algún otro material que hiciera falta en su taller mecánico.
Las dos hermanas no pensaban que fuera a pasar algo malo, Nacho nunca había tenido algún accidente en la carretera. A los viajeros solo les faltaban dos horas para regresar a casa.
La pequeña Mily, de 13 años, dejó un muro preparado para dibujar sobre él. Ella tiene gran habilidad para el dibujo y la pintura, y ama nadar.
A Alexis, de 16 años, lo esperaba su caballo El Mandarino, en quien se gastaba todos sus ahorros. Él es un hábil futbolista, cuyo sueño era poder jugar profesionalmente.
Hacen falta los chistes y las bromas de Aldo, de 20 años, hijo de Nacho. Edith lo recuerda como un muchacho alegre y empático.
Edith dice que le hacen falta “los ojitos pajaritos” de Arturito, su hijo mayor, el más dicharachero, el que más se parecía a ella en carácter, el que cuidaba a sus hermanitos cuando sus papás salían.
A Nacho, Mily, Alexis, Aldo y Arturo los siguen esperando en casa. Graciela y Edith no descansarán hasta poder recuperarlos.
Carta de Edith Pérez
Amigos y familiares:
Estos 10 años han pasado increíblemente rápido, en una vorágine de búsqueda, de dolor, de llanto, de melancolía, de soledad, de ausencia, de fuerza, de unión y de voluntades.
Esta búsqueda de nuestros hijos ha sido tremendamente dura. Nos hemos percatado de tantas cosas tan violentas: de cómo nuestros gobiernos nos doblegan, nos aniquilan, nos pisotean y, todavía, se mofan de todos nosotros; nos miran como subditos, nos miran como una bola de revoltosos, de incompetentes, de analfabetos.
Nos miran como nada. Y han permitido que todas esas personas que nos han dañado sigan viniendo a nuestro pueblo: a corromper a nuestros niños, a quitar la paz de las familias, a destruir familias, a destruir la inocencia, a destruir todo por el hambre de poder.
No permitamos que esto siga pasando. Creo que los buenos somos más, como siempre se ha dicho, pero tenemos que hacer voltear a aquellos indiferentes. Tenemos que hacer que la voluntad de los pueblos se haga y que podamos vivir los tiempos de antes, que podamos salir a la calle sin la preocupación de que algo nos va a pasar.
Que esos niños que ahora están en casa y van a cumplir los sueños de José Arturo, Alexis, Milynali y Aldo puedan cumplirlos, sin que alguien venga y violente sus sueños. Que esos niños que todavía están con nosotros, nadie venga a corromperlos, a llevárselos, a asesinarlos.
El hambre de poder es tremendo. El hambre del posicionamiento es tremendo. Y hemos sido unos corderos detrás de esos gobernantes que solo buscan un puesto político y que no les importa destruirnos.
No lo permitamos.
Roguemos a Dios y a nuestra madre santísima que esto acabe. A mí me entristece demasiado que esta lucha por el amor a José Arturo y Alexis no lleve a nada, porque no los hemos encontrado. Sin embargo, no hemos parado de tratar de visibilizar todo esto, pero la violencia tampoco ha parado.
No les pasó lo que les pasó por andar mal. No les pasó lo que les pasó porque lo permitimos las familias o las mamás o los padres. No, les pasó por esos malos dirigentes que tenemos en los gobiernos.
Este nuevo gobierno ha sido el peor de todos. Nos ha destruido, nos ha echado para atrás todo lo que habíamos logrado. Lamentablemente, vamos en declive y, lo que es peor, no hay orden: por un lado las balaceras y las matazones en nuestros pueblitos y, por otro lado, la fiesta tremenda y el derroche.
Tenemos que ser la voz para parar la violencia.
Amigos, amigas, hermanos, compañeros de lucha, gracias por acompañarnos a esta celebración a la vida de José Arturo, de Alexis, de Ignacio, de Milynali y de Aldo.