¿Sabes cuánta agua dulce hay en la Tierra? ¿Cuánta gastas para ducharte? ¿Y cuántos seres humanos apenas tienen acceso a acuíferos con un mínimo de salubridad?
En el mundo occidental resulta fácil abrir un grifo, beber agua potable o ducharnos con agua caliente. Tendemos a pensar en el agua como ese líquido cristalino de lagos y ríos, bravo en cataratas y juguetón en los carámbanos de invierno. Cuesta imaginar el agua como un lujo. Visualizarla como un charco ponzoñoso donde beber es arriesgarse a morir de enfermedades gastrointestinales. Pero es la realidad diaria para muchos seres humanos. ¿Cuánto sabes del agua?
1. Mucha agua, poca potable.
La Tierra suele conocerse con el sobrenombre de ‘el planeta azul’. Cortesía del agua que cubre el 70% de su superficie. Sin embargo, el elemento que propició la vida en este planeta, apenas es potable en un 0,025%. Basta con echar un vistazo desde el espacio para darse cuenta de por qué: el 96,5% del agua terrestre corresponde al agua salada de mares y océanos. Solo un 3,5% del agua de la Tierra es dulce. Pero ni siquiera esto nos garantiza poderla beber con facilidad. Hay que descartar el 70% de esa porción dulce, aún congelada en glaciares y casquetes polares. El otro 30%, se esconde en el subsuelo, en pozos o acuíferos y, por supuesto, en las cuencas hidrográficas en forma de arroyos y ríos.
2. Un lujo para unos pocos
Un sistema de canalización de agua eficiente y seguro es un privilegio mucho mayor de lo que parece a simple vista. Tres de cada diez seres humanos (unos 2.100 millones de personas) no disponen de acceso a agua potable en sus hogares. Más aún, la existencia de tuberías y acometidas de agua no siempre garantiza que el líquido elemento sea seguro. La falta de mantenimiento periódico, de controles sanitarios eficientes e, incluso, los sabotajes, hacen que 4.500 millones de personas (6 de cada 10) no tengan un suministro limpio, potable y seguro.
Título de la fotografía: “One breath”
FOTOGRAFÍA DE FUNDACIÓN AQUAE – FINALISTAS 2018
3. Recurso sobreexplotado
El cambio climático, con sequías cada vez más acentuadas, y el crecimiento de la población están en la base de uno de los grandes problemas del siglo XXI: el estrés hídrico. Se necesita más agua que la que la naturaleza ofrece. De seguir esa tendencia, este siglo asistirá a grandes migraciones poblacionales de seres humanos desesperados por encontrar agua. En contra del escenario apocalíptico de la película Mad Max, el oro del siglo XXI no será el petróleo, sino el agua. Muchos conflictos diplomáticos entre países vecinos, con o sin enfrentamiento armado, ya tienen su origen en el control del agua. Actualmente, 23 países experimentan estrés hídrico por encima del 70%. Oriente Medio y África del Norte son las regiones más afectadas.
4. La falta de agua mata
Sin agua, se secan los cultivos. Muere el ganado. La población se enfrenta a hambrunas, falta de salubridad y enfermedades debidas a la contaminación de los escasos recursos hídricos restantes. Se calcula que 3,4 millones de personas mueren al año por enfermedades relacionadas con el agua. Los niños son los más vulnerables. Naciones Unidas denuncia que más de 700 niños menores de cinco años mueren todos los días de diarrea, a causa del agua insalubre o de un saneamiento deficiente.
5. Contaminación creciente
Los romanos crearon la primera red de alcantarillado urbano de la historia. Una de las más eficientes era la Cloaca Maxima, que derivaba las inmundicias de la Antigua Roma hacia el Tíber. A lo largo de los siglos el sistema proliferó. Pero nadie se planteó qué daños podía ocasionar esa agua contaminada o llena de porquería al desembocar en los ríos o mares. Los esfuerzos por reciclar el agua o, al menos, por eliminar los residuos antes de verterla al medio ambiente, son muy recientes. Y aún, insuficientes. El 80% de las aguas residuales del planeta se vierten al medio ambiente contaminadas. Afortunadamente hay una conciencia creciente en los países occidentales acerca de la reutilización de aguas residuales en el hogar y en el ámbito industrial (las llamadas ‘fábricas secas’).
Título de la fotografía: “Púrpura amanecer”
FOTOGRAFÍA DE FUNDACIÓN AQUAE – FINALISTAS 2018
6. Consumo humano desmedido
Se calcula que cada estadounidense consume 575 litros de agua por habitante al día. En Australia son 493 litros, 386 en Italia y 374 litros en Japón. En España cada persona consume al día una media de 136 litros de agua. La Fundación Aquae pormenoriza así la distribución en el uso del agua en España: la agricultura o regadío se llevan el 80% del agua, el abastecimiento de núcleos urbanos consume el 14% y la industria representa el 6%.
7. ¿Aseo o despilfarro?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una ducha debería durar solo seis minutos y llevarse poco más de 100 litros de agua. La realidad es que nos pasamos de media unos 10 minutos bajo el chorro y consumimos unos 200 litros de agua. Cerrar el grifo mientras nos enjabonamos, usar duchas de bajo consumo o cambiar la alcachofa de la ducha por una que introduzca gotas de aire entre el agua minimizan el consumo de agua en nuestro aseo diario. Pero la bañera no es el lugar que más agua consume dentro del hogar. El ranking lo encabezan el inodoro y la lavadora. Usar dispositivos que no impidan que se llene del todo la cisterna o descargar solo la mitad cuando sea posible también reduce el gasto de agua del retrete. Finalmente, no poner lavadoras sin medida y ni hacerlo a media carga ayuda a economizar agua.
Título de la fotografía: “Fuerza”
FOTOGRAFÍA DE FUNDACIÓN AQUAE – FINALISTAS 2018
8. El menú también influye
La actividad humana tiene repercusión en la cantidad y calidad de los recursos hídricos. Lo que se come, también. La ONU estima que el 70% de la huella hídrica a nivel mundial está vinculada a la producción de alimentos. Desde la Fundación Aquae se elevan las cifras hasta el 87%. El 80% de las tierras cultivadas se riegan con lluvia. Paradójicamente, el otro 20% restante son regadíos, pero suponen el 40% de la producción total de alimentos. La desalinización, debido a su alto coste, es aún una opción poco usada en la agricultura, si bien se calcula que debería duplicarse para el año 2025. Bastan dos datos para entender la magnitud de los alimentos en el consumo de agua. Para producir un kilo de arroz hacen falta 5.000 litros de agua. Pero para un kilo de ternera se necesitan 15.400 litros de agua.
9. El agua y economía laboral
No solo los pescadores viven directamente del agua. Hasta el 78% de los puestos de trabajo a nivel mundial dependen en mayor o menor medida del agua. El 42% (1.400 millones de puestos de trabajo) lo hace de forma intensa. Hablamos de oficios vinculados con la agricultura y la industria, la silvicultura (gestión de bosques y montes), la pesca y la acuicultura (crianza de especies acuáticas vegetales y animales), la minería y la extracción de recursos. Sin olvidar la mayoría de tipos de generación de energía. En esta categoría también se incluyen algunos empleos del sector sanitario, el turismo y la gestión de ecosistemas. Otro 36% de la población activa mundial (1.200 millones de personas) depende moderadamente del agua. Así sucede en la construcción, el ocio y el transporte. No demandan gran cantidad de agua a nivel global, pero para alguno de sus procesos sí es indispensable la presencia de agua.
Título de la fotografía: “Amanecer tormentoso”
FOTOGRAFÍA DE FUNDACIÓN AQUAE – FINALISTAS 2018
10. El agua condiciona la educación
Según UNICEF (Agua Potable, Saneamiento e Higiene en las Escuelas: Informe Global 2018), el 31% de las escuelas no tienen acceso a agua potable. Este organismo denuncia que en 1 de cada 4 escuelas de educación primaria no hay servicio de agua potable. El dato se reduce a 1 de cada 6 cuando pasamos a secundaria. No se trata solo de tener o no agua para beber. También incluye la falta de agua para que los pequeños, que pasan mucho tiempo jugando, puedan lavarse las manos en un entorno higiénico y seguro. En el caso de las niñas, la falta de retretes, aumenta la posibilidad de que dejen de acudir a clase cuando tienen el período.
11. La amenaza de la sequía
Calentamiento global, cambio climático, contaminación de los recursos hídricos, avance de la desertización y los efectos adversos de los conflictos bélicos en el suministro de agua dibujan un panorama apocalíptico para el agua en las próximas décadas. Naciones Unidas prevé que en 2050 más de la mitad de la población sufrirá escasez de agua.
National Geographic.