Había una película, de los inicios de Robert de Niro como director, allá en el siglo pasado, 1993, 1994. El nombre era “A Bronx Tale” (Una historia del Bronx) y trataba acerca de la vida de un crío con un nombre demasiado grande, en una de las zonas más complicadas de la ciudad de Nueva York. Y allí había una frase: “No hay nada más triste que el talento desperdiciado.”
Para fechas como hoy, que se celebra a las y los maestros, siempre vienen a la memoria palabras como esas, tiene este gremio un reto inmenso ¿no lo cree? Una responsabilidad tremenda para con las generaciones más jóvenes, casi tanto como lo son las dificultades de éstas en el mundo actual. Con todo y sus detractores, la educación no ha de concebirse solo como un medio para que las personas puedan acceder al empleo, sino más allá, reside que el enseñar a dudar, a investigar, a desarrollar un pensamiento propio, es también una defensa que se porta durante toda la vida y que promueve la creatividad y la innovación en cada uno de los caminos que tiene el conocimiento.
Está el pendiente de saber, si el sistema educativo en México es o no capaz de desarrollar el talento de sus estudiantes. Y aunque ningún país carece de falencias en relación a esto, México ocupa el lugar 58 dentro del informe “Human Capital Report” del Foro Económico Mundial, dedicado para este año en abordar la capacidad de124 países para fomentar el talento a través de la educación y el desarrollo y el despliegue de cualificaciones en todas las etapas de la vida humana. Podríamos compararnos con el último lugar que es Yemen, o con el primero que es Finlandia, inclusive con Chile que nos precede en la posición 45, pero hay que concentrarse en nuestros resultados, porque México renquea en los dos grupos de población más jóvenes, menores de 15 años y de 15 a 24 años en donde la educación fue el punto de referencia más crucial para esa investigación.
En el primero, aunque un buen número de niños y niñas acude a la educación primaria la calidad en la que ésta fue valorada es de 2,84 tomando una escala calificativa del 1 al 7 (de lo peor a lo mejor), por ello ocupa el lugar 102 en éste nivel, o sea es de los últimos. En las mismas se encuentra la escolaridad secundaria y de nivel medio superior, con 2.81 y la posición 107 de ese ranking mundial. Por lo que desde el principio, las y los mexicanos reciben una formación mediocre, algo que tiene mucho que ver con el porcentaje del PIB que en ella se invierte.
Más adelante es, que de los 3, 161,195 estudiantes que hay aproximadamente en México en el último año se graduaron 533,867, sobre todo de ciencias sociales, administración y derecho (238,856 de 1, 299,980). Sin embargo el talento se desperdicia, el estudio indica que no tenemos mucha capacidad ni para atraerlo de fuera, ni para retener el que de aquí se origina.
¿Hay algo que festejar hoy? Posiblemente sí, hay maestros y maestras que se esfuerzan todos los días, que se preparan constantemente, atrás quedaron las muy antiguas formas de educar, al menos esa es la esperanza, que ya no se use la sangre para hacer entrar la letra, que no se adoctrine al tiempo en que se enseña, que no se discrimine al alumnado, que no se abuse de éste en ninguna forma y que a según en qué grados, la libertad de cátedra no sea un libertinaje ni un ejercicio soberbio.
Pero esto, no es suficiente, algo tiene que faltar cuando los listos se van, cuando las personas terminan la escolaridad profesional y no pueden trabajar en lo que aprendieron a hacer, cuando se tienen que ir porque las instituciones no pueden o no quieren apoyarles para que crezcan. Un problema se debe encontrar o muchos, para este sistema educativo, que necesariamente pasan por el coto particular que hacen los sindicatos del magisterio del poder y de la política como bastiones, pero no de la educación, aunado a que sistemáticamente se les está enseñando a las y los jóvenes a no innovar, a conformarse. No es posible seguir con las mismas formas o distracciones esperando resultados diferentes, se trataba de dar herramientas para la vida y no de provocarles a ser igual de mediocres. Felicidades, si, a quien lo merezca. A más ver.
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