Marcela Del Muro
La mañana del día de las madres de 2019, Cesaly Loera se enteró que su hija de 12 años estaba perdida. Fue a poner la denuncia y se desmoronó frente al agente de Alerta Amber: no sabía cuánto medía, si tenía pecas, cicatrices o alguna prótesis dental. Tenía siete años sin verla, desde aquel 2012 que su hija fue sustraída por la familia de su padre.
Cesaly y su hija llevan tres años en un proceso muy doloroso de recuperación, donde han luchado por sanar las secuelas de la violencia vicaria que las dos sufrieron.
“La violencia vicaria es aquella violencia de género que se ejerce sobre los hijos e hijas para herir a la mujer. Es una violencia secundaria a la víctima principal. El maltratador sabe que dañar o asesinar a los hijos e hijas es asegurarse de que la mujer no se recuperará jamás”, señala Sonia Vaccaro, psicóloga clínica argentina que lleva más de 10 años estudiando este tipo de violencia y fue quien acuñó el término.
El agresor, regularmente el padre o la pareja de la madre, ejerce distintos tipos de violencias: física, psicológica, emocional, sexual, económica e, incluso, puede llegar al asesinato. La violencia vicaria es considerada la expresión más cruel de la violencia de género.
Este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, Cesaly y su hija, que se volvieron activistas y son parte de la colectiva Cam Cai, se manifestarán por todas las mujeres y sus hijos e hijas que son víctimas de violencia vicaria en el estado, y continúan sin tener justicia.
La sustracción y las violencias
Cesaly recuerda que aquel fin de semana del verano de 2012, a su hija le tocaba ver a su papá. La abuela paterna pasó por ella, dijo que la llevaría a pasear a la feria, pero no la volvió a regresar a casa.
La madre fue a buscarla. Ante la negativa, fue a todas las instituciones que se le ocurrieron en aquel momento. En todas le dijeron que no podían hacer nada porque su hija se encontraba con el papá.
Previamente, habían estado teniendo problemas, el padre había dejado de dar la pensión alimenticia, pero las exigencias de los días de visita habían aumentado.
Cesaly contrató a varios abogados que, en un principio, le aseguraban que pronto recuperaría a su hija de cinco años, pero a los dos o tres meses le decían que no había nada por hacer. La madre sabía que el bloqueo jurídico era porque había dinero de por medio.
“Después de llevársela, me denuncian por violencia y a mi pareja por abuso sexual. No procedió por falta de pruebas. Pero también estuve arrestada tres veces por desacato, sigo sin entender por qué, ni siquiera tenía a mi hija. Yo intenté recuperarla. Yo promoví tener visitas, pero nada se pudo”, recuerda Cesaly.
El inolvidable 10 de mayo de 2019
“Yo ya me estaba resignando a que no la iba a recuperar, cuando me sorprende la llamada del papá que me dice: ‘No encuentro a la niña. No sé dónde está”, relata Cesaly, quien comenzó a buscarla por redes sociales.
El padre se negó a acompañar a Cesaly a levantar la denuncia para que la autoridades iniciaran la búsqueda de su hija.
“Yo les supliqué a los de Alerta Amber, les dije que tenía siete años sin verla. Yo estaba por el teléfono, preguntándole al papá las señas. Los de Alerta Amber me dijeron que solo quedaba esperar a ver si la encontraban. Iba llegando a la casa cuando me marcaron: ‘Ya está, ya la encontramos”, narra la madre.
Las autoridades encontraron a la niña vagando por la ciudad. Había caminado bastante, de la colonia Ricardo B. Anaya hasta Morales.
“La ministerio público me empieza a contar que la niña había escapado de casa por violencia. Ella no estaba al cuidado de su papá, estaba viviendo con la abuela. A sus 12 años se cansó de tanta violencia. Pedí hablar con ella y le pedí que me diera una oportunidad. Al final accede, pero ella no quería estar conmigo, imagínate, en 7 años le dijeron cosas horribles de mí y pues no me conocía”, recuerda la activista contra la violencia vicaria.
El amor sana
“Nadie te dice lo que viene después de recuperar a tu hija, conseguir una re vinculación después de tanto tiempo separadas, después de tanta violencia que ella traía en su cabecita, es muy difícil porque quedan muchas secuelas. Ni siquiera alcanzo a describir todo el daño psicológico y físico que ella sufrió”, relata Cesaly.
La pequeña junto a su madre tuvieron que afrontar muchos episodios de crisis. Ha sido un proceso largo: un año y medio de terapia psiquiátrica con medicamentos, que fue la etapa más complicada del trayecto; un largo camino de reconocerse y recuperar la confianza entre ellas.
“Sabemos que ha habido daño y que, de repente, llegan episodios difíciles, donde ella recuerda y se pone a llorar, pero es cuando más la abrazo y le digo: ‘estás aquí, estás bien, ya estás conmigo’. Le quitaron muchas cosas, le quitaron su individualidad, pero yo trato de darle las libertades que puedo y trato de defender sus decisiones y su individualidad, que se sienta segura de ella misma. Con mucho amor logramos recuperar a nuestras hijas e hijos”, dice la madre.
¿Qué está pasando en SLP con la violencia vicaria?
Este 25 de noviembre, la movilización por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en la capital de San Luis Potosí, tiene como objetivo visibilizar la violencia vicaria y las violencias sistemáticas que viven las madres autónomas y las mujeres cuidadoras.
“Hace unos años ella me preguntó ¿por qué sigo luchando y sigo asistiendo a marchas, si ya estamos juntas? Yo le dije que porque no somos las únicas que pasamos por esto, afortunadamente yo la recuperé, pero hay muchos niños, la mayoría muy chiquitos, que los han retirado de los brazos de sus mamás y tenemos que apoyar a la que lo requiera”, comenta Cesaly.
San Luis Potosí fue el noveno estado en el país donde se incorporó el concepto de violencia vicaria en la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia del Estado. Proyecto que fue impulsado por el Frente Nacional contra la Violencia Vicaria en San Luis Potosí y aprobado por el Congreso el 20 de octubre de 2022.
La lucha porque la violencia vicaria sea reconocida por las instituciones y se sepa actuar a favor de las mujeres y las infancias violentadas ha sido un camino muy complicado para las madres que integran el Frente Nacional en el estado y la colectiva Cam Cai.
Por poner un ejemplo, el pasado 10 de noviembre el colectivo Igualdad de Derechos Para Padres Solteros, representado por tres papás que han agredido a mujeres integrantes del Frente Nacional contra la Violencia Vicaria en el estado, acudió a las instalaciones de la Comisión Estatal de Derechos Humanos para denunciar las afectaciones causadas por la incorporación del concepto de violencia vicaria en la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
Este grupo de padres que es apoyado por tres mujeres abogadas potosinas declararon que el concepto de violencia vicaria es “una figura ilegal, antijurídica y parcial, pues criminaliza al hombre como agresor por naturaleza. Los derechos de los varones en el ámbito familiar aún se encuentran en gran desventaja respecto de los derechos de las mujeres en este ámbito”.
Sin embargo, el reconocimiento y la legislación de la violencia vicaria se ha extendido por todo el territorio mexicano. El pasado 23 de noviembre se aprobó el dictamen de la Ley Vicaria en la comisión de Igualdad de Género del Congreso de la Ciudad de México y será votado por el pleno la próxima semana. El 24 de noviembre se aprobó la incorporación del término en la Ley de Acceso y el Código Penal del estado de Guanajuato, siendo el décimo estado en el país.
“La violencia vicaria deja llaguitas en el corazón de los niños. Provoca un daño que, institucionalmente, no se quiere ver, ellos dicen: ‘está con sus papás, nada les puede pasar’. Romantizan mucho el hecho de que están con los padres, cuando la mayoría de los hombres que alejan a sus hijos de la madre, tienen previamente denuncias de agresiones, denuncias de violencia, denuncias de abuso”, finaliza Cesaly Loera, madre y activista.