El desmantelamiento de la clase media

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A partir de 1976 y hasta antes del año 2000 se instituyó un modelo de crisis sexenales, en el que cada cambio de Presidente de la República era seguido por un estancamiento o caída en la actividad económica, una depreciación de nuestra moneda y por un incremento en la inflación, afectando principalmente a las familias mexicanas.

Las políticas sociales y económicas que se ejecutaron en esos años (y por los indicadores, tal pareciera que están regresando) en lugar de favorecer condiciones productivas, de competitividad y la reducción de la desigualdad de ingresos entre los hogares, actuaron en detrimento de ello y generaron una enorme inequidad.

Esta inequidad se ve reflejada en la caída constante del ingreso de los trabajadores en los últimos 40 años. En el año 2000 el salario mínimo real era lo equivalente a la cuarta parte (27%) del que existía en 1976, y solo superaba en 15% al mínimo histórico de 1951.

Actualmente el salario mínimo en México, respecto a otros países de la OCDE es contrastante y abrumador. Chile, con un PIB per cápita (2012) de 21 mil 486 dólares tiene un salario mínimo anual de 6 mil 268 dólares; Turquía cuenta con sueldo mínimo anual de $8,977 dólares y un PIB per cápita de 18 mil 328. En cambio nuestro país, con un PIB per cápita de 17,000 dólares, ofrece un sueldo mínimo de mil 722 dólares anuales.

En síntesis las promesas de crecimiento y desarrollo, han quedado en eso.

La aplicación de reformas estructurales no están ayudando a mejorar la calidad de vida de las familias, prueba de ello es que el ingreso de los mexicanos cayeron entre 2012 y 2014 un 3.5%.

Mientras que en el 2012 una familia promedio ganaba 13 mil 700 pesos, en 2014 su ingreso bajo a 13 mil 240 pesos al mes.

Muchos pensamos que el problema no son las reformas que en los últimos años se han aprobado, sino la insuficiencia operativa de nuestras autoridades; nos hemos quedado a la mitad del camino en su aplicación.

Hoy, los indicadores macroeconómicos, no solo generan nerviosismo entre los mercados, provocan recuerdos e incertidumbre entre las familias.

El fantasma de las “crisis con su legado de incertidumbre y pérdida del patrimonio” ha regresado.

Por ello en los últimos 3 años del Gobierno de la República, se deberá dejar atrás la intensa campaña propagandística de las reformas, y que en realidad son un logro del Poder Legislativo, para construir un estado competitivo, con instituciones garantes de la seguridad y el estado de derecho, y lo más importante, no lucre, sino atienda las “graves cargas de necesidades humanas” que tenemos en nuestro país.

En cambio, si continúa la visión imperante, estaremos ante la permanente y casi consumada trama del desmantelamiento de la clase media, y lo peor, el regreso de un pasado económico gris y lacerante, del que nadie podrá escapar.

Alfonso Rodríguez

Twitter: @juvepon

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