El astro sol alumbró el escenario en el cual según datos de Protección Civil, diez mil mujeres se reunieron en la Plaza de Armas para conmemorar el Día Internacional de la Mujer.
Un mitin y una marcha que tuvo inicio y origen, no sólo en aquel punto de encuentro, sino en aquellas reuniones colectivas y secretas que se dieron en días anteriores para que hoy las mujeres volvieran a tomar las calles.
Insurrectas y rebeldes, como sus antecesoras, a quienes por muchos señalaron como brujas por ser disidentes, revolucionarias e insumisas.
Hoy las nietas e hijas de estas mujeres se alistaron en contingentes para continuar el legado de quienes les inculcaron que la libertad y la dignidad, deben resistir y hacerse costumbre incluso en tiempos patriarcales.
A las cuatro de la tarde comenzó el mitin. Para entonces el Congreso del Estado ya estaba blindado, con mamparas, cadenas y candados. Un órgano estatal que le teme más a las mujeres, que a los propios delincuentes.
Las mujeres comenzaron a reunirse, en espacio en el cual se habló a micrófono abierto, para que relataran y compartieran sus experiencias de lucha.
El arte también se hizo presente, como una forma de expresión revolucionaria, transgresora y transformadora. Letras y cánticos de lucha, de exigencia pero sobre todo de un reclamo por una deuda histórica que se tiene con las mujeres.
UNA MARCHA DE MEMORIA SOBRE EL ASFALTO
En punto de las cinco de la tarde una gran cantidad de mujeres estaban listas para dar inicio a la marcha de este ocho de marzo y se acomodaron por contingentes.
Familias víctimas colaterales de Feminicidio llevaron la batuta de la marcha. Los rostros de Fernanda, Alejandra, Karla y Lupita eran las guías de este recorrido, que cimbró las calles del Centro histórico por el poder de la palabra de las víctimas.
Las aves revoloteaban y su trinar parecía estar melódicamente acomodado a sus consignas. Abrazadas, solitarias, de la mano o con el puño levantado caminaron presurosas y se encontraron a una sola voz al ritmo de la exigencia.
En la Fiscalía General del Estado, mujeres jóvenes y madres, se entrelazaron, se convirtieron en una malla humana que se abalanzó a las inmediaciones de esta entidad de investigación.
Fue ahí que familias víctimas se posicionaron; omisión y la desatención, su principal reclamo a este órgano estatal al que también señalaron como feminicida institucional. Pues denunciaron que los procesos de investigación de feminicidios y muertes violentas de mujeres son lentos y revictimizantes.
El feminicidio es un fenómeno de la violencia letal contra las mujeres, por ello las víctimas indirectas hicieron un llamado para que se sancione a los responsables de estos crímenes y se repare el daño a las víctimas. Luego de algunas pintas y decenas de consignas se dirigieron al Edificio Central de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
Ahí la rabia se hizo evidente, jóvenes encapuchadas se aproximaron y utilizaron de lienzo radical la fachada de la “máxima casa de estudios” en la que realizaron también pintas, e inclusive subieron al ventanal para dejar huella con grafiti y luego provocar una leve quemazón en una de las puertas del edificio de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
El hartazgo ya no se contenía y se dibujó en este espacio, reclamos en verde y violeta, por aquellas alumnas universitarias que ya no están y que fueron sujetas y víctimas de la violencia como.
Samantha Joselyn, asesinada en el año 2016 por su compañero de la universidad Gamaliel “N” y quién gracias a un amparo logró terminar su carrera y hoy día ejerce como médico en un municipio de la huasteca potosina.
Tras este mar de expresiones continuaron, pero las asistentes decidieron permanecer a las afueras del Edificio Central de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, en dónde se disiparon como el humo de sus bengalas y siguieron su camino.
Así dijeron adiós, a las afueras del punto de reunión, en la puerta del Congreso del Estado, abrazadas o en “manada” las hermanas que hoy decidieron marchar por un mundo posible para las mujeres.
El Sol de San Luis