8M y Purplewashing: el desfile de empresas y Gobiernos que luchan por una imagen, no por la igualdad

Cada 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, presenciamos una avalancha de empresas y gobiernos que adornan sus logos con tonos morados, despliegan mensajes motivadores y ofrecen promociones especiales en un intento de “celebrar” a las mujeres. Sin embargo, este fenómeno superficial se conoce como “Purplewashing”.

El Purplewashing, un término derivado del inglés que literalmente significa “lavado violeta”, describe estrategias de marketing, discursos políticos o mensajes que buscan capitalizar el 8M sin contribuir realmente a la equidad de género o abordar la violencia contra las mujeres. Es una forma de “limpiar” la imagen del emisor sin abordar problemas subyacentes.

Este fenómeno se une a otras formas de lavado de imagen social, como el Pinkwashing (relacionado con la comunidad LGBT+), Greenwashing (ambiental) y Redwashing (igualdad social o económica). Todos estos términos destacan el contraste entre las declaraciones públicas y las acciones reales de las entidades involucradas.

Ejemplos notables de Purplewashing incluyen la promoción de derechos para las mujeres en países donde activistas feministas son encarceladas, políticos autoproclamándose “feministas” sin propuestas concretas y campañas de marketing que capitalizan movimientos como #MeToo sin un compromiso genuino.

El informe destaca la necesidad de mirar más allá de los gestos superficiales y cuestionar la autenticidad detrás de las acciones en el 8M. La lucha feminista va más allá de la estética temporal y requiere un compromiso sostenido con la equidad de género.

Aunque algunas voces sugieren que las manifestaciones pueden caer en el riesgo de superficialidad, es importante recordar que la diversidad de enfoques y expresiones dentro de la lucha feminista es válida. La clave radica en mantener un diálogo significativo y no permitir que la esencia de la protesta se pierda en gestos vacíos.

En última instancia, el Purplewashing resalta la importancia de abordar las desigualdades de género de manera integral y evitar que la lucha feminista sea cooptada por discursos huecos y estrategias de relaciones públicas.

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