El malagueño, fallecido un día como hoy de hace 40 años, es autor de cuatro de las diez obras más caras que se han vendido en el mercado
CIUDAD DE MÉXICO, 8 de abril.- De la lista de las obras más caras del mundo, Pablo Picasso ocupa cuatro de los diez lugares: El sueño, 155 millones de dólares; Desnudo, hoja verdes y busto, 106.5 millones de dólares; Garçon a la pipe, 104.1 millones de dólares, yDora Maar au chat, 95.2 millones de dólares.
Cifras que colocan a Picasso entre los artistas del siglo XX mejor cotizados en el mercado del arte, incluso como uno de los que establece parámetros para la valoración de obras al tenerlo como un referente.
Según datos de la revista Forbes el mercado de subastas vende un promedio de mil 800 obras de Picasso todos los años. En un reporte de septiembre de 2012 revela que las pinturas tienen un valor promedio de cinco millones, y tres de las cinco pinturas más caras vendidas en subastas son de su autoría.
Para entender la elevada cotización de las obras del pintor malagueño, de quien hoy se cumplen 40 años de su muerte, habría que comprender que los coleccionistas no adquieren una pintura, un grabado o una escultura sino un objeto de la marca “Picasso”, que con el tiempo su valor crece exponencialmente.
“Es inaudito lo que Picasso mueve, es mucho más que el fenómeno artístico en sí. Creo que es un personaje que se ha convertido en un icono de la modernidad y ha adquirido aspectos de fama verdaderamente casi inigualables”, considera Lourdes Cirlot, doctora en Historia del Arte por la Universidad de Barcelona e integrante de la nueva Fundación Museo Picasso de Barcelona.
Casi como si los óleos cubistas de quien falleció a los 91 años de edad representaran una moneda de cambio, la marca “Picasso” se cotiza a la par de las obras de Paul Cézanne, Jackson Pollock, Willem de Kooning, Gustav Klimt, Edvard Munch y Andy Warhol.Sólo Cézanne rebasa a Picasso con el cuadro Los jugadores de cartas vendido en 250 millones de dólares.
La especialista atribuye a dos factores el fenómeno Picasso: su muerte y su fama desde joven. Pues si bien no resta aportaciones estéticas a las pinturas, explica que el hecho de saber que no habrá más obra, las existentes son más codiciadas. Y por simple que parezca la fórmula, asegura es determinante entre los coleccionistas durante las pujas.
“Además tuvo una vida larguísima y claro que este reconocimiento empezó pronto, ya en los años 20 Picasso era reconocido prácticamente en todo el mundo, y por lo tanto es lógico que casi un siglo después se tenga un artista con todas las miradas.
“Ya en la época de guerras Picasso era un artista que tenía una cotización alta y los marchantes de arte se lo disputaban; luego de la Segunda Guerra Mundial la fama era tan sólida que invertir en obras de Picasso era absolutamente seguro”, detalla.
Ahí radica el segundo factor, precisa. El hecho de que aún en vida y a una edad muy temprana de su trayectoria, la crítica europea valorara de manera positiva su trabajo; lo mismo óleos que esculturas, e incluso que consiguiera abrir museos monográficos como el Museo Picasso de Barcelona que abrió en 1963.
En suma, el hecho de que la obra del artista, quien produjo más de 91 mil piezas, siga generando investigaciones con nuevos “descubrimientos”: temas por abordar y técnicas estéticas; también promueve el interés en su trabajo.
No sólo los óleos, sino también esculturas y cerámicas. El 19 de marzo pasado, un centenar de cerámicas de Picasso se subastaron en Londres por un total de 2. 2 millones de dólares, casi tres veces más que su precio estimado.
Entre las piezas que mejor se remataron en la puja de Sotheby’s destaca Vase Gros oiseau Vert, un jarrón de 57.5 centímetros de altura, mitad pájaro mitad fauno, que refleja los motivos que inspiraban al artista español. Alcanzó un precio de 157 mil 732 dólares.
Para Cirlot el mayor aporte de Picasso es la invención del collage y el ensamblaje que permitieron observar el arte desde múltiples puntos de vista bajo la premisa de eliminar la jerarquización de elementos.
Todo un sueño
En la década de los 30, en medio de la vitalidad estética de Picasso, surge El sueño: retrato de Marie-Therèse Walter, una joven rubia de formas redondeadas; quien también modeló para una serie de pinturas en las que el artista malagueño concede vitalidad orgánica al cuerpo.
Además de los trazos cubistas y los colores al óleo, esta obra guarda la historia de amor entre la joven de 15 años y Picasso, que cuando la conoció tenía 46 años.
Algunos relatos cuentan que Picasso conoció a la joven un día que salía de las galerías Lafayette en París; le llevó a una librería para mostrarle ejemplares de su obra y luego vivieron en el castillo de Boisgeloup, donde pasaban largas sesiones de trabajo. El pintor aún estaba casado con la bailarina rusa Olga Khokhlova, madre de su hijo Paulo. Thérèse Walter y Picasso tuvieron en 1935 una hija llamada Maya.
Ahora, El sueño (1932) ocupa el segundo lugar de la lista de obras vendidas más caras con un costo de 155 millones de pesos; sólo después de Los jugadores de cartas de Paul Cézanne.
Además de la historia de amor, el óleo de 130 por 97 centímetros ha sido de las pinturas más cotizadas en el mercado; incluso antes de su última venta el pasado mes de marzo.
En 1997, El sueño se vendió en una subasta de la colección Ganz, en 48.4 millones de dólares, precio récord para la época.
En 2006, el millonario Steve Wynn vendió el cuadro en 139 millones de dólares al gestor de fondos Steven A. Cohen, pero al momento de mostrar la pintura a unos amigos, Wynn la golpeó con el codo provocando un agujero. La venta, entonces, se canceló.
Siete años después y 16 millones de dólares más, Cohen consiguió adquirir El sueño en una subasta de Sotheby’s.
Motor del turismo
Málaga, Barcelona y Madrid comparten el legado de Picasso.
Si Viena tiene a Gustav Klimt, Toledo a El Greco o la Ciudad de México a Frida Kahlo, Málaga posee a Pablo Picasso y el turismo lo sabe. La suerte de ver nacer un prolífico artista representa para una ciudad la posibilidad de explotarlo. El genio de Picasso no sólo está en los cuadros que pintó, también deambula por algunas de las ciudades españolas en las que habitó y a las que legó obra.
Las imágenes de turistas haciendo fila a la entrada del Museo Picasso Málaga son habituales, más aún cuando el turismo se ha convertido en el sostén para muchas ciudades españolas, ahorcadas con la crisis que azota al país. “La apertura del Museo Picasso Málaga en 2003 supuso en el aspecto turístico, y por lo tanto económicamente, un antes y un después para la ciudad de Málaga”, explica José Lebrero Stals, director artístico del museo dedicado al cubista en su ciudad natal.
A ese lugar, contiguo a la sede de la Fundación Picasso Museo Casa Natal, llegan anualmente más de 400 mil personas atraídas por el genio de Picasso. Más del 60 por ciento son extranjeros que llegan de todos los países de la Unión Europea –principalmente Alemania e Inglaterra–, pero también llegan de Estados Unidos o países de Oriente. “
Para Málaga el turismo ha sido esencial en los últimos años. De acuerdo con cifras del concejal de Turismo, Damián Caneda, tan sólo en agosto del año pasado, la ciudad recibió a más de 105 mil personas, el número permitió a la ciudad ubicarse junto con Bilbao como la ciudad con más crecimiento y los países que más están aportando son Finlandia, Suecia, Bélgica, Dinamarca, Países Bajos, Francia y Rusia.
El impacto que representaría Picasso para la ciudad fue calculado para invertir más de 66 millones de euros en el Museo Picasso. Carmen Calvo, entonces consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, señaló al diario español El País en 2003: “el museo ayudará a la redefinición del turismo. El turismo que viene a la Costa del Sol es un turismo de ocio atraído por el clima (…) El museo atraerá un tipo de turismo estable que no dependerá de la estacionalidad ni del clima. El turista que venga a Málaga lo hará buscando a Picasso, al igual que va a Salzburgo a oír a Mozart o a Italia a las grandes óperas”.
Regido por la Fundación Museo Picasso Málaga. Legado Paul, Christine y Bernard Ruiz-Picasso, su finalidad es que la obra del artista sea conservada, exhibida, estudiada y difundida. “Concibe a esta institución como núcleo de proyección e impulso cultural y social, al que los ciudadanos acudan, no sólo para el disfrute del patrimonio sino también, para ser partícipes de actividades didácticas y beneficiarios de servicios culturales”, agrega Lebrero.
Pero quizá el mayor ejemplo de cómo Picasso es un atractivo natural para el turismo sea el Guernica. Pese a las opiniones que se inclinan por trasladar el famoso cuadro al Museo del Prado, su permanencia en el Museo Reina Sofía –a donde llegó hace más de 20 años– atrae a dos millones de visitantes al año.
En 2010, el museo ubicado en la Glorieta de Atocha de la ciudad de Madrid festejó su 20 aniversario, ese año alcanzó la cifra de dos millones 313 mil 532 visitantes, un incremento del 10% con respecto al año anterior.
Barcelona, la segunda ciudad del pintor donde se instaló a los 14 años, también saborea los frutos que brinda Picasso. El Museu Picasso recibe más de un millón de visitantes al año.
El Museu Picasso, dice Malén Gual, conservadora de la colección “recibe muchísimas peticiones de préstamo de obras procedentes de todo el mundo”. Este año el espacio celebra 50 años –se trata del primer museo monográfico creado sobre el artista-, su fondo ha sido constituido principalmente con donaciones. En 1963 se constituyó con la colección de Jaume Sabartés (amigo y secretario de Picasso) más las obras de Picasso pertenecientes a los museos municipales de Barcelona. En 1968 y 1970 el propio Picasso realizó otras donaciones que constituyen el 70% de la colección.
El cubismo, su gran influencia
Si bien el pintor y escultor español Pablo Picasso (1881-1973) nunca visitó México, sí supo de la gran riqueza del arte y la cultura prehispánicos, afirma Lupina Lara Elizondo, y confeccionó una obra que marcó a los artistas mexicanos más importantes de la pasada centuria.
La investigadora comenta que el considerado uno de los mayores creadores del siglo XX era una figura egocéntrica que casi nunca salió de París, donde vivió la mayor parte de su vida.
“Se nutrió del arte africano. Debido a su gusto por el origen, quizá supo que en México había un arte y una cultura primitivos de gran riqueza; pero lo que estaba sucediendo en nuestro país en ese momento no era grandioso aún, no era para él algo que pudiera enriquecer su forma de pensar”, agrega.
Lo que sí se dio, añade, es un singular encuentro en la Ciudad Luz entre diversos artistas mexicanos y el creador, junto con Georges Braque y Juan Gris, del movimiento cubista, en especial con Ángel Zárraga y Diego Rivera, quienes convivieron con él.
La autora del libro Referencias de Picasso en México. Ocho pintores (1900-1950) –que analiza cómo la propuesta creativa del dibujante y grabador malagueño fue recreada por pintores como, además de Rivera y Zárraga, Carlos Mérida, Manuel Rodríguez Lozano, Alfonso Michel, Rufino Tamayo, Francisco Gutiérrez y Federico Cantú– aclara que ninguno de ellos lo copió o imitó, sino que comprendieron su pensamiento y lo trasformaron en algo nuevo.
“Aunque era muy tentador imitar a Picasso, era más tentador entender su pensamiento y hacerlo propio. Eso fue lo que hicieron los artistas mexicanos que estuvieron en París y lo conocieron.
“Ellos entendieron el concepto y lo volvieron suyo. Con su sensibilidad devolvieron una obra que acabó abriendo paso a La Ruptura. No se los comió la figura de Picasso, tuvieron la gran capacidad de impregnar su propuesta de la sensibilidad latinoamericana. Picasso fue una figura potente, pero nuestros artistas estuvieron a la altura”, indica tajante.
Lara destaca que al cuidar contenidos propios, pero ejerciendo la libertad de la forma aprendida, los pintores mexicanos dieron una respuesta única en Latinoamérica a la propuesta del autor del famoso óleo Las señoritas de Aviñón (1907).
“Picasso fue una persona que creó otra forma. Marcó el punto de apertura de cómo crear el arte plástico. Hasta ese momento, el arte era referirse a lo que se observaba y, a partir de esto, imaginar. Él se desprendió de la realidad acordada, visual. Planteó una forma diferente de crear, que es la abstracción de la realidad, la recomposición de ésta. Esto abrió un universo de posibilidades”, asegura.
Picasso y Rivera
La editora y estudiosa de Filosofía e Historia del Arte detalla que es muy curioso ahondar en la relación que pudo haber tenido Rivera al vivir en París, a la par de este personaje universal.
“Rivera llega a Europa como aprendiz, mientras que Picasso ya estaba consolidado, ubicado, ya había definido, ya había resuelto. Nos topamos frente a dos personalidades fuertes, potentes, artística y humanamente. Personas que tienen ese poder de seducción, de atraer la atención hacia ellos.
“Diego, que empezó estudiando en España, después se va a Francia, no está tan invitado en un principio a entender el cubismo y ejercerlo. Creo que fue Zárraga quien le hace ver que es algo que hay que experimentar. Diego, con esa capacidad de síntesis, llega a hacer suya esta propuesta y a devolverla de una manera que hasta el mismo Picasso se sorprende. Ve que está impregnada de algo que va más allá de lo que él vio, que quizá sea ese sentimiento nuestro de ampliar horizontes, de sensibilidad, de colorido, de sensualidad”, detalla.
Con información de: http://www.excelsior.com.mx/comunidad/2013/04/08/892732