El monumento Estela de Luz sintetiza desde hace dos años muchas cosas para los mexicanos y todas ellas son negativas:
Sintetiza la necedad de Felipe Calderón Hinojosa.
La necedad de un Presidente que se aferró a una guerra que causó entre 70 y 90 mil muertos, más de 20 mil desaparecidos y al menos 250 mil desplazados.
La necedad de un mandatario que, a pesar de conocer que en sus narices se estaba robando, continuó con el proyecto.
Sintetiza también la desvergüenza.
No es posible tener un monumento cuyo origen y desarrollo, está comprobado, es producto de la corrupción.
Sintetiza además un periodo de oídos sordos.
Las organizaciones civiles le pidieron a Calderón Hinojosa que no lo construyera e hiciera algo digno para homenajear a todas las víctimas de su guerra. Pero no, construyó un monumento para los caídos de las fuerzas federales –en el Campo Marte de la Ciudad de México– y no para los civiles, a los que él llamó varias veces “daños colaterales”.
La construcción de ese monumento provocó sospechas luego de que ni siquiera pudo ser inaugurado en tiempo y forma para septiembre de 2010, como prometió el mismo gobierno federal en su programa con motivo de las fiestas del Bicentenario de la Independencia de México y Centenario de la Revolución.
La columna monumental –por cierto un bodrio arquitectónico– a la que Felipe Calderónse aferró como un símbolo de la trascendencia de su gobierno, se fue convirtiendo mes con mes, y luego de su inauguración oficial el 7 de enero de 2012, en la imagen del fracaso, rodeado de denuncias sobre diversos actos de corrupción y desfalco al erario público, que multiplicaron por cuatro el costo original.
Los recursos públicos para el monumento fueron manejados discrecionalmente por el Fideicomiso Bicentenario.
En febrero pasado, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) confirmó por completo lo que ya ventilaba hace meses: que el Banco Nacional del Ejército, Fuerza Aérea y Armada (Banjercito), en su calidad de fiduciario de dicho fideicomiso; el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), como Coordinación Ejecutiva de los trabajos de las conmemoraciones de 2010; la Secretaría de la Función Pública (SFP), y las demás áreas involucradas en las operaciones revisadas, no cumplieron con las disposiciones normativas aplicables y cometieron irregularidades.
Las desviaciones en que incurrieron los funcionarios entonces encargados del proyecto encarecieron el proyecto al inflar costos y, al mismo tiempo, achicar el proyecto a su mínima expresión: 3 mil 400 metros cuadrados menos contra el que originalmente se aprobó.
El resultado de estas maniobras repercutió en un gasto adicional de más de 752 millones de pesos, para alcanzar un costo total de mil 146 millones.
La ASF afirmó que se invirtieron mil 304 millones 917.7 mil pesos desde su construcción y documentó sobreprecios y pagos improcedentes por 400 millones de pesos en materiales y servicios.
De esta forma, la columna que sería la imagen triunfal de un sexenio –justo en las fiestas del Bicentenario– y “el emblema de la nueva era para México”, como dijo el propio Felipe Calderón, es ahora el monumento que genera el mayor rechazo entre los mexicanos.
Modificar la Estela de Luz en el “Memorial de las Víctimas de la Violencia, Estela de Paz”, y transformar el Centro de Cultura Digital Estela de Luz en “Centro de la Memoria y de la Paz”, como piden diversas organizaciones civiles y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) es una de las opciones para dignificar ese espacio. La otra es que las instituciones encargadas de aplicar la ley persigan a los funcionarios y particulares que defraudaron a la Nación por cientos de millones de pesos y los ponga donde deben estar: tras las rejas.
http://www.sinembargo.mx/opinion/10-04-2013/13680