Tenían que ser los japoneses, de verdad que ya no saben ni qué inventar. Pues ahora resulta que cuentan con un templo de senos, en un pequeño pueblo de Soja, con un diminuto altar llamado Karube Jinja. Que solía tener un árbol de cerezo llorón llamado “Tarachine no Sakura”.
Este comenzó siendo un lugar para recibir las necesidades espirituales de la población local. Sin embargo, a partir de finales del siglo 17 los visitantes notaron que un Sauce Llorón vecino “lloraba” más de lo normal. Entonces se lo asoció rápidamente con el proceso de amamantar y las mujeres empezaron a acudir con el deseo de pedir más leche para darles el pecho a sus bebés.
La voz se corrió al punto que la visita se hizo una tradición y las japonesas comenzaron a organizar multitudinarias peregrinaciones.
A pesar de que el sauce original se murió en los 40, hoy en día el lugar se mantiene como un altar al que turistas y locales asisten dejando ofrendas y amuletos con formas de pechos de todos los tamaños, los cuales son exhibidos en las paredes del santuario.
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