Desde nuestra más tierna infancia nos han enseñado que el pecado es una gran ofensa a Dios y a nuestros semejantes. Nos bautizaron para librarnos del pecado primigenio y después, fuimos al catecismo y nos confesamos para recibir a Dios en nuestro corazón. Al menos los católicos hacen eso.
El caso es que ya mucho se ha escrito sobre el origen de la maldad humana y el hombre tiende a realizar clasificaciones que lo ayuden a entender la naturaleza del ser. La definición de pecado capital es aquel del cual emanan pecados semejantes pero no tan graves. Los que ahora conocemos son siete: soberbia, gula, pereza, avaricia, Ira, lujuria y envidia. De estos, se derivan todas las malas intenciones y bajas pasiones del ser humano.
Y bueno, no se niega que es un tema que resulta apasionante visto desde el conocimiento psicológico de nuestro prójimo, llamado fríamente “receptor” en el medio del diseño. Desde chiquitos andamos adivinando las intenciones que pudiera tener el otro o la otra respecto de lo que hacemos o decimos. Es por esta razón que hoy recomiendo la serie de los Siete Pecados Capitales editada por Paidós. En esta ocasión les hablaré de uno que a todo mundo interesa: la lujuria y de otro del cual somos victimas: la envidia.
El formato de los libritos es hermoso: pasta dura y buen papel interior, con una sobrecubierta en colores relacionados con el pecado en cuestión. Y cada libro lo escribe una persona diferente con autoridad en el tema. En el caso de la lujuria, correspondió a Simon Blackburn, profesor de filosofía de la Universidad de Cambridge, escribir sobre este vilipendiado pecado.
Blackburn se dedica a realizar un recorrido histórico por el concepto de lujuria o pecados de la carne. Desde Platón, pasado por la Edad Media y Schopenhauer el autor explora las diferentes concepciones sobre el placer de la carne. Freud y Kinsey no podían faltar. Y el autor nos invita a reflexionar sobre el mal de este pecado y hasta dónde se considera pecado. Por su parte, el ensayo sobre la Envidia estuvo a cargo de Joseph Epstein, escritor y ensayista el cual ha participado en publicaciones como The New York Times y Harper´s.
Una malevolencia silenciosa, una hostilidad fría y secreta, un deseo impotente, un rencor oculto y mortificante. Así describe el autor a la envidia. Muchas veces no sabemos por qué nos encontramos mezclados en chismes, habladurías o en situaciones incómodas. Después, nos damos cuenta de que alguien nos tiene envidia. Y si sabemos observar bien nos asombraría saber que hay más gente que nos envidia de lo que imaginamos. En próximas entregas hablaré de los siguientes cinco pecados capitales, mientras tanto, mucho cuidado.
Irma Carrillo Chávez
Twitter: @IrmaCarrilloCH