Los yihadistas del grupo sirio-iraquí del Estado Islámico (EI) están reforzando el control sobre Ramadi, capital de la provincia de Al Anbar, al este de Bagdad, tras tomar este lunes la ciudad. Y lo está haciendo siguiendo el patrón de otras operaciones: los hombres del EI están minando la localidad para dificultar la entrada, han abierto las puertas de la cárcel y están buscando casa por casa a miembros de la policía o el Ejército. Las milicias chiíes están desplegando a los 3.000 miembros movilizados a la afueras de la ciudad para lanzar una contraofensiva. Después de Raqa, en el noroeste de Siria, y de Mosul, en el norte de Irak, Ramadi es la tercera capital de provincia en manos del EI.
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Según algunos testigos, los yihadistas han levantado controles de seguridad y está colocando minas para asegurar el perímetro. Están además buscando a miembros de las fuerzas de seguridad para, supuestamente, hacerles pasar por sus tribunales religiosos. El EI, como ya hiciera en otras ciudades, ha asaltado un centro de detención antiterrorista y ha liberado a un centenar de personas, entre ellos, a una treintena de mujeres.
Sami Abed Saheb, dueño de un restaurante de la ciudad, de 37 años, ha detallado que los prisioneros habían recibido un disparo en los pies de las fuerzas de seguridad iraquíes para dificultar su huida. El EI ha clavado su bandera negra en la principal mezquita de la ciudad, los edificios gubernamentales y algunos de los inmuebles más importantes. Una empleada de una tienda de ropa ha relatado como uno de los yihadistas le ha advertido contra la venta de ropa interior, algo prohibido según su interpretación de la ley islámica.
Los yihadistas han prometido a la población a su llegada comida, medicinas y médicos. “Están tratando de ganarse la simpatía de la gente”, ha manifestado Saed Hammad al-Dulaimi, profesor de 37 años, quien además ha relatado que los yihadistas están retirando los muros caídos por la batalla y las barreras de arena levantadas por las fuerzas de seguridad iraquíes.
Ramadi forma parte del triángulo suní, junto a Tikrit y Bagdad, tan sacudido por la guerra sectaria tras la invasión estadounidense iniciada en 2003. La decisión del primer ministro Haider al Abadi de enviar a las milicias chiíes, una suerte de grupos paramilitares, a reconquistar la ciudad amenaza con avivar la violencia entre las dos ramas del islam en Irak.
Fuente: El Pais.