Propaganda nazi vs propaganda electoral

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“La propaganda intenta forzar una doctrina sobre la gente… La propaganda opera sobre el público general desde el punto de vista de una idea y los prepara para la victoria de esta idea”, escribía Hitler en Mi lucha en aquel lejano 1926. Fiel a este pensamiento, el Führer del Tercer Reich estableció una voraz maquinaria propagandística, tan efectiva como estremecedora, que se convertiría en un parteaguas en lo que a estrategias de comunicación se refiere.

Hoy, en pleno siglo XXI, un poco más maduros, con mayor malicia en los ojos, sabemos distinguir bien entre propaganda efectiva y la que no lo es. En pocas palabras, la buena propaganda no se basa en el engaño oculto, sino en un acuerdo bien asumido con el receptor que dice “Esto es lo ofrezco: lo quieres, lo necesitas”.

Por supuesto, no se trata de extrañar aquellos tiempos en los que la comunicación unidireccional del Estado establecía agenda en los muros de las calles, sino de exigir comunicación efectiva en lugar de remedos de trucos más viejos que Matusalén.

A medio camino del periodo de campaña y hartos de la ineficiente y estorbosa propaganda electoral, no sobra recordar a los candidatos de todos los partidos: basta de vergonzosa demagogia, ¡queremos saber de una vez qué es lo que proponen!

Fuente: Sopitas.

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