Cualquiera que haya tratado de dejar de fumar sabe que los juegos mentales requieren resistir las tentaciones y tolerar dolores de cabeza y letargo. Un nuevo estudio sugiere que algunos que logran dejar el cigarro solo están más equipados mentalmente para vencer el desafío, que quienes no pueden dejar de ser fumadores.
Los investigadores observaron la actividad del cerebro de 85 fumadores constantes (al menos 10 cigarros al día) usando un método llamado fMRI o imagen de resonancia magnética funcional.
Los expertos encontraron que la gente que tenía conexiones más fuertes entre las dos regiones del cerebro –la que involucra los premios y la que controla la conducta impulsiva– tenían más opciones de dejar de fumar en al menos 10 semanas.
“Este es el estudio más grande en la historia en el que hemos intentado identificar los marcadores neurales, o vaticinadores, de poder dejar el cigarro”, comentó Joseph McClernon, profesor asociado de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Universidad de Duke, en Estados Unidos que condujo el estudio.
Investigaciones previas han arrojado luz sobre cómo el fumar altera a largo plazo el cerebro, y en contraste, como se ve el cerebro de una persona que no fuma.
En el estudio, publicado en la sección Neuropsychopharmacology de la revista Nature, los investigadores hicieron un escaneo vía fMRI en los participantes, un mes antes del día que se establecieron para dejar de fumar. Luego, en el día fijado, los participantes recibieron parches de nicotina y acudieron con los investigadores durante las próximas 10 semanas, para informarles si habían recaído.
Los participantes que no recayeron pudieron tener una mejor oportunidad de dejar de fumar.
“La mayoría de la acción relacionada con vencer la adicción a la nicotina toma lugar en el primer o segundo mes”, dijo Jonathan Foulds, profesor de ciencias de la salud pública y siquiatría en la universidad de Penn State.
La diferencia clave entre los participantes que lograron dejar del cigarro se debe a un área llamada ínsula, una sección que está en un lugar profundo del cerebro. Aquellos con la mayor cantidad de ínsula fueron los que lograron dejar de fumar en las siguientes semanas.
Aunque no está claro lo que la ínsula hace, los investigadores piensan que actúa como un puente, conectando la región de los premios con las regiones que controlan el comportamiento. La ínsula también está relacionada con otros tipos de adicciones a las drogas como el alcoholismo.
“Es un área fronteriza, y una en la que estamos interesados en investigar en términos de intervenciones para dejar de fumar”, comentó McClernon.
La idea es que los doctores puedan un día tratar de identificar a fumadores que tienen una conectividad pobre en la región de la ínsula. Aquellos que puedan se podrían beneficiar de las terapias como la estimulación magnética transcraneal o neurofeedback (TMS, por sus siglas en inglés) para fortalecer la conectividad.
Aunque la efectividad de estas terapias para dejar de fumar aún está siendo investigada, los hallazgos recientes pudieran al menos sugerir el área del cerebro en la que los investigadores se pudieran enfocar, comentó McClernon. Este grupo de expertos está probando actualmente si el neurofeedback que involucra preguntar a las personas que recuerden el momento en que pudieron resistirse efectivamente a la tentación que pudiera incrementarse a través de la ínsula.
Además, las personas que registren una actividad de conectividad pobre del cerebro quizás necesiten más ayuda al dejar de fumar, como la posibilidad de otorgar premios monetarios a quienes dejen el cigarro, comentó McClernon.
Otro estudio reciente sugiere que el fMRI pudiera convertirse una parte rutinaria de las condiciones de tratamientos, como la depresión. Si la conectividad del cerebro y la región de ínsula resultan ser la clave para dejar de fumar, los escaneos pudieran convertirse en parte de los programas para abandonar el cigarro.
Con información de: CNN