El tapir habitaba ocho estados del país, hoy sólo existe en cuatro

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Al parecer para los tapires es más fácil sobrevivir a la glaciación, que a los hombres. Considerados como “fósiles vivientes” estos animales son una de las pocas especies de megafauna (como mamuts y perezosos gigantes) que sobrevivieron al fin de la última glaciación durante el final del Pleistoceno. Justo cuando los grupos humanos comenzaban a llegar a América.

El tapir es el gigante de Centroamérica. Es el mamífero terrestre nativo más grande en la región que está por extinguirse al encontrarse ejemplares sólo en cuatro de los ocho estados mexicanos donde antes se distribuía.

“Los tapires centroamericanos solían distribuirse de manera prácticamente continua desde el norte de Colombia y Ecuador hasta el sur de México. Sin embargo, debido a la cacería y la destrucción de su hábitat, ahora su distribución se encuentra restringida a unos cuantos remanentes de bosque que son lo suficientemente grandes (de cientos de miles de hectáreas) para mantener sus poblaciones”, explica a SinEmbargo el Doctor Eduardo Mendoza Ramírez, biólogo del Centro de Investigación en Ecosistemas, UNAM, Michoacán, México académico e investigador especializado en el estudio del tapir.

El tapir de Baird o tapir centroamericano es una de tan sólo cuatro especies de tapir que existen en el mundo, de las cuales, tres se distribuyen en América y una en el sureste asiático.

De acuerdo con la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés) el tapir de Baird es una especie clasificada En Peligro, y se estima que en las últimas tres décadas su población se ha reducido en más de un 50 por ciento, quedando poco más de 5 mil individuos; y el número sigue en descenso.

“Tan sólo en México, el tapir centroamericano se encuentra extinto de manera local en Guerrero, Veracruz, Tabasco y Yucatán; por lo que sus poblaciones remanentes se concentran en Chiapas, Quintana Roo, Campeche y Oaxaca y están restringidas a Áreas Naturales Protegidas (ANPs) como Montes Azules, El Triunfo, Calakmul, entre otras”, señala el biólogo Juan Paulo Carbajal-Borges de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).

TAPIR, UNA “ESPECIE SOMBRILLA”

Cría de tapir de baird. Debido a su baja tasa de reproducción, (su gestación es de 13 meses y la cría pasa alrededor de dos años con la madre) el tapir centroamericano se recupera más lentamente de lo que desaparece. Foto: Especial.

De acuerdo con un estudio realizado por expertos del Instituto de Zoología de Londres, en que se estudiaron a más de cuatro mil especies con algún grado de amenaza, el tapir debe ocupar la posición 39 de mayor importancia para conservar dadas sus características ecológicas y evolutivas.

“Al tapir se le considera como una especie sombrilla. Esto quiere decir que al proteger al tapir y su hábitat estamos protegiendo otra serie de especies (tanto animales como vegetales) que, o se encuentran en una estrecha relación con la ecología del tapir, o tienen actividades que se distribuyen dentro de los parámetros que esta especie también requiere para sobrevivir”, asegura el también investigador, Carbajal-Borges.

La importancia de estos mamíferos en los ecosistemas recae en que son una especie de arquitectos del hábitat y al desaparecer su presencia, podría traer consecuencias trascendentes.

“Es decir, son un tipo de arquitectos del hábitat y su desaparición llevaría a cambios en la composición de especies vegetales produciendo efectos importantes en la cadena alimenticia de los bosques”, indica el experto en esta especie.

Los tapires son mamíferos muy particulares, asegura Carbajal-Borges, ya que son animales herbívoros estrictos y se alimentan de hojas, tallos, corteza, flores y frutos de una gran variedad de plantas; por lo tanto, son de suma importancia para los bosques, pues controlan las poblaciones de plantas (con su alimentación y pisoteo) y dispersan las semillas de las especies vegetales de los bosques que habitan.

“El tapir pertenece a una línea evolutiva con pocos representantes en la actualidad (Perisodáctilos) la mayoría de los cuales se encuentran bajo un fuerte riesgo de extinción. De esta manera, si el tapir se extingue, existiría un riesgo muy fuerte de perder toda una rama evolutiva”, advierte el doctor Eduardo Mendoza.

LA MANO DEL HOMBRE

La historia de amenaza del tapir de Baird no es diferente a la de muchas especies: está en peligro de extinción principalmente por la reducción y fragmentación de su hábitat; por la caza, practicada en sitios muy puntuales de centroamérica; y una tasa de reproducción baja.

A estos factores hay que agregar que se ha comprobado que los tapires pueden adquirir enfermedades de caballos y ganado vacuno, lo que constituye otro factor de riesgo.

Por otro lado, dado que esta especie carece de espacios extensos y en buen estado para mantener poblaciones grandes, los especialistas prevén que comenzarán a sufrir problemas genéticos letales derivados del empobrecimiento genético. Algo así como lo que pasa con los menonitas que se reproducen entre individuos cercanos genéticamente (parientes).

Y como si no fuera suficiente, debe incluirse el atropellamiento de vehículos.

CUIDAR AL ARQUITECTO DEL HÁBITAT

Los tapires son animales solitarios y generalmente inofensivos. Se sabe que prefieren estar activos durante horas crepusculares y nocturnas, además de evadir sitios con actividad humana. Lo que los convierte en unos “fantasmas de la selva”. Foto: Especial.

Hoy día, aunque pocas, existen algunas organizaciones internacionales y nacionales que velan por el estudio y conservación del tapir de Baird. Como el Tapir Specialist Group, del IUCN.

En México, hay grupos principalmente integrados por biólogos, ecólogos y veterinarios, que participan a través del Programa de Conservación Para Especies en Riesgo y en diversas organizaciones.

No obstante, los expertos consultados por SinEmbargo, señalan que aunque las autoridades federales han hecho esfuerzos para la protección de la especie, estos aún resultan limitados y en ocasiones no permiten darle buen seguimiento a las investigaciones, principalmente por carencia de recursos destinados para realizar estudios permanentes y a largo plazo, así como la adquisición de equipo técnico.

“Al mismo tiempo –comenta Carbajal-Borges– existen políticas públicas que se contradicen o son antagónicas a la conservación del tapir. Por un lado, hay programas de conservación de especies en riesgo, pero por otro, dependencias relacionadas con la producción agrícola fomentan la deforestación o no permiten la restauración de ecosistemas.

Es importante proteger su hábitat, fomentar corredores biológicos, educación ambiental, desarrollo de mejores políticas públicas y de actividades productivas compatibles con su conservación, así como el apoyo de la sociedad civil a las diferentes organizaciones que luchan ella.

“Tan sólo en el 2013, México perdió cerca de 200 mil  hectáreas de vegetación nativa y gran parte de esta deforestación se concentra en los estados del sur y sureste de México. Es urgente, no solo para el tapir, desarrollar políticas públicas que disminuyan el impacto que tenemos sobre los ecosistemas”, continúa el experto de la UADY.

Proteger al tapir es proteger a, al menos, una de las 475 especies en peligro en México.

“Sólo así  –concluye el biólogo Borges –podremos asegurar que tanto los grupos humanos como, en este caso, los tapires, tengan los recursos necesarios para desarrollar una vida en armonía”.

 

Con  información de: Sin Embargo

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