¿Qué se vayan todos? ¡Que se vaya Peña Nieto!

Uncategorized

¿Qué se vayan todos?¡Que se vaya Peña Nieto! –dicen muchos en todos lados.

Me pregunto: ¿Y luego qué? ¿Que otro pelele nos venga a gobernar con idénticas perspectivas? ¿Con los mismos mecanismos institucionales que otros han tenido que usar, legado de un sistema político autoritario del que mucho se quejan todos y poco hacemos por erradicar? Se engañan solos los que crean que yéndose el tarado que hoy nos gobierna, las cosas van a cambiar radicalmente.

Nada va cambiar realmente, hasta no ver que se toquen los intereses privados que de toda la vida han mantenido secuestrado el genuino interés de una ciudadanía, cada vez más olvidada de sí y menos dispuesta a creer –por lo mismo–, en la voluntad de sus gobiernos. Del enojo no se saca absolutamente nada.Tan retorcido se vive en este país, que muchas cosas se mantienen literalmente, sólo porque nadie se ocupa de ellas.

Yo me pregunto por ejemplo: ¿A los intereses gremiales de quién carajos representan personajes como Víctor Flores Morales? Líder vitalicio de un sindicato –Ferrocarriles Nacionales de México–, sin razón de ser, porque para empezar, hace más de 17 años que ni servicios de ferrocarril tenemos. Sin contar que buena parte de su otrora planta laboral, literalmente se está yendo por efecto del tiempo.

Como queda en evidencia, si se visita la extensa red de estaciones que alguna vez hicieron del país una potencia mundial en el tema, porque salvo por la esporádica intervención de un cada vez más exiguo personal, que rara vez se halla por debajo de los 60 años, es casi imposible observar movimiento laboral alguno.Pero eso sí, hombres como el arriba mencionado, viven a cuerpo de rey como si de magnates se tratara, todo claro, a costa de los 32 000 trabajadores que todavía hoy subsisten, y cuyo cobro de pensiones a merced de las cuotas sindicales que mes con mes se les exige, otorgan al susodicho, una dieta personal de poco más de un millón de pesos al mes, dinero del cual dispone sin rendir cuentas absolutamente a nadie; lo que le ha convertido en un hombre por demás potentado, y dueño actual entre otros muchos negocios, de los Tiburones Rojos de Veracruz, equipo de fútbol profesional, que huelga decir, igual que muchos otros en este país, jamás ha sido rentable.

Pero claro, eso es lo de menos cuando se tiene en el bolsillo dinero ajeno de sobra.Luego entonces me pregunto: ¿Qué se puede pensar que va cambiar con la renuncia de tal o cual funcionario, si no se va llegar en todos los aspectos hasta las últimas consecuencias? Esto es, a remover los intereses privados de aquellos que, pese a los numerosos cambios que hemos vivido los últimos 20 años, han logrado permanecer y conservar sus privilegios. Porque casos como el antes descrito, son el pan nuestro de cada día, empero lo que digo: Qué carajos se necesita para procesar judicialmente a quienes son responsables de todo tipo de cargos, tales como abuso de abuso de confianza, malversación de fondos públicos y enriquecimiento ilícito, por no decir también, que guardan tal cantidad de conflictos de interés, –toda vez que son juez y parte en numerosos problemas de índole pública–, porque la más de las veces, se sirven de los mismos recursos que se apropian, para posicionarse en el propio gobierno, no sólo accediendo a cargos de elección popular, sino también haciendo virtualmente imposible distinguir –hasta por sentido común–, la diferencia entre ser funcionario público, líder sindical o coetáneo representante partidista.

Digo, mañana bien podría llegar a renunciar cualquiera, y absolutamente nada cambiaría, por la sencilla razón de que mucho de lo que en este país mal funciona, es estructural, no personal. Así las cosas, si se tratara de corregir desperfectos, solicitando renuncias, nos veríamos en la necesidad de decir como muchas veces se ha dicho antes, ¡que se vayan todos! Un tema que por deseable que pudiera parecer a muchos, resulta irrealizable. No señores, definitivamente es muy poco lo que con renuncias masivas se habrá de lograr.

Porque mientras no se busque el afianzamiento de recursos jurídicamente vinculantes, por muy airados que lleguen a ser nuestros reclamos colectivos, todo permanecerá como hasta ahora: Entre la negligencia y el olvido.   ___Y pensar que pese a la posición crítica que aquí sostengo, este comentario será con toda seguridad, tomado por morenos y demás adeptos de causas perdidas, como una expresión de peñabotismo, en la creencia de que se defiende lo indefendible. Pero eso sí, no se nos ocurra decir algo del señor de los lamentos que les comanda, porque ahí sí, hasta espuma les sale por la boca.

El Hombre Muerto
@aguileradt

 

Compartir ésta nota:
Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp