POR: ALDO PATLÁN
Cada tres semanas aproximadamente, tengo el honor de escribir en esta columna para ustedes, aunque no lo parezca, las semanas previas a aplastarme a escribir me la paso pensando (aunque usted no lo crea) sobre qué voy a escribir, que puedo escribir que no sepan ya.
La verdad esta vez no sabía qué hacer, así que decidí irme a un bar a pensar y reflexionar sobré que podría escribir y pasó algo curioso.
Llegué, el cantinero de siempre, la bebida de siempre y el lugar de siempre, pero está vez era diferente, está vez había un grupo de amigos reunidos al fondo de la cantina, todos en traje, bebiendo whisky y fumando, en el grupo estaba una chica, caso extraño ya que aun así todos hacían chistes machistas y vulgares, en fin, me acerqué (soy bien metiche, ¿qué le voy a hacer?) y me di cuenta de cómo todos rendían pleitesía a este hombre, alto, con una barba casi pintada y corta, con un peinado hecho casi con regla, todos le llamaban Don, menos un tipo, él le decía Dick y cuando yo me acerqué a él para platicar, él me dijo que su nombre era Jon, y qué odiaba el machismo. Un hombre bastante agradable, hacía honor a las típicas pláticas de cantina, pero cuando el humo del cigarro me cansó y mi vista nubló decidí moverme, regresar a mi lugar, ahora sí, ponerme a pensar.
De camino a mi lugar una mujer tomó mi brazo, de hecho me jaló, y caí sentado en una silla en su mesa, ella estaba sola, una mujer hermosa, rubia, ojos azules, de pronto olvide que me había molestado por jalarme, de hecho hasta inicié una plática con ella. Ella me dijo lo triste que estaba, algo bastante extraño pues su rostro amable y simpático parecía que decían lo contrario, aunque era precisamente por eso por lo que estaba triste, porque según ella, todo el mundo espera qué siempre los haga reír, hacer sentir bien, aún y cuando ella no lo está, por ejemplo, me platicó de cuando se divorció, cuando su hombre la dejó por una compañera de trabajo y como ella sufrió pero el mundo se divirtió con ese sufrimiento. Cuando le pregunté qué hacía ahí me dijo que esperando a sus cinco mejores amigos, aunque bien raro, cuando los amigos llegaron, todos le decían Rachael aunque ella me había dicho que se llamaba Jennifer. No quise meterme en la plática de esos amigos, así que decidí moverme.
Ahora ya no tenía la intención de regresar a mi lugar, preferí ponerme a curiosear en el lugar, a ver si me encontraba algo igual de peculiar. Y así fue, llegué a la barra de lugar, ahí estaba una mujer cuyas curvas ¡Uf!, justo cuando iba a decidir dejar de buscar personajes peculiares y hablar con la chica llegó este tipo rubio en traje, no sé porque, pero llevaba una ridícula corbata con patitos, hasta parecía que había perdido una apuesta. Entonces ambos comenzamos a hablar con la chica, una competencia totalmente machista, él, vaya, todo un woomanizer, me hizo ver súper novato, pues yo caí en el cliché de alabar sus ojos, pero él se fue por lo superficial, le alabo el vestido que traía puesto, se pusieron a platicar sobre el diseñador del mismo, y no dejaba de decirle lo (como él decía): “LEGEEEEN…espera…DARIA ¡LEGENDARIA!” Que sería la noche si se iba con él y sus amigos, que estaban sentados en otra mesa. Ella le preguntó su nombre, él le dijo que se llamaba Neil pero ella no le creyó, menos cuando todos sus amigos desde la mesa (qué dicen es la que siempre tienen) le gritaron Barney.
Decepcionado me quede ahí sentado en la barra, no había podido quedarme con la chica, aquel tipo simpático se la había llevado pero entonces paso algo bien curioso, un güey con toda la finta de borracho, ya saben, despeinado, jeans, una playera negra que se ve no se había quitado en días y una chaqueta de cuero me dijo: No te preocupes, ahí le gusta más el palo a él que a ella. Me lo dijo mientras escribía en una libreta, le pregunte su nombre, no me lo dijo, solo me dijo (con una voz aguda) que le dijera “madafaka”, aunque el cantinero le llamaba Duchovny. Me dijo que era escritor, pero que en sus ratos libres le gustaba buscar Aliens. En ese momento él estaba escribiendo algo y me pidió que lo leyera, jamás creí leer algo de ciencia ficción con tanto contenido sexual, algo curioso y justo cuando creí que eso era lo más ridículo que podía ver esa noche ¡BOOM!
La ventana del lugar se rompió cuando a gran velocidad fue atravesada por este hombre rubio y pálido, con el rostro arrugado a la altura de la frente, venía siendo perseguida por una hermosa rubia, y ahí como si nada se comenzaron a pelear, ella con una estaca en la mano y él a puño limpio, la furia de ella aumentaba cada que la llamaba Buffy, y ella solo pedía que le dijera Sarah. La escena se tornó aún más extraña cuando la pasión de la pelea los llevó a los besos.
Ahí supe que era too much, que debía salir a tomar un poco de aire, así que fui al estacionamiento en la parte trasera del lugar, y desde la puerta pude ver esta casa rodante, de ella salía humo azul, también se escuchaba salir música, era la canción “Baby blue” de Badfinger. Justo cuando creí que nada más raro podía salir de ahí, a gran velocidad salió corriendo un hombre usando un mandil y unos calzoncillos, un hombre calvo con barba de candado y unas viejas gafas, hasta parecía maestro, de fondo se escuchó a un joven gritarle “bitch” a lo que este hombre solo respondió ¡SOY BRYAN!, entonces de la camioneta salió un joven con finta de rapero y mientras trataba de alcanzar al cocinero en calzoncillos le decía “Perdón Señor White, no lo volveré a echar a perder”, aparentemente algo había descompuesto, supongo que por eso el humo.
Vaya escena, después de ver eso decidí regresar a mi lugar, me senté y en mi mano estaba este aparato. Entonces todo cobro sentido, entonces entendí quién era, donde estaba y de que debía escribirles.