Las mujeres entran con fuerza al Parlamento turco

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El sexo femenino ahora cuenta con derechos políticos, aunque sigue aún luchando por el respeto y la igualdad.

El último Parlamento turco contaba con 79 mujeres, de los 550 escaños disponibles, y el gobierno del primer ministro Ahmet Davutoglu, en el poder desde agosto de 2014, solamente una mujer entre 26 miembros: Aysenur Islam, ministra de la Familia y de la Política Social. Pero la entrada del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), una fuerza pro kurda de izquierda a la Gran Asamblea Nacional, ha cambiado la situación.

Con 13 por ciento de los sufragios, el HDP, que se dice abiertamente “feminista”, enviará a las bancas del nuevo Parlamento a 31 mujeres sobre sus 80 diputados. Los islamo-conservadores del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), del presidente Recep Tayyip Erdogan, lograron, a su vez, hacer elegir a 41 diputadas, contra 46 en 2011. El AKP es el único partido en enviar menos mujeres que durante la anterior legislatura.

A su arribo al poder en 2002, el AKP promovió de entrada los derechos de las mujeres, en especial a favor de la candidatura de Turquía para adherir a la Unión Europea. Una década más tarde, el partido del Erdogan perdió el impulso y ensució su imagen restringiendo el acceso al aborto o incluso alentando el uso del velo.

Especialista en la Turquía contemporánea del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI), la investigadora Dorothée Schmid destaca que la era Erdogan —antes también primer ministro— estuvo marcada por una regresión de la cultura igualitaria entre hombres y mujeres. “No es un asunto de legislación sino de cultura social”, explica. En efecto, el retroceso de la condición femenina en Turquía se manifiesta ante todo en los discursos en el seno del espacio público. “Los hombres son percibidos como los motores de la sociedad, mientras que la mujeres están relegadas a su rol de madre”, añade Schmid.

Entre sus múltiples intervenciones Erdogan, que también ha recomendado a las mujeres tener “al menos tres hijos”, dijo en octubre de 2014 que la igualdad hombres-mujeres era “contraria a la naturaleza humana”. Algunos meses antes, su viceprimer ministro, Bulent Arinç, dijo que una mujer “no debía reír fuerte en público”.

Para Jean Marcou, profesor de ciencias políticas en Grenoble, la condición de las mujeres en Turquía está retrocediendo. “La situación es menos buena que bajo Kemal [Mustapha Kemal Ataturk, primer presidente de la república turca] en los años de 1930”.

Otro síntoma de la degradación del estatus de la mujer en Turquía son las violencias de distinto tipo que sufren y que no dejan de aumentar desde hace algunos años. Según un informe sobre la violencia en Turquía, publicado en 2014 por la universidad Hacettepe de Ankara, 40% de las mujeres ha sido abusado físicamente al menos una vez en su vida, mientras que una de cada diez mujeres ha sufrido violencias domésticas.

En febrero, la muerte de Ozgecan Aslan, una estudiante de 20 años violada y después asesinada a golpes con una barra de hierro por un chofer de autobús, llevó a miles de mujeres a expresarse sobre el acoso sexual.

La muerte de la joven Ozgecan se convirtió en símbolo de la cólera que ha ido en aumento en Turquía. Durante la campaña para las elecciones legislativas, las asociaciones feministas se movilizaron para denunciar las violencias que sufren las mujeres y también para oponerse al partido del presidente Erdogan.

En las redes sociales, centenares de mujeres se hicieron fotografiar de espaldas, en señal de rechazo al AKP. Una campaña que benefició al HDP, defensor asumido de los derechos de las mujeres y de las minorías discriminadas, como los kurdos, los cristianos y los homosexuales.

Fuente: Milenio.

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