James Garbarino es un psicólogo que ha pasado cerca de 20 años escuchando a asesinos antes de que estos diesen su testimonio ante una corte penal. Su experiencia la ha recogido en el libroListening to killers: Lessons learned from my twenty years as a psychological expert witness in murder cases y muestra ciertos puntos que se esconden en la mente del asesino.
1. Los asesinos en rara ocasión llevan la etiqueta de “monstruos”. El psicólogo ha contado al portal Business Insider que tras las tendencias sociópatas o violentas se esconde una persona que simplemente necesita ayuda. “Si pudiese sentarse delante de una de estas personas le sorprendería su humanidad”, señala Garbarino. En una ocasión, cuenta, entrevistó a un hombre que era aterrador para la mayoría de las personas pero que a la vez lloraba por las noches hasta que se dormía.
2. No existe el “asesinato sin sentido”. Cada crimen tiene su propia lógica, aunque el resto del mundo no pueda verlo, señala el experto, que deja bien claro que esto no sirve para absolver a ningún criminal. En cambio, sí puede ayudar a iluminar el trasfondo, el porqué de su acto, y entender qué salió mal.
3. Los asesinos están profundamente dañados. Los criminales son personas arrastradas por sus traumas, dice Garbarino. En cada entrevista que él llevó a cabo preguntó a los criminales las mismas 10 preguntas sobre violencia doméstica, abuso u otras cosas similares ocurridas en la infancia. Mucha de la gente “normal” puntúa entre 0 o 1, pero la cifra en el caso de los asesinos suele ser de 8 como mínimo.
4. Hasta los peores criminales son capaces de cambiar. Garbarino defiende que no importa la magnitud del crimen que se haya cometido y que estas personas pueden ser rehabilitadas. En el libro, el psicólogo cuenta una historia similar a la masacre que se produjo en la escuela de Columbine. Los fiscales querían tratar al asesino como un adulto, lo que le habría costado una larga condena por los asesinatos premeditados. Sin embargo, Garbarino consiguió que fuese juzgado como lo que era, un menor.
Como resultado, cuenta, el joven consiguió volver a la escuela después de unos pocos años, se unió al ejército, se casó y formó su propia familia.
Con información de: Economía Hoy