LA DEMOCRACIA DANZA AL SON DEL DINERO

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México es de los países que más gasta en asuntos relacionados con la democracia. Si se analiza un poco la información existente, los números resultantes son abrumadores.

El Estado se encuentra repartido en 15 Distritos Electorales, con un padrón de 1’874,632 votantes registrados. En la pasada elección a gobernador, votó el 57.37 %, es decir, 1’075,475 de los potenciales electores.

El Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de San Luis Potosí, CEEPAC, presentó para este año un presupuesto de egresos por la cantidad de $357’504,346.69 para ejercer. Dentro de esta cantidad, se incluyen $128’725,218.59 para repartir como financiamiento a partidos políticos y candidaturas independientes. En el último de los casos, el total a ejercer comprende gastos que directa o indirectamente están relacionados con la actividad política en nuestro Estado.

Si repartimos este presupuesto, y damos como un hecho que su último fin es que la población tenga acceso a ejercer su derecho al voto, por parte de mantenimiento de CEEPAC y los partidos políticos, el costo por cada uno de los empadronados alcanza la cantidad de casi $191.00 pesos por este año. Si planteamos que este gasto se considera sobre los votos ejercidos, esto es, cuánto se gasta por cada uno de los votos depositados en las urnas, este costo se incrementa a más de $332.00 pesos.

Cerrando los simples costos que hemos considerado hasta ahora, cada voto en la Elección a Gobernador de este año tendría un costo alrededor de $350.00 pesos, cantidad que al multiplicarse por cada uno de los mencionados votos, alcanza un monto exorbitante.

Esta cantidad es parte de la cara oficial, una apreciación muy somera de lo que nos cuesta mantener la operación política de nuestro Estado. Aunado a esto, existe dinero que no es posible fiscalizar, el cual proviene de poderes fácticos existentes en nuestra sociedad, así como diversas fuentes particulares que a su vez generan compromisos que a la larga, se ven reflejados en un incremento en los gastos generales de gobierno. Además, se debe considerar lo que le cuesta al estado mantener al gran aparato burocrático que está relacionado con temas en comento.

¿Es realmente necesario gastar estas cantidades de dinero? ¿Está justificado el repartir estos recursos en un crecido aparato burocrático que al final sirve para un pequeño porcentaje de la población? ¿Es necesaria esta gran cantidad de partidos políticos para lograr una verdadera democracia? La pregunta más dolorosa, quizás, podría ser ¿En qué se podría gastar esta cantidad en favor de la sociedad?

Hay muchos rubros en los que se adolece de inversión. No es óbice mencionar el descontento en general entre la población por la pésima calidad de los servicios prestados por los gobiernos estatal y municipales. Calles mal pavimentadas y llenas de baches, falta de iluminación nocturna, un servicio de recolección de basura deplorable, mala distribución de agua potable, jardines públicos en pésimo estado, panteones saturados, entre muchos otros, representan posibles inversiones que beneficiarían a toda la población.

Finalmente amable lector este somero ejercicio debe servir para reflexionar y hacer conciencia. Pero desde luego la mejor opinión es la de usted.

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