Hace cinco años dejó casa, amigos y vida en Italia; el plan era pedalear seis meses hasta Japón
Enrico salió de la ciudad de Biella al norte de Italia y recorrió Europa del este, cruzó los extensos territorios de Rusia y China hasta llegar a Japón, lo que sería su destino “final”; sin embargo ya estando ahí decidió viajar en barco o en avión para eludir los mares y llegar a Australia y de ahí hasta Argentina.
La mayor parte del recorrido, sin embargo, lo ha hecho en una bicicleta donde carga sleep bag, carpa, utensilios, herramientas y sobre todo botellas de agua.
Cinco años de viaje transoceánico, lo trajeron a San Luis Potosí.
Para Enrico Gremmo, ahora con 34 años de edad, tener una vida normal, “una vida de adultos” no era una situación lo suficientemente atractiva. “Mi esposa es la bicicleta”, asegura.
Confiesa que dejó una Italia en crisis para ser libre. “Mientras menos uno tiene, está más libre. Hasta que pueda voy a hacer esta vida”, aseguró.
“Oficialmente les dije a todos que haría el viaje ‘sólo’ de mi ciudad hasta Japón, eran seis meses de viaje. Así fue más fácil dejar a los amigos, decirles nos vemos en seis meses aunque al final era una mentira”, narró.
Hace dos años que recorre América desde Ushuaia, en la Patagonia argentina.
En su paso por México Enrico no se ha encontrado en alguna circunstancia que ponga en riesgo su integridad, “la gente me ha tratado muy bien, siento que en vuestro país como en todo el mundo, hay poca gente mala que da una mala reputación al país la mayoría de la gente es buena”, reflexionó.
Recomendó, a quienes tienen ganas de viajar como él que antes comprendan que “no es necesario ser rico”. A través de su página de internet bikingtour.it, se le puede seguir.
Este domingo, Enrico llamó la atención en la Plaza de Armas con su bicicleta de rodada ancha, cuarenta kilos de mochilas, su aspecto rojizo, cabello largo y medio descuidado. Extrañados, algunos transeúntes se detuvieron a escuchar la conversación de este medio con Enrico; algún niño preguntó curioso “¿Y a dónde va?”, “a ningún lado”, respondió alguien más.
Fuente: Pulso