Las loas a la maternidad que escucharemos sin cesar en este día no lograrán esconder el hecho de que no siempre tener un hijo es motivo de felicidad eterna.
Es cierto que la descendencia garantiza la prosecución de la especie humana, pero no es menos real que el dilema que atraviesa la madre de la serie inglesa A mother’s son, que la señal de Film & Arts estrenó anoche y cuya segunda parte conoceremos el próximo 16 de mayo, a las 20 horas, es más común de lo que nos permitamos admitir.
¿Son nuestros hijos criaturas probas que han seguido a pies juntillas la educación moral a la que los hemos sometido o en realidad son personas que desconocemos y que pueden ser capaces de cometer crímenes inclasificables?
Una niña es asesinada en un cañaveral cerca del pueblo costero de Suffolk donde vive. El hijo adolescente de un madre ahora torturada por las dudas, comienza a actuar de manera extraña.
El muchacho usa la lavadora en la noche, al día siguiente hace gala de un mal genio irreprimible y se muestra molesto por algo que su progenitora no alcanza a descifrar.
En la habitación de su hijo, la mujer encuentra unos zapatos de entrenamiento que dijo haber perdido. Están cubiertos de sangre. Todas las cosas alrededor parecen decir: – Tenemos que hablar de Jamie.
Sin embargo, una madre, por todo el tiempo que le sea posible, tratará de mantener los ojos cerrados. No por complicidad, sino por negarse comprensiblemente a creer que alguien que trajo al mundo sea capaz de tanta maldad.
Jamie está encarnado por el joven actor Alexander Arnold, centro de una historia contada en dos episodios de 60 minutos que involucra a la madre (Hermione Norris) y al esposo, personaje encarnado por el célebre actor Martin Clunes, conocido por la famosa serieDoc Martin.
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