“La libertad es vivir sin miedo”: Nina Simone, en nuevo documental

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La libertad es vivir sin miedo, dijo la cantante y pianista Nina Simone. Miedo en su vida hubo como para tirar a raudales y de la libertad hizo su destino principal, viviendo siempre a su manera, a veces como una millonaria excéntrica en una mansión lujosa, otra como nómade refractaria a toda sociedad establecida.

Conoció la miseria, la violencia doméstica, la sinrazón, el grado de demencia por medio del cual una persona puede hacer bien una sola cosa (en su caso, tocar maravillosamente el piano) y mal todas las otras.

“Mi madre fue una de las artistas más grandes de toda la historia. El problema de Nina Simone es que era Nina Simone las 24 horas del día, no sólo cuando estaba en escenario”, dice mirando a la cámara la hermosa y única hija de Eunice Kathleen Waymon, nacida en 1933 en Tryon, Carolina del Norte y fallecida en Carry-le-Rouet, Francia.

Liz Garbus, conocida entre otras obras por su documental en torno a la también fascinante figura del ajedrecista Bobby Fischer (1943-2208), es la encargada de dirigir y presentar el documental producido por la cadena de televisión por streaming Netflix, What Happened, Miss Simone?.

Por momentos conmovedor, siempre dramático y encendido, el documental revela facetas desconocidas de una artista singular que comenzó a tocar el piano a los cuatro años y que durante toda su carrera se sintió en falta y frustrada por no haberse dedicado a la música clásica.

Su pasión, su música, estuvieron siempre veladas por un hondo sentimiento de dolor que anidaba en el pecho de una mujer difícil de entenderse a sí misma y que, casada con un policía neoyorquino que devino en su representante y mentor, conoció la violencia doméstica y la sensación de siempre haber sido explotada por su marido y un sistema musical que abominaba.

"Ustedes no me entienden, estoy cansada", le dijo al público del Montreux Festival 1976. Foto: Netflix

LA MELANCOLÍA, LOS DERECHOS HUMANOS

El periplo de Simone fue un ascenso continuo en la historia de la música y un descenso imparables hacia los bajos fondos de un carácter explosivo e impredecible, derivado –como se supo ya cuando tenía una edad avanzada– en una disfunción que hoy llamamos bipolaridad y por la que fuera medicada con un remedio que le quitaba motricidad y lucidez, pero que al mismo tiempo le salvó la vida en sus últimos años.

Grabaciones nunca antes escuchada, la propia voz de la artista contando su propia versión de la historia personal y reclamando tanto atención como comprensión por un público que si bien la adoraba nunca la entendió cabalmente, conforman el testimonio épico de una película en cuya producción también participó Lisa Simone Kelly, la hija de la artista.

“Ustedes no me entienden. Estoy cansada. Este es mi último concierto de jazz”, dice, atribulada, al público reunido en el Montreaux Jazz Festival de Suiza, en 1976.

Para entonces, Nina Simone había pasado por innumerables peripecias, entre ellas una vida de pobreza tocando por una miseria en un bar de mala muerte en París y el alejamiento de su familia para dedicarse de lleno a la lucha por los derechos de su raza en la época del “militante del amor” Martin Luther King.

Una infancia dedicada a la música la convirtió en un ser profundamente solitario y melancólico. Cuando los niños jugaban en la calle, ella practicaba 8 horas al día.

Cuando se hizo profesional y cambió su nombre porque creía que tocar en antros de jazz era una deshonra para sus padres, quienes soñaban con que su hija se convirtiera en una concertista de piano clásico, “I Loves You Porgy” fue un hit sobre todo entre la clase alta y blanca estadounidense, que la adoptó como una de los suyos.

Pero hubo un quiebre tanto profesional como personal cuando Nina Simone escribió Mississippi Goddam en memoria de unas niñas muertas durante un bombardeo a una iglesia negra en Birmingham.

Era 1963, la canción era prohibida en las radios y la artista comenzaba a experimentar “instintos asesinos” contra el racismo que asesinaba y discriminaba sin piedad durante la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos.

“No me hables de paz, no soy pacifista”, le grita a Martin Luther King, quien le responde: “No, hermana, no seas pacifista”. En sus conciertos, Nina preguntaba al público si era capaz de salir a matar en el caso de que fuera necesario.

Vecina de Malcolm X (1925-1965) en Mount Vernon, Nueva York, su casa sirvió muchas veces de sitio para el debate, según cuenta en la película la hija del activista asesinado, Ilyasah Shabazz.

Mujer de apetito sexual inagotable, esposa de Andrew Stroud, un hombre golpeador que la mayoría de las veces no sabía cómo tratar a ese volcán iracundo que podía dormir abrazada a su marido y luego despertar a su lado, sentada al borde de la cama, mirándolo con cara de homicida, sufrió depresiones profundas y grandes fugas de la razón, para constituirse en la persona más difícil del planeta  y en una de las artistas más relevantes del siglo XX.

Dejó los Estados Unidos y se fue a Liberia, donde pasó lo que ella misma califica como la etapa más feliz de su vida. Fue una madre abusiva de la que su hija escapó para siempre a los 14 años de edad y en su vejez deambuló por Europa gritando miseria.

Se compró una casa en la playa. Perdió su mansión de Mount Vernon, tuvo muchos ataques de nervios a lo largo de su vida, una vez se puso betún para zapatos en el pelo, se vestía como una reina africana: fue Nina Simone.

Fuente: Sin Embargo.

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