El presidente municipal de Guadalupe Distrito Bravos, Chihuahua, Gabriel Urteaga Núñez, desapareció la Dirección General de Policía, luego de que la mañana del pasado martes, hombres armados asesinaron al único policía de su gobierno.
Temeroso y con el deseo de continuar sirviendo a la población, el alcalde, en lo que pareciera un claro sometimiento al crimen organizado que opera en esta región, lamentó el homicidio del agente Joaquín Hernández.
Señala que en este asesinato percibe que los miembros del hampa “no quieren que haya policía municipal”, y ordenó la desaparición de la corporación, cuyas puertas fueron cerradas con candado el pasado 21 de junio, luego de que su titular, Máximo Carrillo Limones, corriera la misma suerte de Hernández.
El jefe policiaco se encontraba con su familia y amigos en un campo de beisbol, cuando fue levantado por un comando y horas después, fue asesinado a golpes y arrojado sobre el pavimento, donde una pick uppasó en repetidas veces sobre el cadáver.
Carrillo Limones se hizo cargo de la titularidad de la corporación, luego de que la misma no contaba con un jefe desde hace cinco años, tiempo en el que en esta región se vivió una de las épocas más violentas de su historia.
Tras la muerte de su director, los cuatro agentes a su mando —dos hombres y dos mujeres— decidieron renunciar ese mismo día a la fuerza pública, hasta que el pasado 29 de junio, Joaquín Hernández decidió regresar para reactivar la corporación policiaca.
A partir de ese momento firmó su sentencia de muerte, misma que se concretó al filo de las ocho de la mañana del 7 de julio cuando, en compañía de su hijo de apenas 14 años de edad y de un amigo que convenció para integrarse a la corporación, fue atacado cuando tripulaba su camioneta oficial.
El agente de origen humilde, sin armas y solo contra la delincuencia que obligó a cientos de familias a abandonar sus casas en busca de la paz que en ese poblado se perdió, fue ultimado junto con su hijo. Su amigo resultó gravemente herido.
Los ocupantes de la patrulla fueron baleados en el entronque con el Ejido Barreales, en el kilómetro 48 de la carretera Juárez-Porvenir, donde atendería un accidente vial; sin embargo, ese fue el señuelo para matarlo en ese punto.
En la agresión participaron al menos cuatro sujetos, quienes viajaban en una camioneta Suburban café, mientras que los agentes se reservaron el nombre del cártel al que pertenecen los agresores, presuntamente “llegaron de Durango para pelear la plaza”, dijo una persona consultada.
“Por ahora estamos cotejando los 23 casquillos percutidos asegurados en la escena del crimen para saber si las armas utilizadas fueron accionadas en otros crímenes ocurridos en esta región, en Ciudad Juárez o en otras partes del estado”, se informó.
Dolido por los cruentos ataques a su gobierno y después de llorar por lo ocurrido, el alcalde desapareció la Dirección General de Policía. “Si las autoridades nos quieren apoyar, pues ya depende de ellos”, subrayó.
La cercanía de la pequeña población con Estados Unidos ha sido la cereza del pastel que a sangre y fuego disputan miembros del crimen organizado, ya que a solo 500 metros pueden cruzar al vecino país, que ha recibido a numerosas familias que han huido de la violencia.
Con el propósito de desligarse del combate a la delincuencia organizada, el edil, junto con Hernández buscaban atender otro tipo de funciones, como la Ley de Vialidad y actividades más apegadas al desarrollo social.
Esta historia ya había ocurrido el 23 de diciembre de 2010, cuando integrantes de un comando sacaron de su domicilio a la única mujer policía que servía en esta población. Érika Gándara Archuleta, quien meses después fue localizada sin vida.
La joven, de entonces 28 años de edad, fue la primera mujer que decidió formar parte de la corporación. Su ejecución causó que la dependencia careciera de director, hasta que el actual alcalde invitó a Carrillo para que la encabezara.
La violencia que cobró la vida de varios efectivos y expulsó a otros, tanto de la dirección policiaca como del municipio, también cobró la vida del alcalde, Jesús Manuel Lara, asesinado el 19 de junio de 2010.
Efectivos de la policía localizaron el cadáver del edil en su casa en las calles Rincón del Valle y Avándaro del fraccionamiento Santa Teresa en Ciudad Juárez.
Con información de: Milenio