Lo volvió a hacer. El mayor narcotraficante del mundo escapó por segunda vez de una cárcel mexicana.
Y la fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán de una prisión de máxima seguridad seguramente representa un duro golpe para el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.
El fundador del Cartel de Sinaloa, de 58 años, había sido capturado en febrero del año pasado tras más de una década prófugo de la justicia.
Se encontraba recluido en la prisión de El Altiplano de donde huyó, informaron las autoridades este domingo, a través de un túnel de un kilómetro y medio de longitud.
Ahora es buscado por un amplio operativo de seguridad.
Golpe al gobierno
Su fuga, anunciada el sábado por la noche en México, es sin embargo la noticia que nunca hubiera querido dar el gobierno de Peña Nieto.
Hace un año y medio su captura le sirvió al presidente –quien se encuentra de gira en Francia y aún no se ha pronunciado sobre el hecho– para mostrar que suestrategia de combate a los carteles del narcotráfico daba resultado, al menos desde el punto de vista simbólico.
Porque, en la práctica, poco parece cambiar con la detención de las figuras más visibles de las organizaciones criminales.
Su gobierno llegó con una lista de más 100 objetivos prioritarios en materia de seguridad y la gran mayoría han sido capturados.
Pero el infierno de la violencia generada por la guerra del narco no merma.
Y aunque la presencia en el terreno de “El Chapo” no parece modificar sustancialmente el escenario, sí asesta un duro golpe a la imagen de un gobierno empeñado en mostrar que el combate a los carteles va por buen camino.
Dudas
Por lo pronto, la gran pregunta que se hace México en estos momentos es: ¿cómo fue posible?
Las autoridades habían rechazado las solicitudes de que “El Chapo”, quien se había fugado de otro penal de máxima seguridad en 2001, fuera extraditado a Estados Unidos.
En enero de este año, el entonces procurador general Jesús Murillo Karam, aseguró que no había peligro de que Guzmán se fugara y que debía permanecer en México por una cuestión de soberanía.
Ese riesgo “no existe”, declaró en esa oportunidad el funcionario.
Y, por eso, el escape so sólo es una burla al sistema carcelario mexicano, sino también una muestra de las dificultades para mantener tras las rejas a los criminales más poderosos del país.
Según analistas en seguridad, parece poco probable que una fuga de esta magnitud haya tenido lugar sin algún tipo de connivencia de parte de sus custodios.
“Es un golpe muy duro para Peña Nieto pero más que nada para el Estado mexicano”, asegura el analista en seguridad Alejandro Hope.
“Demuestra una debilidad en toda la cadena de seguridad y justicia“, añade el experto.
De hecho, la cárcel de la que escapó “El Chapo” tenía fama de inexpugnable y ahí se encuentran varios líderes de carteles aprehendidos en los últimos tiempos.
Y aún si el operativo de seguridad que está en marcha permite una nueva captura de Guzmán, muchos se preguntarán cuál será la utilidad de volver a encarcelarlo en una cárcel local.
El Estado mexicano y sus instituciones vuelven a ser puestos a prueba por el narco.
Con información de: BBC