Jefe de diputados de Brasil declara guerra a Rousseff por caso Petrobras

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Eduardo Cunha, evangélico y conservador, al que algunos llaman el “Frank Underwood” de la política brasileña, posible candidato presidencial en 2018, es objeto de una investigación de la fiscalía …

El presidente de la cámara de Diputados de Brasil, Eduardo Cunha, le declaró la guerra a la mandataria Dilma Rousseff y buscará que su partido, el mayor aliado del gobierno, rompa esa coalición, en medio de acusaciones de corrupción por el caso Petrobras.

“Sepan que el presidente de la Cámara ahora es opositor al gobierno”, dijo Cunha, un poderoso parlamentario, evangélico y conservador, quien ya era considerado el mayor enemigo de Rousseff desde que asumió la jefatura de la cámara baja en febrero.

El trasfondo de esta ruptura, una formalidad porque Cunha ha enfrentado frecuentemente al gobierno en el parlamento, es la investigación que la fiscalía abrió por la supuesta participación del diputado en la trama de corrupción de la estatal Petrobras, que le costó a la empresa más de dos mil millones de dólares.

Un acusado lo señaló el jueves de haber pedido un soborno de 5 millones de dólares a una empresa por un contrato con la petrolera. Cunha, que ya fue investigado antes por corrupción, negó las acusaciones con “vehemencia” y aseguró que es blanco de una operación “faraónica” para sacarlo de este cargo, incómodo para el gobierno.

“No quiero ser parte de ese lodo, ni voy a ser intimidado para que mis posiciones sean favorables al gobierno”, lanzó Cunha, uno de los 22 diputados investigados por la fiscalía por el escándalo. Y según afirmó, el fiscal general Rodrigo Janot busca inculparlo para congraciarse con el gobierno, que podría no apoyar su continuidad en el cargo.

¿Cunha sí, Dilma y Lula no?

Cunha, a quien algunos llaman el “Frank Underwood” de la política brasileña, criticó que otro acusado que colabora con la justicia a cambio de una reducción en su condena -el cambista Alberto Youssef- involucró a Rousseff y a su antecesor y padrino político Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010) en la causa y “nadie abrió una investigación en su contra”.

“Están tomando cosas de Youssef y seleccionan” a quien investigar, insistió. La Presidencia aclaró en un comunicado que el gobierno “siempre ha actuado exento de las investigaciones realizadas por las autoridades competentes, sólo interviniendo cuando hay indicios de abuso”.

La fiscalía descartó abrir una investigación contra Rousseff por este caso, y contra Lula se abrió este mes un proceso por un caso que no está relacionado -por ahora- con el escándalo Petrobras. La investigación a Lula es por un supuesto tráfico de influencias para ayudar a la gigante de la construcción Odebrecht a ganar contratos en el extranjero con créditos brasileños.

Pero una relación de Lula con la gigantesca confabulación de Petrobras no se ha comprobado, como tampoco ocurrió en otro gran escándalo de corrupción que estalló durante uno de sus gobiernos, en el que se sobornó parlamentarios para votar a favor de las leyes propuestas por el poder ejecutivo.

En el caso de Petrobras, ex ejecutivos, empresarios y políticos habrían coludido para amañar licitaciones mediante sobornos, que engrosaron fortunas personales y financiaron a partidos políticos, incluido el PMDB de Cunha y el PT de Rousseff y Lula.

Aprovechando la investigación, y en medio del escenario de tensión, algunos diputados de la coalición pidieron la salida de Cunha de su cargo mientras se desarrolla la indagatoria.

Cautela

Cunha, que además suena como candidato a las presidenciales de 2018, librará en paralelo una batalla interna. Convencer a los militantes de su partido, el Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, centro), que rompa su alianza con el Partido de los Trabajadores (PT, izquierda).

“Voy a predicar para que salga del gobierno”, lanzó Cunha, que tiene leales seguidores en el plenario. Prueba de ello fue que lo colocaron en la presidencia de la cámara, a pesar de que el PT lanzó su candidato propio, una derrota que abrió la grieta en la alianza, que terminó con el quiebre anunciado hoy.

El Congreso entra en receso hasta agosto y Rousseff, con su popularidad en el suelo (9%) en medio de una crisis económica, tendrá que buscar alternativas para hacer viable su programa de gobierno.

Por lo pronto, el PMDB fue cauteloso y dijo que la manifestación de Cunha “es una expresión de carácter personal”, aclarando que “cualquier decisión partidaria será tomada después de consultar las instancias decisorias del partido”.

Desde la Presidencia se destacó “el papel importante” que viene cumpliendo el PMDB en los doce años del PT en el poder. Además de tener la jefatura de las dos cámaras del Congreso, representantes del PMDB ocupa altos cargos en el Ejecutivo, incluida la vicepresidencia y otros seis ministerios.

El gobierno aprovechó la oposición abierta de Cunha manifestada hoy para pedirle “imparcialidad e impersonalidad” en su cargo. “Brasil tiene una institucionalidad fuerte. Los poderes deben convivir en armonía” y “actuar comedidos, de forma racional y equilibrio en la formulación de las leyes y las políticas públicas”, indicó.

Fuente: Milenio.

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