Las viviendas permanecen como las dejaron el 7 de julio, día en que ya no se supo de ellos sino hasta que fueron hallados muertos en dos parajes del municipio de Jerez.
Cervezas, un machete y hasta pasta de dientes en una cómoda donde se hallaban los muchachos. (Jorge González)
Los cuerpos de las siete personas que desaparecieron la madrugada del 7 de julio en Calera presentaban múltiples golpes y fueron entregados en estado de avanzada descomposición. Uno, el de Germán Martín García, quien desertó hace un año del Ejército, tenía el tiro de gracia.
Así lo confirmaron los padres de las dos mujeres y los cinco hombres. De los siete, cuatro eran menores de edad. El Servicio Médico Forense concluyó ayer los análisis de las pruebas genéticas y la entrega de los cuerpos encontrados casi diez días después en dos parajes del municipio de Jerez, ubicado a una hora del sitio donde fueron sustraídos.
Sus familiares los reconocieron por las fotografías que mostró el personal forense. Algunos vieron los cuerpos ya irreconocibles. Se les podían ver los huesos y en algunos casos, moretones que dejaron los golpes.
En la casa ubicada en el número 106 de la calle Francisco I Madero, solo quedó ropa revuelta, comida en estado de descomposición y evidencia de que en ese lugar hubo una fiesta y un ingreso por la fuerza a través de una ventana.
Había un machete y una pala, trastes sucios, fotografías, ropa, en su mayoría de mujer. Un sombrero, zapatos, bolsas vacías, artículos de higiene personal y papeles en los que se leía, con letra de molde, la oración a la santa muerte.
Los padres de los jóvenes aseguraron que éstos eran jornaleros y que las mujeres no vivían ahí, solo acudieron a una fiesta. Sin embargo, las versiones no coinciden del todo. Doña Petra y su esposo Antonio, ambos de más de 80 años de edad, rentaron la vivienda el 15 de junio con un pago adelantado de mil pesos. Relataron que durante el día solo estaban las mujeres y aquella noche nadie escuchó nada. Petra, quien vende dulces, aseguró que no pidieron referencias, aunque tampoco conocían a alguno de los siete inquilinos que ocuparon por casi un mes las tres recámaras de la vivienda.
En la casa toda revuelta solo quedaron las pertenencias de Alejandra Rocha, Beatriz Fernández y Fernando José Rodríguez, quienes dejaron identificaciones, recibos de pago, tarjetas bancarias y hasta una receta médica del 15 de junio, el día que llegaron a habitar la vivienda de fachada amarilla en el segundo piso que comparten en la planta baja el portón de la casa y una estética. En la vivienda se encontraron recibos del pago de luz de 2003, a nombre de Gregorio Falcón Rentería, cuyo nombre no figura en la lista de desaparecidos y asesinados.
Patricia Cisneros, madre de Víctor Hugo, afirmó que su hijo vivía con ella en Calera y tenía poco de haber llegado de Sinaloa. Vendía periódico y a su regreso a Zacatecas comenzó a trabajar en el campo. El joven tenía 16 años y su madre aseguró que vio su cuerpo en muy mal estado. Golpeado e incluso en partes del cuerpo donde tenía tatuajes, la piel estaba completamente desprendida. Al joven lo velaron en la funeraria Sagrado Corazón, donde muchachos en motocicleta pasaban constantemente, sin que a los familiares les molestara o causara temor.
A unas 20 calles de ahí, en la vía Sombrerete, la familia de Alejandra Rocha, de 18 años, veló a su hija. José y María de la Luz contaron que la joven era madre soltera y dejó dos pequeños de tres años: Melanie Alejandra y Jesús Daniel. Estaba desempleada, según el testimonio de sus padres. De hecho, en la casa de donde fueron sustraídos quedó una solicitud de empleo que Alejandra no alcanzó a entregar.
“A nosotros nos dijeron que fueron patrullas del Ejército en las que se los llevaron, fue la esposa de uno de los muchachos la que nos dijo y hasta alcanzó a ver el número del vehículo”, relató José Rocha, quien dijo no haber escuchado el nombre del coronel Martín Pérez Reséndiz de la 11 Zona Militar, quien es investigado ya por la Procuraduría general de Justicia Militar.
“Yo me pregunto una cosa, si el gobierno está para cuidar a la ciudadanía, ¿qué son ellos?, ¿de quién nos vamos a estar cuidando?, ¿por qué un coronel de alto mando hace estas cosas?”, cuestionó el obrero que tiene un salario mensual de 2 mil 800 pesos.
Ayer tres familias velaron a sus muertos en Calera, dos más en Jerez, una más llegó de Durango y faltaba que el familiar de uno más concluyera con la identificación a través del ADN.
No obstante, medios locales señalaron que los jóvenes no eran jornaleros, sino sicarios y lo documentaron con fotografías y un video en redes sociales, en el que aparecen cuatro de los siete: Fernando José Rodríguez, Guillermo García, Víctor Hugo González y el ex militar Germán García.
Fuente: Milenio