Las últimas entrevistas de Rubén Espinosa

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Con botas mineras, pantalón holgado y sus inseparables gafas negras, Rubén Espinosa Becerril, fotoperiodista de Proceso y AVC Noticias, le dijo a la reportera española Noemí Redondo de Cuerdos de Atar el pasado 14 de julio: “Mi sentido común, por eso me salí del estado de Veracruz. No hay condiciones (para trabajar) y por antecedentes: 13 compañeros asesinados y 4 desaparecidos, así no se puede, no estás seguro en tu casa (…) se pueden meter a tu casa a matarte y nadie va a hacer nada”.

Dos semanas antes de ser asesinado en un departamento de la colonia Narvarte, Espinosa concedió su última entrevista para dejar consigna de lo que vivían sus colegas en Veracruz.

Desde Madrid, Cuerdos de Atar facilita extractos de las últimas impresiones de Rubén Espinosa sobre su exilio: “Duele retirarte, de repente así, siento que deje la televisión prendida…y que un día tengo que regresar”.

Tras jalar aire y seguir caminando, el activista agregó: “Rubén no nada más soy yo, es mi familia, mis amigos, mi perro que adoro y que lo tuve que dejar…espero los vea pronto. Eso es lo que quiero, todas las noches, todos los días…pero también está mi seguridad. (Creo que) sirvo más vivo que muerto”.

El deseo de “Rubencillo” –como el mismo se autonombraba en redes sociales- no se cumplió: 50 días de dejar el estado donde trabajó durante ocho años, sería asesinado junto con la activista Nadia Vera, oriunda de Chiapas, pero con activismo en Xalapa, Veracruz con el Movimiento 132 y con Casa Magnolia.

Mientras Rubén guiaba a sus entrevistadores por las calles del Distrito Federal explicaba que además de fotografiar los movimientos sociales, la inconformidad de los estudiantes, dar cuenta de los marginados o de conflictos ambientales, también gustaba de retratar indigentes:

“Sobran muchos indigentes en este país, mucha gente se molesta (los que son y los que no son). No creo, que una fotografía les vaya a cambiar el mundo, pero es un registro de lo que tenemos”.

Noemí Redondo, quien prepara un documental sobre la Libertad de Expresión en el mundo, asegura que viajó a los estados de Veracruz, Distrito Federal y Tamaulipas con “la adrenalina puesta”, pues no sabía con qué tipo de personas se iba a encontrar, enterada de las declaraciones del gobernador priista, Javier Duarte, quien asegura que hay reporteros que andan en “malos pasos” y con vínculos con la “delincuencia organizada”.
Redondo recuerda que las cinco horas que convivió con Espinosa, fue el periodista que “más segura” la hizo sentir:

“Nos hizo sentir en casa, seguros y en paz, en un lugar que paradójicamente se había convertido en su hogar por obligación. Ese día, habló de los motivos de su huida de Veracruz, compartió sus temores por su seguridad y la de los compañeros que había dejado atrás, denunció a aquellos que trafican con su profesión y venden sus almas informativas al postor más poderoso. Amaba llevar una cámara como apéndice de su mirada”.

La reportera recuerda ver a un Rubén que “disfrutaba lo que hacía”, añade que sus ideas no eran pose, sino fondo: “Me dio una lección de principios sobre su dolido México, su país que no educa, el que es machista, el que no protege, el que se corrompe…el México que, creo, él quería cambiar”.

En entrevista, Noemí Redondo concluye: “Rubén quería gritarle al mundo que no estaba dispuesto a callar. Ahora, somos nosotros, los que aún tenemos voz, los responsables de continuar su historia; la historia de un corazón bueno”.

Espinosa Becerril dio una última entrevista en Xalapa el 27 de mayo pasado, cuando Laurence Cuvillier y Fréderic Toussaint de la televisora francesa “Arte Tv” lo buscaron en la plaza Lerdo –rebautizada por el propio Rubén y sus colegas como Plaza Regina Martínez-.

El fotoperiodista de Proceso y Cuartoscuro enlistó varios de los incidentes que le había tocado vivir en la entidad.

El más escalofriante ocurrió el 20 de noviembre del 2012, durante una golpiza de policías vestidos de civil y de personal de ayudantía del gobernador, Javier Duarte en contra de integrantes del Movimiento 132 durante la celebración del desfile conmemorativo de la Revolución.

Una vez que Rubén logró saltar el corral de reporteros, custodiado por policías uniformados, se logró colocar –de forma estratégica- afuera del bar México, donde ocurrió la agresión a estudiantes.

“Estudiantes desplegaron una lona, desde una habitación del Hotel México, decía Duarte te tenemos en la mira, cuando logró llegar, civiles golpeaban a manifestantes, eran policías hombres y mujeres, detuvieron a varios, yo empecé a disparar mi cámara y llegó un elemento de Ayudantía (del gobernador) me dio un golpe y me dijo: ¡Bájale de huevos si no quieres terminar como Regina!”.

A partir de ahí –narra Rubén- se volvió incomodo en los actos del mandatario estatal, dentro y fuera del Palacio de Gobierno. La lista de intimidaciones continuaría: Golpes y amenazas a reporteros –entre ellos Rubén Espinosa- en el desalojó a maestros de la CNTE un día antes del grito de independencia en 2013, intento de soborno para que ya dejará de quejarse por las agresiones de elementos de la Secretaría de Seguridad Pública.

“En Veracruz hay muchas presiones, el soborno, muchos compañeros reciben dadivas de gobierno, le llamamos chayo, lo hacen por cuadrar información a modo de la clase política; pero también está el temor, los asesinatos (de compañeros), la policía no te permite trabajar…Estamos en una total indefensión, en la marcha siempre hay orejas, policías que toman registros de la manifestación, pero también de los reporteros, esto es de todos los días”, añadió.

 

Fuente: Proceso

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