Se cree que luego de que la DEA señalara que se encontraba en Sinaloa, el capo decidió irse al sureste del país
Las autoridades creen que tras su fuga del penal El Altiplano en el Estado de México, El Chapo habría pasado tres semanas en Sinaloa antes de moverse a Chiapas.
A su salida del penal, se cree que se trasladó por carretera al poblado Senegal de las Palomas, Querétaro, a 142 kilómetros de Almoloya de Juárez. Ahí habría tomado una avioneta para volar a Mazatlán, pero ahora estaría en el sureste.
El Gobierno Federal ha utilizado drones, geolocalización satelital e información de testigos que tuvieron contacto con el capo, para dar con su ubicación.
Presuntamente, algo cambio cuando la DEA aseguró el 5 de agosto que el líder del Cártel de Sinaloa estaba en su entidad natal, pues varias corporaciones empezaron a recibir información que lo ubicaba en otros estados y específicamente en Chiapas, en donde se cree que tiene una residencia.
El primer dato hacia esta línea de investigación de la ruta que ha usado, provino de sus propios abogados, pues se les detectó en sus teléfonos una llamada desde San Juan del Río, Querétaro. Cerca de ahí, habría una aeronave que la madrugada del 12 de julio lo llevó a Sinaloa.
El avión aterrizaría en Mazatlán, inmediatamente viajaría hasta Guasave, en donde se habría quedado dos días. Posteriormente se trasladaría a la Sierra Madre Occidental, pasando cerca de dos semanas en varios sitios inhóspitos.
“Sabemos con certeza que el 30 de julio él bajó a Los Mochis, a un sitio cercano a una carretera local, lo que no sabemos es a qué bajó, si lo hizo para que le entregaran dinero o para ver a algunos familiares”, relató a Reforma un funcionario.
El aviso de la DEA habría cambiado sus planes. Recientemente una mujer declaró haber visto a El Chapo en un autobús con destino a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
Este testimonio tendría validez, porque la señora afirma que el capo tenía raspones en las mejillas, que habría sufrido durante su fuga en el túnel, y porque en Chiapas vive una tía del narcotraficante.
Fuente: López Doriga