Narcos: la historia real del capo más sanguinario

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Cuando se trata de los barones del narcotráfico, Pablo Escobar no tiene igual. Pasadas más de dos décadas desde su muerte, sus enormes riquezas, su megalomanía, su violencia implacable aun fascinan a públicos y audiencias como lo demuestra la expectativa que ha despertado la serie de Netflix “Narcos”, de inminente estreno, sobre el capo.

La serie biográfica promete presentar un retrato auténtico de Escobar, de manera que era lógico que el director y productor ejecutivo brasileño Jose Padilha optara por filmar los 10 episodios en Medellín, la capital mundial del asesinato durante el apogeo de Escobar en los 80.

Filmar la serie en Medellín habría sido inconcebible hace pocos años, cuando los colombianos aún culpaban a Escobar por volver inseparable la palabra narcotráfico de Colombia. Pero a medida que se desvanecen los recuerdos y la tasa de homicidios cae a su nivel más bajo en décadas en la ciudad, los colombianos han empezado a ver con más desapasionamiento su violento pasado. Tanto es así que el presidente Juan Manuel Santos, amante del cine, aceptó aportar los dos millones de dólares a la producción para que Netflix pudiera filmar en el país.

La serie que debuta el 28 de agosto se basa en el relato de Steve Murphy y Javier Peña, agentes ahora retirados de la oficina antidroga estadounidense DEA, y a quienes se les encargó poner fin al reinado del capo. Es uno de varios proyectos que ha revivido el interés por el capo difunto, denominado el “Rey de la Cocaína”. El año pasado Benicio del Toro protagonizó la película “Escobar: Paradise Lost”. Hay al menos dos películas más sobre Escobar en desarrollo.

Dado que aún perduran las susceptibilidades por la mala imagen que Colombia le debe a Escobar, los directivos de Netflix y Padilha viajaron a Bogotá el año pasado para reunirse con Santos antes de iniciar la filmación.

El presidente, cuya familia llevó la cadena de salas Cinemark a Colombia, se entusiasmó con el proyecto, según Claudia Triana, jefe de la agencia de promoción cinematográfica Proimágenes, que cuenta con fondos estatales. Pero el presidente exhortó a Padilha a que no presente una imagen romántica de un criminal que se presentaba como un Robin Hood colombiano a pesar de ordenar miles de asesinatos, desde candidatos presidenciales a los pasajeros de un avión comercial, donde hizo colocar una bomba.

Triana dijo que la imagen de Colombia sería la misma independientemente de donde se filmara la serie, de manera que valía la pena filmarla en el país pues se sensibilizaba a los productores y actores extranjeros que trabajan en la serie acerca del baño de sangre propiciado por Escobar.

Netflix, con la productora local Dynamo, obtuvieron el subsidio para filmar bajo una iniciativa lanzada por el gobierno de Santos en 2013 para promover a Colombia como el mejor lugar de Sudamérica donde rodar películas. El gobierno paga hasta el 40% de los costos a productores extranjeros que contratan personal técnico local y gastan al menos 600.000 dólares en el país.

Aunque algunos funcionarios temían que la serie presentara una imagen negativa del país, Triana dijo que la resistencia a hacer películas sobre la historia violenta del país ha cedido, gracias en parte a las popularísimas “narconovelas” que presentan una imagen sin adornos de las guerras del narco.

Con todo, el congresista Rodrigo Lara expresó dudas de que una serie que intenta atraer al público con avisos que dicen en inglés, “No hay mejor que negocio que la coca”, pueda ser un retrato fiel de la compleja historia colombiana.

“Cuando se toman hechos reales y se convierte para televisión, siempre va primar la necesidad de entretener y enganchar la audiencia”, dijo Lara, hijo de un ministro de Justicia asesinado por los sicarios de Escobar en 1984.

El hijo de Escobar, que se cambió el nombre a Sebastián Marroquín y se radicó en la Argentina después de la muerte de su padre, también pone en duda hasta qué punto se reflejarán los hechos en la serie.

 

Con información de: El Debate

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