Todo resultó una aventura deliciosa, por las variadas propuestas que encontramos, la primera de ellas en el restaurante Tandoor, de la Colonia Anzures, donde el chef paquistaní Riaz Ahmad Siddiqui presentó unos platillos exquisitos, donde el condimento constituía la clave para no aburrirse cuando de no comer carne se trata.
Luego llegó el turno de La Culichi, es decir, comida fresca del mar para los “pescovegetarianos”, aquellas personas que no consumen carnes rojas y que sin embargo no se niegan al placer de un Rasurado de huachinango.
La chef Marión Díaz, del Bistrot M, nos propuso una comida totalmente vegana, con productos orgánicos, para los más radicales y los entrañables hermanos Calera-Grobet nos abrieron generosamente las puertas de su hostería La Bota, donde no existe un platillo que no tenga su versión vegetariana.
Finalmente, la muy de moda Bendita Cantina nos enseñó que no siempre salir de copas equivale a comerse un chamorro en su punto: al contrario, uno puede beber mezcal y empacharse de queso y huitlacoche con toda parsimonia, incluso elegancia.
Aquí va el resumen de este periplo fascinante que prometemos repetir con alguna otra búsqueda que nos certifique lo que ya sabemos: si el mundo se acaba, que nos agarre bien alimentados.
Buen provecho.
El chef paquistaní Riaz Ahmad Siddiqui, dueño del restaurante Tandoor con sucursales en las colonias Anzures y Condesa de la Ciudad de México, tiene como sello característico su comida proveniente de Punjab, una zona al norte de la India que también comparte territorio con Paquistán. Una gastronomía fresca y especiada que costó imponer en el gusto mexicano.
Para él, los vegetarianos no deben conformarse con verduras hervidas o ensaladas simples y llama a tener cuidado, pues cuenta que muchas veces las verduras hervidas que ofrecen en los hoteles están cocidas con un caldo de huesos tanto de cerdo, carne de res o pollo, que contravienen no sólo los principios veganos, sino también en algunas ocasiones los religiosos.
Aunque los verdaderos vegetarianos no comen ningún tipo de carne animal, muchos consideran una opción intermedia en su camino al veganismo aquella que evita las carnes rojas y en cambio permiten la ingesta de pescado y mariscos.
Para esos comensales, la comida de Sinaloa, es decir “la culichi”, constituye una alternativa de privilegio, sobre todo porque consiste en su mayor parte en el diseño de platillos con productos absolutamente naturales y frescos.
Calidad y buen precio son la premisa de la “fonda al estilo francés” Bistrot M, en donde la chef Marión Díaz tiene como lema poner “comida gourmet a tu alcance”.
A su juicio, no tiene mucho mérito cocinar caro para unos pocos. El verdadero desafío es cocinar rico, saludable y sofisticado a precios razonables.
La Bota es el resultado de un proyecto cultural y gastronómico del poeta Antonio Calera-Grobet, quien desde hace diez años mantiene este local en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Pese a que la paella, el jamón serrano y el chiropán son de las estrellas del menú, fue un verdadero goce al descubrir que todos los platos de La Bota tienen una segunda opción vegetariana.
¿Platillos vegetarianos en una cantina? Pues no todo es chamorros y consomés picosos.
Silvia Saade, al frente del local, se ufana de una cocina que busca recuperar las raíces de la tradicional comida mexicana, donde los veganos y vegetarianos encontrarán también una buena vía para alimentarse y cuidarse al mismo tiempo.