A los 13 años de edad, el checo Radomir Franz ya sabía que quería ser de ‘grande’: taxidermista. Actualmente es uno de los expertos en el ramo más respetados de Europa y el mundo.
Todo se lo debe, según el propio Franz, a una visita escolar a un museo de ciencia natural. Asegura que ha trabajado con animales de todas las regiones del planeta, excepto, tal vez, Groenlandia.
Su taller, ubicado en la ciudad de Sakvice, donde al menos 15 aprendices estudian y practican minuciosamente los procesos de embalsamamiento y disecación, está repleto de restos de animales, como serpientes, leones, osos, peces, aves y hasta un inmenso cocodrilo.
Ser un experto taxidermista, en un área en la que escasean los profesionales, obliga a Franz a trabajar sin descanso, con órdenes provenientes de todas partes del mundo. Dedica un periodo del año a viajar para observar animales en su estado salvaje y así perfeccionar su técnica, y lograr que sus trabajos sean una representación fiel de la naturaleza.
Modestamente, explica que su profesión no es más que una mezcla de conocimiento anatómico y química.
Cada año, Franz diseca alrededor de mil animales. Explica que un elefante embalsamado puede llegar a costar casi 40 mil dólares.
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