El secuestro y no el homicidio es el delito que más impacta en la percepción de los mexicanos, según el más reciente índice delictivo del Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC).
“Mientras toda la atención sobre el problema de inseguridad parece centrarse en el homicidio y sus estadísticas de disminución, el secuestro aumentó en 27% de 2010 a 2012. Siendo este delito el que más impacta en la percepción de inseguridad no podemos darnos el lujo de ignorarlo”, puntualizó Rafael Ch.
Si bien se presentó una disminución del 4% en los homicidios dolosos de 2010 a 2012, los secuestros aumentaron en 27%, según el Índice Delictivo. Al respecto, el impacto de un secuestro sobre la percepción de inseguridad en México equivale al impacto que tendrían 2.5 homicidios.
Por lo tanto, la percepción de inseguridad en el país se incrementó en más de 4%, lo equivalente a más de 4 millones de personas más que tienen una percepción de inseguridad en su estado.
El que exista hoy una menor percepción de seguridad se explica por un incremento en delitos como el secuestro. Además, los robos con violencia a vehículos y las lesiones incrementaron en 29 y 31% respectivamente, explica el estudio el CIDAC.
El impacto que genera el secuestro en la sociedad es tan grande que un aumento de 10 secuestros por cada 100 mil habitantes aumentan la percepción de inseguridad en México en más de 5%. Para aumentar la percepción de inseguridad en el mismo porcentaje con el delito de extorsión, se requiere un aumento de 93 por cada 100 mil habitantes, señala el informe.
De 2010 a 2012 la situación de violencia en México se agravó en la mayoría de los estados. De los 32 estados, 14 empeoraron en el Índice y la diferencia entre el mejor estado en términos de violencia y seguridad y el peor aumentó en 14 puntos del Índice Delictivo CIDAC.
Cabe apuntar la caída estrepitosa de seis posiciones del estado de Guerrero, y de 11 posiciones de Tamaulipas. La situación de éste último se centra en el incremento de 8 a 41 secuestros por cada 100 mil habitantes de 2010 a 2012, y de 22 a 30 homicidios por cada 100 mil habitantes en el mismo periodo.
La gravedad de la condición de Guerrero en 2012 es incluso peor que la de Michoacán en 2010 (último lugar en 2010) ya que su incidencia de homicidios y de lesiones es 4 veces mayor.
Además señala a Zacatecas, Colima y Jalisco como focos amarillos de inseguridad por sus altas tasas de crecimiento delictivo, aunque no presenten una incidencia alta.
Sin embargo, destaca cinco estados, cuyo incremento en la incidencia de los delitos que más impactan en la percepción de la ciudadanía, presentaron drásticas caídas en el Índice: Veracruz (del lugar 7 al 14), San Luis Potosí (del lugar 14 al 21), Nuevo León (del lugar 11 al 23), Nayarit (del lugar 8 al 26) y Tamaulipas (del lugar 20 al 31).
Los cinco estados con mejoras más significativas en el Índice respecto a 2010 son: Baja California (del lugar 25 al 11), Coahuila (del lugar 27 al 15), Hidalgo (del lugar 17 al 9), Estado de México (del lugar 23 al 13) y Chiapas (del lugar 15 al 8).
El estado de Nayarit es un caso interesante, ya que disminuye del lugar 8 al 26 en dos años.
Si bien sus homicidios dolosos se reducen en 11 por cada 100 mil habitantes, sus secuestros se elevan de menos de uno a más de 16. Por el diferencial de impacto sobre la percepción de inseguridad de los secuestros y homicidios en la ciudadanía, la caída de homicidios no compensa el incremento dramático en secuestros.
MÉXICO, LEJOS DE HABER SUPERADO LA CRISIS
Durante la gestión de Felipe Calderón de 2007 a 2012, los homicidios dolosos per cápita aumentaron en más de 65%, mientras que los secuestros se incrementaron en 250% y las extorsiones en 94%. Para las zonas más afectadas, el conflicto se ha traducido en graves daños en el patrimonio de la ciudadanía.
Al principio del sexenio pasado se creía que se trataba de un efecto del narcotráfico, por ello, la estrategia del Gobierno Federal privilegió la detención de narcotraficantes por encima de una táctica integral de reingeniería institucional. Ese diagnóstico, más la debilidad de las corporaciones policíacas en el país, llevó a considerar que las fuerzas militares eran las más apropiadas para combatir al crimen organizado. Sin embargo, pronto fue posible observar que el conflicto no se resolvería únicamente con el despliegue de militares pues el problema era más profundo: un aparato de justicia –ministerios públicos, policías y jueces- sin las capacidades necesarias para hacer frente a la crisis.
CAMBIO EN LA PERCEPCIÓN
“Detrás de la posición de cada entidad en el Índice Delictivo CIDAC hay una composición delictiva completamente distinta, cuya disminución requiere de una estrategia focalizada que considere que no todos los delitos afectan por igual a la sociedad” afirmó Rafael Ch, investigador de CIDAC y director del proyecto.
La percepción de inseguridad ha provocado un cambio drástico en el actuar cotidiano de personas y empresas. Sin embargo, no todos los delitos logran modificar nuestra conducta, es decir, un robo de celular no es igual de grave que un secuestro y no impacta en la misma medida en nuestra percepción de inseguridad. Reconocer esta diferencia hace posible tener una herramienta que permite a las procuradurías saber cómo se compone el fenómeno delictivo en su entidad y cuáles son las principales preocupaciones de la ciudadanía. De esta forma es posible focalizar recursos para combatir los delitos que más vulneran a la ciudadanía.
Con información de: http://www.vanguardia.com.mx/elsecuestroaumento27porcientoendosanoscidac-1741633.html