Este sábado se llevó a cabo la Jornada Internacional contra Monsanto y por la soberanía alimentaria en la que participaron 298 ciudades de 36 países del mundo, entre ellos Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Chile, Colombia, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Italia, Israel, México, Suecia y Suiza.
En la Ciudad de México más de mil personas partieron del Palacio de Bellas Artes rumbo al Monumento a la Revolución, con pancartas, disfraces, camisetas, máscaras, algunos a pie otros en bicicleta; todos contra la multinacional Monsanto y sus cultivos genéticamente manipulados, principalmente el maíz.
El rechazo a Monsanto en nuestro país ha sido encabezado por Greenpeace México, quienes han recabado gran información sobre el tema y se han encargado de difundirla, tanto a la sociedad civil como a las autoridades.
En la marcha la gente hacía un llamado al gobierno de Enrique Peña Nieto para investigar a las empresas que utilizan como materia prima el maíz transgénico. Otra de las peticiones de los activistas es legislar y obligar a las empresas a que informen en sus etiquetas el tipo de maíz con el que realizan sus productos.
De la misma forma hacían un llamado a la población para consumir maíz natural, así como cultivarlo en casa, con la finalidad de crear una campaña verde.
En México, aún están pendientes de autorización las solicitudes de cultivo comercial de maíz transgénico que presentaron Monsanto y otras empresas, luego de que se hicieron pruebas experimentales en el norte del país.
Monsanto, dice Greenpeace, es un empresa transnacional que controla alrededor de 90% del mercado mundial de semillas transgénicas. Sus productos transgénicos, según denuncian los activistas, perjudican la salud, causando cáncer, infertilidad e incluso defectos en los fetos.
De acuerdo con esta organización, la empresa tiene tras de sí toda una serie de actividades e irregularidades que serían suficientes para frenar sus operaciones:
Produjo y comercializó el agente naranja, usado durante la guerra en Vietnam y responsable de desarrollo de cáncer y muertes. Está hoy prohibido.
Produjo y comercializó el DDT y los PCB o askareles, químicos causantes de graves daños a la salud humana y al ambiente. Ambos prohibidos actualmente.
Fue condenada a pagar 1.5 millones de dólares por sobornar a las autoridades de Indonesia para introducir algodón transgénico en ese país.
En 2010 fue condenada en EU a pagar 2.5 millones de dólares por más de 1,700 violaciones a normas de bioseguridad.
Greenpeace, la Unión de Científicos Comprometidos Socialmente (UCCS) y la organización social Semillas de Vida que han protestado contra el grano transgénico, han difundido ampliamente que:
“Se ha demostrado con estudios científicos que han aportado datos de México y de otros lados del mundo, que los transgenes se mueven a miles de kilómetros de distancia, con lo cual los maíces transgénicos serán fuente de contaminación transgénica desde el norte del país al resto de las zonas en donde hay riqueza de maíces nativos, incluidas las zonas de diversidad de maíz del norte que albergan algunas razas y variedades muy importantes y únicas; por ejemplo en Tamaulipas en donde se ha registra un Centro de Origen y Diversidad muy importante. De tal manera es imposible la coexistencia sin contaminación y acumulación de transgenes en las variedades nativas o criollas, por su parte la contaminación es irreversible. La integridad de los acervos de semillas de nuestro alimento básico está en grave peligro”.
No es la primera vez que se protesta contra esta compañía, el 6 de noviembre pasado ciudadanos y campesinos formaron un cordón humano alrededor de las instalaciones de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) para exigir frene a la siembra de maíz transgénico que las empresas Monsanto y Pioneer solicitaron en más de un millón de hectáreas de los estados de Sinaloa y Tamaulipas.
“Monsanto, tu maíz no es nada santo” y “Sin maíz no hay país”, gritaron los inconformes.
Un año antes, Greenpeace denunció irregularidades en el permiso que la Sagarpa otorgó a la empresa para sembrar en etapa piloto de maíz genéticamente modificado (GM) en Tamaulipas. De acuerdo con la ONG, dicha acción se realizó “ignorando las opiniones técnicas emitidas por distintas instituciones y autoridades públicas en el sentido de la no conveniencia de otorgar el permiso”.
Los participantes no sólo pugnan por frenar a la empresa, también promueven una serie de acciones:
–Comprar productos orgánicos.
–Boicotear todas las empresas que utilizan transgénicos en sus productos.
–Piden que los productos transgénicos sean etiquetados de manera especial para ayudar a los consumidores a elgir entre comprar el producto o no.
–Solicitar más investigación científica sobre los efectos en la salud de los Organismos Modificados Genéticamente (OMG).
-–Derogación de las disposiciones pertinentes de la ley Monsanto Protection Act de los EU.
En otros hechos, recientemente las protestas de Greenpeace contra los OMG y el maíz transgénicos han acaparado la atención de distintos sectores.
El pasado 25 de abril, dos activistas del organismo violaron la seguridad del Senado de la República e ingresaron al Pleno donde una de ellas subió a un balcón y se lanzó de éste amarrada de un lazo, la otra se colocó al frente del Senado con un cartel con la leyenda: “MAÍZ TRANSGÉNICO, TRAICIÓN A LA PATRIA” GREENPEACE.
Cinco días después, integrantes de diferentes organizaciones sociales, jóvenes, campesinos y ambientalistas se manifestaron en la representación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), para rechazar las solicitudes de Monsanto y otras empresas transacionales de liberar maíz transgénico en estados del norte del país.
En tanto, el 16 de mayo un grupo de activistas de la ONG escaló el Monumento Estela de Luz para desplegar una manta donde se manifiestan en contra de los Organismos Genéticamente Modificados.