La gloria de Wembley fue mexicana el 11 de agosto del año pasado cuando el cabezazo de Oribe Peralta resultó inatajable para el portero juvenil del A.C. Milán. Al término del partido, los aficionados al futbol de este país desbordaron toda la pasión posible. En un marco inigualable, un grupo de jugadores ganaba una medalla de oro olímpica y la órbita de la Selección Nacional Mexicana se afianzaba como nunca antes. José Manuel de la Torre llegó al mando del “TRI” a principios de 2011, luego del polémico paso que dejó Javier Aguirre en el mundial de Sudáfrica.
“Chepo” llegó con el cobijo de los presidentes de los clubes y, mejor aún, aprobado por el aficionado promedio. Su paso por Chivas y Toluca no pudo ser mejor al ganar la liga con los dos equipos. El carácter del director en el área técnica mostrado en la televisión, le daban un punto a favor que a la gente le gustaba. En la órbita del futbolista profesional, además de la gloria o el fracaso deportivo existe un mundo de glamour que han convertido al jugador en un símbolo social. Esta característica ha provocado que la burbuja donde habitan los nuevos ídolos se llene de lujos que al supuesto atleta de alto rendimiento le estorban en el rendimiento. Durante largo tiempo, la Selección Mexicana fungió como el escenario idóneo para el desenfreno. Con “Chepo” de la Torre al frente, la disciplina que todos esperaban llegó con el gesto fruncido del entrenador. Los resultados de un juego eficiente que sacrificaba lo vistoso llegaron con el paso de los partidos. La gente veía como un proceso mundialista empezaba con muy buen pie. La ilusión rumbo a Brasil aumentó con la camada de jugadores jóvenes que se colgaron la medalla dorada en Londres. Luis Fernando Tena había tenido la revancha de una Copa América desastrosa en 2011. Siempre, José Manuel de la Torre, estuvo asesorando.
Aún en la resaca del festejo olímpico, la Selección Nacional de los Estados Unidos, hizo historia al ganarle a México en el Estadio Azteca por primera vez en la historia.
Un partido amistoso que prendió un poco las alarmas por la falta de actitud mostrada por los seleccionados, muy por debajo a la que se había visto en Wembley. “Chepo” se pronunció ante los medios con argumentos basados en que el proceso era largo y pedía mantener la calma. Al aficionado de memoria corta se le olvidó el tropiezo frente a los norteamericanos y volvió a dar su ilusión cuando llegó el primer partido de la fase final en el hexagonal de la CONCACAF. Jamaica se plantó como una víctima vulnerable dentro del Azteca. La sorpresa y la frustración fue mayúscula. México no pasó del empate a cero con un pobre juego colectivo carente de ideas básicas para dar un buen pase. El abucheo del público fue acompañado con las críticas de los medios de comunicación. La zona de confort creada por el técnico nacional se fue desmoronando en la cancha. Los siguientes cotejos no dejaron conforme a nadie. Amistoso u oficial, la Selección Mexicana dejó de provocar alegrías justo en el peor momento. En San Pedro Sula, el “Tri” dejó ir una ventaja de dos goles y se dejó empatar por Honduras, un resultado pronosticado en la previa no así después del partido. Cuatro días después, el Azteca fue todo menos un hogar. Estados unidos siguió con su buena racha y rescató un empate que dejó seca a la garganta del mexicano que fue a gritar un gol que nunca llegó. Ricardo “Tuca” Ferreti ha criticado en muchas ocasiones los partidos amistosos que la Federación Mexicana ha pactado organizar en Estados Unidos. “Partidos moleros”, dijo Ferreti. Este viernes, la Selección juega en Houston un partido amistoso frente a Nigeria. Con la convocatoria lista para Copa Oro, eliminatorias y Copa Confederaciones, el partido ante los africanos toma relevancia. A diferencia de muchos otros, mostrar un buen juego y ganar el partido es una necesidad. Hace unos días, “Chepo” de la Torre –con su cara malhumorada– dejó claro que no se compromete a calificar al Mundial invocando al trabajo diario. Con la prensa afilada, los compromisos venideros determinarán el pulso de un equipo que no encuentra la colectividad. Un partido molero, nunca tuvo tanta trascendencia en lo deportivo.
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