En México laboran más de tres millones de menores entre los 5 y los 17 años, y las condiciones en las que realizan sus actividades y tareas son desfavorables para su salud, seguridad y desarrollo, se enfrentan a jornadas de trabajos largas, así como a la discriminación, aislamiento de su familia, riesgos por el manejo de materiales peligrosos, abuso físico y sexual, y en muchos casos al embarazo precoz, coinciden laOrganización Internacional del Trabajo (OIT) y laConfederación de Trabajadores de México (CTM).
En el mundo, el organismo internacional precisa que son seis de cada diez niños los que trabajan en la agricultura; tres de cada cuatro adolescentes de 12 a 17 años se dedican a los quehaceres del hogar y son mujeres; y cada año mueren hasta 22 mil niños en los lugares de trabajo en el mundo.
Cada 12 de junio se recuerda esta realidad el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que este año está dedicado a quienes son explotados en las labores domésticas.
La OIT estima que en México son más de la mitad de los niños que laboran los que lo hacen en el área doméstica de manera remunerada o sin percibir paga, pues lo realizan en su hogar, en el de algún familiar o de otro empleador.
“Estos niños son particularmente vulnerables a la explotación. El trabajo que realizan a menudo está oculto a los ojos del público, ya que puede que se encuentren aislados o trabajen muy lejos del hogar familiar. Las historias de abuso de niños involucrados en trabajo doméstico son muy comunes”, advierte el organismo.
Para el secretario de Acción Política de la CTM, Fernando Salgado, el número de los menores que son explotados en esta actividad, así como en otras, se reduciría si México ratificara el convenio 182 de la OIT sobre las peores formas de trabajo infantil.
Expone: “El trabajo infantil que en el corto plazo parece ser una salida o alivio a la pobreza familiar, en el mediano y largo plazo es un factor que consolida la pobreza. Además de que el niño trabajador, por la pérdida en educación, mañana sólo podrá acceder a las ocupaciones de menor calificación y peor pagadas. Por ello el actual niño trabajador tiene altas probabilidades de ser en el futuro padre de nuevos niños trabajadores. En este contexto hay que considerar que la pobreza se reproduce por generaciones, por lo que este círculo vicioso debe romperse”.
Para la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), aún cuando constitucionalmente el trabajo infantil se encuentra prohibido, esta práctica continúa, por lo que es necesario tipificarla como delito, en caso de que se contrate a menores de 14 años fuera del círculo familiar y endurecer las penas, lo cual se ha perfilado en la reforma laboral.
Información del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), coincide en lo anterior y señala que trabajo infantil es una forma de explotación y violación sistemática de los derechos de niñas, niños y adolescentes, quienes requieren de igualdad de oportunidades para su pleno desarrollo, alejados de aquellas prácticas que dañen su integridad física y mental.
En la Convención sobre los Derechos del Niño se indica que deberá atenderse por sobre todo el interés superior de niñas y niños, y brindarles lo necesario para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores u otras personas responsables de él ante la ley.
Jornaleros migrantes
En lo que se refiere al trabajo en el campo, la Confederación Nacional Campesina (CNC) estima que alrededor de 500 mil niños menores de 14 años de edad, que son jornaleros migrantes o que viven en algunas de las 98 mil localidades más apartadas del país, no pueden ser atendidos en las escuelas. Lo peor, considera, es que aún no encuentran la forma de cómo incorporarlos a la educación.
La explotación del trabajo infantil, sobre todo en el noroeste del país por grandes empresas trasnacionales y productores privados, es un fenómeno que ha hecho rentable la producción de frutas y hortalizas de exportación, indica.
Precisa que en algunas regiones agrícolas del noroeste, dedicadas a los cultivos que se exportan, la cuarta parte de la fuerza laboral son niños o adolescentes, quienes aportan 30% del ingreso familiar con jornadas que rebasan las ocho horas diarias, salarios inferiores al mínimo; expuestos a condiciones insalubres y desprovistos de cualquier tipo de seguridad social.
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