Zona Rosa: cronología del deterioro

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El arquitecto canadiense Thomas Sinclair Gore construyó sobre un predio de la muy aristocrática colonia Juárez el Hotel Geneve, edificio de estilo neoclásico desde el cual se practicó la inédita innovación turística restaurantera. Primero en muchas cosas, desde servir un sándwich hasta tener baño en cada habitación, era el sitio donde almorzaba ocasionalmente don Porfirio Díaz, así como hospedó a ilustres visitantes extranjeros.

1930. La nomenclatura de la colonia Juárez, a decir de Salvador Novo, se dio por “los que habían ido a las Europas”, y así podían “vivir en la flamante colonia Juárez llena de Hamburgos, Vienas, Liverpooles y Londres”.

1940. Según Carlos Fuentes en La región más transparente, la Juárez vivía su primer declive con la conversión de aquellas lujosas casas porfirianas, en la boutique, el restaurante o el salón de belleza. Algo de malinchismo como contrapeso al nacionalismo revolucionario en boga.

1955. Aun sin tener el rosado sobrenombre, ya vendían libros de papel de tono crema con forros en seda color rosa y la inscripción “Mon Journal” o “My Diary”, que cargaban bajo el brazo las estudiantes de Filosofía y Letras, autoconsideradas existencialistas por leer a Sartre, ver cine francés de los treinta y escuchar a Yves Montand. La Juárez, desde entonces, se convirtió en el reflejo de esnobismo charro y elemental sofisticación.

1965. Arranca lo que es, sin duda, su época más gloriosa. Pintores, escritores y toda clase de artistas la toman como refugio y bajo su manto florecen librerías y galerías de arte que se unen los cafés, locales de antigüedades y de artesanías como los negocios a la alza. Por este tiempo viene su tradicional bautizo como “Zona Rosa”, que aunque José Luis Cuevas se ha adjudicado históricamente (dicen que lo hizo en honor de la actriz cubana Rosa Carmina), también hay versiones de que fue Vicente Leñero para quien la colonia “era demasiado tímida para ser roja y muy atrevida para ser blanca”. Una versión más sobre el apelativo, la relaciona con los edificios rosas de los que hablara Fuentes en La región…

1970. Leñero, como jefe de redacción primero y después como director (gran época) de la revistaClaudia, impulsó 19 números de la entrañable “Gaceta”, docena de páginas rosadas que a través del humor y la ciencia ficción daba cuenta de las actividades de los habitantes de la Zona Rosa. Se vivía la bohemia en pleno y a buen ritmo abrieron centros nocturnos, discoteques, cafés cantantes y restaurantes como el Focolare, el Bellinghausen, el Konditori, el Auseba, el Delmonicos, el Maunaloa, la Pergola o el Chalet Suizo.

1985 El glamour citadino se cambió de aparador a zonas como Polanco y San Ángel. La estación del Metro Insurgentes (que a lo mucho popularizó la zona, pero no es causa de su declive), cumplió 15 años mientras nacía una forma inédita de diversión basada en el catálogo del rock: los inolvidables Rock Stock, Bar 9 (primero en mezclar gays y heteros), y Danzetería, pionero en la barra libre. Asimismo, abrió sus puertas El Taller, que inauguró una larga cadena de antros gay que durante los años 90 proliferarían en estas manzanas.

1995. La Zona Rosa pasó de ser vanguardia a retaguardia. La música electrónica, los after como el Continental, y los infinitamente tolerados tables dance, llegaron de la mano a las drogas de diseño, prostitución y una nueva y emprendedora mafia. El vacío de poder y la supuesta diversificación fue aprovechada por la comunidad lésbico gay para declarar suyas estas calles. Se habló en ese entonces que la Zona Rosa se había convertido en un área de tolerancia, pero lo cierto es que a dicho empoderamiento cooperó sin duda el descuido gubernamental y el florecimiento de la vida nocturna en otras regiones como la colonia Condesa y el Centro Histórico.

2005. La tribu bejaranista nacional cumple un lustro instalada en la delegación Cuauhtémoc, la cual no sueltan ni para ir al baño. Ya sea través de sus propios inspectores o de los enviados del INVEA (esfuerzo estéril de Marcelo Ebrard por acabar con la corrupción en las delegaciones), se dan cuenta de que tolerar giros negros les permite a ellos implementar el esquema de la extorsión para así terminar de pagar su casa Geo.

2013. El declive de la Zona Roza toca fondo. Un año antes fue ejecutado un ciudadano en el estacionamiento de la Plaza del Ángel. En febrero de este año, Fernando López Salinas, un empresario de la vida nocturna, fue también asesinado de cuatro tiros. El domingo 26 de mayo desaparecieron 12 jóvenes de un after hour en la calle de Lancaster, a una cuadra del Ángel de la Independencia. Las autoridades defeñas, en voz de su jefe de Gobierno, usaron el eufemismo “pandillas” para nombrar a La Unión y Los Tepis, agrupaciones que pelean el territorio. Mientras tanto, anuncian la implementación del enésimo rescate de la ahora llamada Zona Broza. Lo malo es que ya nadie les cree.

 

http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/09303ab2d0108bf35e05ba2ea4d59b36

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