El Lic. Adán Flores Orta, en una de tantas y evocadoras charlas que se prolongaron horas, sin remilgo alguno acepta hablar solamente de Cantinflas
– Calculo que tendría como 17 años de edad, llegó una tarde de 1928 con la compañía teatral de Emilia Benito; era un jovencito que bailaba, decía albures y ayudaba con la utilería. No era la estrella de la compañía. Estaba comenzando. De hecho todavía ni era Cantinflas.
¿Y qué suerte tuvo la compañía de La Benito?
-La peor; al tercer día de instalada la carpa en el mismo lugar donde estuvo el cine Alcázar (Escontría esquina con Morelos), comenzó un aguacero que se prolongó por más de dos semanas. Apenas pudieron desmantelar la carpa. El diluvio dañó vestuario, escenografía, utilería y enseres. La empresaria que no contaba con esa eventualidad, como quince días después se declaró insolvente, ya no pudo sostener su compañía; quebró.
¿Y qué pasó con los actores?
– Se fueron como pudieron, menos Mario. Seguramente atraído por el paisaje de aquel tiempo, o como reza la conseja, “por haber tomado agua del río”, se quedó.
¿Qué hizo durante su estancia aquí?
-Pues mira, era un tipo simpático, buen cuenta chistes, y mejor para el billar, con lo que se ganaba la voluntad de la gente. Dormía en cualquier rincón, y aceptaba las invitación de sus nuevos amigos ocasionales, muchos de los cuales, por cierto, lo fueron por toda la vida. Cuando nadie lo secundaba, ya fuera en el billar o la tertulia improvisada, gustaba hacer largas caminatas por la orilla del río, y por las noches, en los antros del barrio Los Filtros Bailaba parodiaba zarzuelas en medio de un corro de damiselas atacadas de risa, donde llenaba el sombrero de monedas, de aquellas de cobre de veinte centavos. Hacía unos pasos tan peculiares que luego le veríamos en las películas.
¿Es decir, lo que hemos visto que hizo en el cine, sería su propia representación?
-Desde luego; durante el tiempo que pasó hambre, privaciones, seguramente le surgió “el peladito como lo fue”, el que representa a muchos mexicanos que sin más capital que su propio ingenio
¿Cuánto tiempo permaneció aquí?
– Ya no me acuerdo muy bien, debieron ser dos o tres meses; no estuvo mucho. Cuando por fin reunió para su pasaje, aseguran quienes lo escucharon, que dijo: volveré.
¿Y cumplió?
-Antes de que despegara como actor cinematográfico, vino para actuar como torero bufo en la placita de palos “La Macarena”. Algunos jóvenes y no tan jóvenes de la época, pronto lo imitaron y también organizaban sus charlotadas.
¿Cuándo adquiere tierras y construye su casa en Valles?
– Eufórico por el reciente éxito de su más reciente película “Ahí está el detalle”, llega nuevamente a Valles y le pide a un amigo localizar un predio para construir una residencia campestre. A unos cuantos kilómetros al surponiente de la ciudad, erige su casa, alberca, estancia para caballos y, la plaza de toros “Cholita”, como se llamaba su mamá.
¿Entonces estaba más tiempo en Valles?
-Sí, claro. Con frecuencia permanecía semanas en su residencia y venía seguido a la ciudad. Le gustaban los preparados doña “Pelanchita” que servía en la refresquería “El Oasis”, frente al jardín Hidalgo. Invitaba a figuras del cine, el teatro, políticos y empresarios que disfrutaban del agreste paisaje y el natural calor tropical.
Ah, pues, como no existía un lugar adecuado para presentar elencos artísticos en la localidad, adquirió un terreno en lo alto del barranco, de la orilla del río, donde construyó un salón amplio que llamó “777”. Ahí se presentaban sus invitados, y él mismo también actuaba para el público. Cuando vendió su finca campestre “El Detalle”, donó el salón al municipio que lo integró al malecón que se construyó en 1940.
Platíqueme de alguna anécdota de Cantinflas.
– No es precisamente una anécdota; se dice con visos de fantasía y leyenda, que debido a que el encargado de los caballos de Cantinflas en El Detalle, ganó una carrera contra un caballo de Don Gonzalo N. Santos, lo que en ese entonces era una especie de sacrilegio, porque todo giraba en torno al “hombre fuerte de la huasteca”, a quien todos deberían complacer sin chistar. Cantinflas se negó a una carrera de revancha, y por salud personal puso distancia de por medio.
Lo cierto es que después de la carrera, Cantinflas espació sus estancias en El Detalle y sus visitas a esta ciudad, hasta que definitivamente ya nunca jamás volvió. Vendió su propiedad, y luego ésta fue afectada por una solicitud agraria para convertirla en ejido… (Por Ciro Torres Rodríguez).
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