El narcocorrido en alemán se escucha algo distinto, extravagante, a como se oye en español, aunque se adivine el mismo trasfondo de la vida en el norte de México. Los problemas de inseguridad en el país y su relación con el narcotráfico son el asunto principal de El corrido de El Muerto (Die Ballade von El Muerto), que por estos días se presenta en el teatro Hundsturm de Viena, como parte de las actividades del festival cultural Wiener Festwochen 2013. En un inicio se programaron seis funciones, luego se añadieron cuatro más; el público ha respondido y los boletos ya se vendieron en su totalidad.
El productor vienés Georg Steker dirigió su mirada a los tentáculos del narcotráfico. Junto con Ishay Hannan, director de escena israelí, tenía pensado trabajar en una dramaturgia sobre la inseguridad y la violencia que se vive en México, cuando azarosamente ambos se toparon con el escritor colombiano Juan Tafur. “Conocí a Steker, Hannan y a Diego Collati, compositor musical argentino, y desde el primer encuentro surgió entre nosotros un diálogo creativo y fructífero. La obra y el montaje nacieron de esa conversación, estoy contento con el resultado”, refiere Tafur, entrevistado vía correo electrónico.
La obra habla de El Muerto, personaje desalmado, muerto en vida. El Fiscal busca que confiese sus crímenes, mas el implicado calla y justifica sus acciones diciendo que no tenía otra salida y que actuó por dinero. A lo largo de la obra, El Muerto interactúa con aquellos que aniquiló; dice en algún momento: “¿Quién me va a juzgar? La vida obliga: morir o matar”.
Es la visión de México en el extranjero, en el teatro europeo, con cierta dosis de realismo aportada por el guionista colombiano, quien dice: “Este fenómeno ofrece un espejo ineludible de la depreciación de la vida y de lo humano, así como la exaltación desmesurada del consumo que padecen las sociedades contemporáneas, tanto en los países donde se produce o se distribuyen drogas como en los países consumidores. El narcotráfico muestra un espejo ineludible y terrible de lo que somos como sociedad y como cultura. Vivimos en una cultura de consumo absolutamente desaforado, no sólo de mercancías sino también de imágenes, experiencias, mitos. La juventud, el amor, la maternidad, los sueños, el conocimiento, todo se ha convertido en bienes que se consumen cada vez con mayor voracidad. El símbolo de este frenesí en donde hay que ganar dinero sin descanso para sobrevivir y seguir consumiendo es el tráfico de drogas como la cocaína, que es puro consumo, puro instante”.
Entretener o cuestionar
Steker, director de la compañía Progetto Semiserio, asegura que su interés está basado en una pregunta que daba vueltas en su cabeza cada vez que leía y relía noticias sobre México: “¿Qué papel juegan el Estado de derecho, las fuerzas políticas y el poder ejecutivo para crear involuntariamente el espacio político y social idóneo del cual surge el crimen organizado de estas dimensiones?” En cuanto a su propuesta, dice: “Puedo decidir entretener a la gente con telenovelas y hacer que el tiempo se les pase más rápido hasta el final de sus vidas o puedo hacer preguntas que, como individuo político y social, los afecte y haga cuestionar su forma de vida. Para mí una compañía de teatro que hable y cuestione temas sociales es la manera en la que subjetivamente le doy forma a mi vida”.
¿Has podido notar un auge del elemento narco en tu pueblo/ciudad/estado durante los últimos años?, ¿las noticias de asesinatos crueles son todavía un shock o ya es algo normal?, ¿ves una solución a la situación actual de México en cuanto al narcotráfico y todo lo que implica?, son algunas de las preguntas que se han formulado a varios connacionales. Las respuestas, añadiendo edad y sexo, fueron recopiladas por los realizadores de la obra y se colocaron a la entrada del foro; se hicieron acompañar de frases de personajes tanto de la política como del ámbito cultural.
Según el productor, la sociedad es de algún modo responsable de lo que ocurre en México. “La suma de acciones de la persona, de un individuo, hombre o mujer, conforma y moldea una sociedad. La suma de las responsabilidades, y la suma de las decisiones morales individuales, conforman la responsabilidad de cada sociedad”, comenta.
Pedro Salazar Ugarte, académico e investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, en Crítica de la mano dura (Océano, 2012), coincide en que la sociedad tiene algo que decir frente al fenómeno de la violencia.
En entrevista, amplía: “Debemos recordar que parte de las sociedad es corresponsable en la legitimidad que le otorga a las políticas estatales. María Zambrano dice que en los momentos de crisis hay grupos, minorías relevantes, que suelen reaccionar con temor y avalar políticas de corte autoritario. En ese sentido nítido, ese sector de la sociedad debe de asumir su corresponsabilidad en el deterioro, en el desmoronamiento de las instituciones democráticas. Si uno tiene una sociedad con tantos excluidos, con tantas personas expulsadas por su situación económica de la sociedad civil, ahí se generan condiciones que permiten el incremento de la violencia exponencial. Y esa es otra forma de responsabilidad”.
Un barítono norteño
En la puesta participan tres mexicanos: dos músicos y El Cantante, personaje caracterizado por David Robinson, barítono que desde hace 20 años desarrolla su carrera artística fuera del país. Robinson ha cantado en diversos escenarios como el Carnegie Hall, el Lincoln Center o en compañías de Hong Kong, Viena, Brasil y Tokio; otros géneros que ha interpretado son la opereta y la zarzuela; por un personaje de la zarzuela Luisa Fernanda tuvo la oportunidad de actuar con Plácido Domingo.
Robinson comenzó a trabajar en Viena con varias organizaciones que utilizan las artes como herramienta para lograr un desarrollo e impacto social en el tema de los derechos humanos. Ahí conoció al productor del montaje, Steker, quien le contó del proyecto y lo invitó a unirse. Reflexiona: “Aunque la imagen mundial de México ha sido teñida por la violencia que ha sufrido en los últimos años, al mismo tiempo nuestro país es visto con gran interés cultural, histórico, turístico y gastronómico, entre otros muchos aspectos. Los mexicanos son apreciados en el mundo y en Austria, por ejemplo, se dedicó a nuestro país la Plaza México porque fue el único país ante la ONU que se opuso al Anschluss, en 1938, la unión con la Alemania de Hitler, un tema delicado incluso en la actualidad. México es mi país natal y mis raíces siempre estarán ahí. No soy nadie para juzgar, tan sólo un ciudadano anónimo. Deseo que el sufrimiento por el que pasan mis connacionales no se prolongue a los años venideros, que vengan tiempos de plenitud y justicia para las futuras generaciones, que el temor, la venganza, el odio y la muerte ya no formen parte de su entorno”.
Acerca de su papel de barítono norteño, el intérprete dice: “La música de Diego Collatti combina muy bien elementos populares con ritmos y armonías complejas, que se escuchan en la música contemporánea, que definen su estilo, un crossover entre la música popular y contemporánea-clásica. El publico escucha una melodía de la que podrá acordarse, como ocurre con cualquier canción popular. Todo se canta en la tesitura de barítono”.
Por su parte, Collatti explica que compuso tres tipos de música para la pieza: instrumental, vocal y electroacústica. “En la parte vocal figura el narcocorrido; y hay partes cantadas con texto alemán con arias, duetos, baladas, coros y recitales. En tanto en la parte instrumental, electroacústica, se cumple una función semejante a la música para el cine”.
La obra se presentará hasta el 15 de junio en Viena, pero se planea una gira por otras ciudades de Europa y América Latina, que la traería a México.
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