Al finalizar el rito, los pequeños danzantes muestran orgullosamente el altar y las diversas ofrendas que colocaron para Kiwikgolo, el dueño del monte, y para San Miguel Arcángel, que explican la riqueza del sincretismo religioso. Las flores o estrellas tejidas que cuelgan representan a una persona o un don, y el humo del incienso nos muestra la alegría que sienten las deidades ante las ofrendas que presentan los pequeños.
Antes de salir de la exposición Entre vientos, ubicada en la Escuela de Danzas Tradicionales, los niños voladores hacen hincapié en la importancia de la transmisión de la ceremonia de generación en generación: “No todos nuestros padres son voladores, pero nosotros participamos en la danza, porque nos gusta, nos llama la atención; eso es lo importante. Lo que creemos es que, seguramente, tuvimos un abuelo, un ancestro común que fue volador, por eso nos gusta tanto.
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Nos agrada vestirnos así y llevar a cabo este importante ritual. Algunos lo ven como espectáculo, pero para los voladores no es así: es algo sagrado, y estamos orgullosos de preservarlo.La recompensa que reciben los niños voladores al final de cada vuelo ritual es la cara de sorpresa del público asistente a Cumbre Tajín, el aplauso y el reconocimiento. Así es como la semilla vital del Totonacapan se renueva y se enriquece en el diálogo cultural para preservar la tradición de la ceremonia ritual de los voladores de Papantla. http://www.jornada.unam.mx/2013/03/26/espectaculos/a10n2esp