Seguramente alguna vez lo has hecho, ya sea de niño o ahora de adulto, miras las nubes pensando en encontrar formas “reconocibles”, o ves una mancha cualquiera y le buscas un rostro, tal vez seas de los que ríen al ver un contacto de luz y encontrar una cara sorprendida ahí, eso es lo que conocemos como pareidolia, algo que por cierto también ayudó a crear los famosos emoticones 🙂
Nuestro cerebro tiene por costumbre buscar patrones donde no hay nada más que información difusa, es por eso que se le da tan bien el reconocimiento de rostros, y aunque en ocasiones puede sacarnos alguna risilla, en otras podría tornarse algo un poco más serio.
El cerebro y sus manías de poner rostros donde no los hay
Tal como lo vemos en el video arriba de estas líneas, Pixar jugó bastante bien con la pareidolia en su cortometraje “Blue Umbrella”, ya que vemos cómo las tuberías y otros elementos del paisaje urbano parecieran tener rostros expresivos, pero ¿dónde se producen esas ilusiones?
En la zona derecha del giro fusiforme del cerebro, esto que tiene un nombre kilométrico e incomprensible, no es más que el lugar a donde llega la información que pasa por nuestros ojos, en ese pequeño sitio podemos reconocer a un amigo, o bien una cara en las nubes.
La explicación científica dice que en ese sitio se producía una respuesta específica, al analizar estudios de imagen médica de varias personas a las que se les solicitaba intentar ver rostros o letras en una imagen donde solo aparecía ruido.
Esta parte del cerebro y su funcionamiento es la principal razón por la que algunas personas dicen haber visto a Jesús en una rebanada de pan tostado, o bien a la Virgen de Guadalupe en un árbol, un tinaco, o hasta en un comal.
De hecho, hay una investigación que relaciona la religiosidad de los individuos con su tendencia a ver rostros donde no los hay, especialmente de figuras religiosas, que no se circunscriben solamente a las figuras cristianas, ya que hay quien asegura haber visto una estatua de Buda en Marte.
En el siglo XV, las pinturas religiosas eran la forma de acercar a los iletrados lo que se escondía más allá, todo aquello que era invisible a simple vista, podía volverse visible a través de la pintura. Al menos así lo pensaba el papa Gregorio Magno, quien defendía el uso de la pintura como un medio para educar al pueblo.
Percepción, ilusión, pareidolia
Más allá de lo anecdótico y de la gente que sigue buscando rostros donde no los hay porque es una manera de desestresarse de la vida cotidiana, las investigaciones consultadas, apoyan la idea de que es perfectamente normal que vayamos viendo rostros por ahí, aún en la taza de café.
Una de las investigaciones consultadas dice que la pareidolia es a la vez un aliado de la imaginación y de la supervivencia de la especie humana, además se ha demostrado que algunos primates, como los monos rhesus, también presentan pareidolia en el reconocimiento facial.
Si comparamos la pareidolia con otros tipo de ilusión óptica, ésta es única en la forma en que la ilusión generalmente se acentúa mientras más atención se le ponga. Procesos neurales similares, son los que disparan las ilusiones pareidólicas y las alucinaciones visuales, lo cual ha llevado a la especulación de que la pareidolia podría indicar una susceptibilidad a las alucinaciones visuales, por otra parte, hay estudios que han demostrado que el lóbulo temporal derecho discrimina entre los rostros reales e ilusorios, pero puede ser altamente sugestionable.
En el arte, Da Vinci ya mencionaba la pareidolia, aunque sin ese nombre al explicar:
No me abstendré de establecer entre esos preceptos un nuevo dispositivo para consideración que, aunque puede parecer trivial y casi ridículo, es sin embargo de gran utilidad en despertar la mente a varias invenciones. Y esto es que si miras a cualquier pared que tenga manchas varias, o con una mezcla de distintas piedras, es muy probable que puedas inventarte alguna escena que podrías ver en algo que se pareciera a diferentes paisajes adornados con montañas, ríos, rocas, árboles, planicies, anchos valles y varios grupos de colinas.
Gianni Sarcone autor de la fotografía “El otro rostro de París”, habla de la pareidolia en los siguientes términos:
… el descubrimiento de figuras religiosas y rostros en nubes, naturaleza o incluso en objetos de uso cotidiano, es algo muy común en la naturaleza humana, y la mayor parte de las personas no lo interpretan como un acto de creación o un constructo de la mente, sino como una iluminación: algo sagrado se revela ante sus ojos, llevándoles a creer que hay otro reino de la realidad que se corresponde a lo físico. Creo que la pareidolia está en el origen de las religiones
En el ámbito religioso, insistentemente nos topamos con titulares de personas que aseguran ver a la Virgen María en algún artefacto de casa o en la corteza de un árbol, o bien que Jesús se encuentra también en diversos lugares.
Científicos cognitivos de religión sugieren que el antropomorfismo (esa tendencia de los seres humanos a atribuir características de personas a objetos) es lo que nos lleva a creer en dios o en dioses. En este estudio conducido por Tapani Riekki de la Universidad de Helsinki se demostró una correlación entre la percepción de rostros y la religiosidad de las personas, teniendo las personas religiosas un 52% de éxito en el reconocimiento de rostros, contra un 42% en personas escépticas.
Aunque la realidad es que nuestro cerebro gusta de jugarnos estos jueguitos de percepción, y a más de uno se nos ha escapado esa exclamación de asombro cuando vemos algo donde no esperábamos ver nada, o como quien dice, cuando entre las nubes se nos aparece un ángel, un perrito, o el rostro de Santa Claus, eso sí, aquello que ves estará íntimamente ligado a tus creencias, e incluso a tu edad, yo creo que empezaré a ver ya bastones en las nubes (bastones de caramelo…) 🙂
Con información de: Xataka