Lucero Guadalupe Sánchez López, la “Narcodiputada” o “Chapodiputada”, narró entre lágrimas su relación sentimental y de trasiego de drogas con Joaquín El Chapo Guzmán, poco después de que en la Corte Federal de Nueva York, donde se enjuicia al capo sinaloense, un agente de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) diera detalles de la captura del acusado en febrero de 2014.
Ante el jurado y el juez Bryan Cogan, Sánchez López, una de las testigos del Departamento de Justicia de Estados Unidos para incriminar a El Chapo, relató la manera en que, manipulada por Guzmán Loera, se involucró sentimentalmente con él, pero también en el negocio de la compra y envío de mariguana.
Al entrar a la sala de la Corte Federal del Distrito Oeste, en Brooklyn, la mujer volteó a la mesa donde se encontraba sentado el capo, en medio de sus abogados, pero éste la esquivó.
Vestida con el uniforme de los reos federales en Estados Unidos, la testigo respondió al interrogatorio del fiscal Anthony Nardozi. Empezó diciendo que tiene 29 años de edad, es originaria de Cosalá, Sinaloa, y que en 2011 conoció “a Joaquín Guzmán Loera, el cabecilla principal del cártel de Sinaloa”.
En el interrogatorio, Lucero Sánchez dijo que trabajó para el acusado, primero recolectando mariguana en la sierra de Durango y de Sinaloa, y luego para establecer empresas fachada a nombre del capo.
–¿Cuál es su relación con el señor Guzmán Loera? –preguntó el fiscal Nardozi a la testigo.
–Hasta el día de hoy estoy confundida porque creí que tenía con él una relación de pareja –respondió.
Desde hace un año y seis meses la exdiputada sinaloense por el Distrito 16 de Cosalá se encuentra recluida en una prisión estadunidense, luego de su detención en San Diego, California, acusada de conspiración para traficar, distribuir y vender cocaína en Estados Unidos.
Por los delitos que le imputan a Sánchez López, podría ser sentenciada a cadena perpetua o cumplir una condena de mínimo 10 años de cárcel, ya que se declaró culpable de los cargos en la corte federal en Washington DC, en octubre del año pasado.
La testigo dijo que su relación formal con El Chapo inició en febrero de 2011, cuando ella tenía 21 años de edad. Que Guzmán Loera se comunicaba con ella a través de teléfonos que le enviaba y le mandaba mensajes de texto. Lo vio personalmente en varias ocasiones, dos o tres veces al mes, puntualizó.
–¿Cuándo comenzó usted a trabajar en el negocio de las drogas con el señor Guzmán? –inquirió el fiscal Nardozi.
–Comencé a mover mariguana más o menos en octubre de 2011.
La exdiputada sinaloense contó que El Chapo, ya siendo su pareja sentimental, la envió a la sierra de Durango y Sinaloa a comprar mariguana. Explicó que ella le compraba la droga a los agricultores locales, que la empaquetaba en bultos de 10 kilos, y en aviones mandaba cargamentos de hasta 400 kilos.
“Me mandó a que agarrara fiada la mariguana y yo no estuve de acuerdo, porque yo sabía que a esa gente no les iba a llegar el dinero”, indicó Sánchez López, quien tiene un tic nervioso, ya que cierra y abre los ojos de manera constante.
Con su interrogatorio, el fiscal Nardozi llevó a la testigo a exponer que ella no recibía ningún pago de El Chapo por sus labores de compra de mariguana, dando a entender que la mujer lo hacía por amor al narcotraficante.
La fiscalía expuso en la Corte diversos documentos de prueba, entre ellos la transcripción de los mensajes de texto que Guzmán y la mujer intercambiaron sobre los arreglos para la compra de mariguana en la sierra, pero también un sinnúmero de mensajes sobre su relación sentimental.
Al decretar el juez el receso de la tarde, de 15 minutos, Sánchez López fue sacada de la Corte, y lo mismo ocurrió con El Chapo. Cuando se reinició la audiencia, primero salió Guzmán Loera, quien que se sentó junto a sus abogados, y a los pocos segundos los alguaciles llegaron con la “narcodiputada”.
Mientras caminaba, a unos metros de Guzmán, para ir a sentarse en el estrado de los testigos, ella volteó a ver a su amante y, cuando iba a empezar a testificar, comenzó a llorar efusivamente.
El juez la miró un poco desconcertado y, astutamente, el abogado del El Chapo, William Purpura, para evitar que el Jurado la viera en esa situación, dijo al juez que la testigo necesitaba recomponerse.
Entonces los alguaciles sacaron a la exdiputada y el juez determinó un receso de cinco minutos. Guzmán Loera no volteó a mirar a la mujer cuando la sacaron llorando, pero se le notaba muy incómodo. Emma Coronel, la esposa del acusado, quien también se encontraba en la sala, empezó a reírse por la escena del llanto.
Al restablecerse, ya sin llorar, Sánchez López regresó a la sala y empezó a contar sobre otras operaciones con las que colaboró con el capo sinaloense. La incomodidad de éste era notable, ni siquiera volteaba para ver al jurado ni a la testigo, sólo se agachó. Muy discretamente, en un par de ocasiones miró hacia donde estaba Emma, su esposa, pero ésta estaba mirando siempre a otro lado.
La testigo declaró que colaboró con el capo para que, a través de una persona a quien identificó como Pancho, se estableciera una empresa en la Ciudad de México para distribuir y exportar jugos, con el objetivo de lavar dinero del narcotráfico. También dijo que se enteró de dos negocios fachada que su expareja quería poner en Los Ángeles, California, y otro en Ecuador.
El fiscal cuestionó a la testigo sobre cuándo comenzaron sus problemas con Guzmán Loera, a lo que ella respondió que eso ocurrió a finales de 2012, y que se distanciaron por algún tiempo.
–¿Qué hizo entonces cuando tuvo los problemas con el acusado? –preguntó Nardozi.
–Me incorporé a la política. En 2014 fui candidata a la diputación local del Distrito 16 de mi tierra, Cosalá, y gané con muchísimos votos.
La testigo dijo que no concluyó su periodo de tres años como legisladora, porque meses antes la destituyeron debido a su relación con el narcotraficante.
De acuerdo con Sánchez López, cuando vivió con El Chapo, a quien siempre identificó en la Corte como Joaquín, lo atendía como su mujer. Lo atendía en sus cosas personales: comprarle ropa, cremas, ropa interior y tenis. Y luego contó lo que ocurrió el 16 de febrero de 2014.
Ese día, abundó, se encontraba con el capo en una casa de la colonia Guadalupe en Culiacán, Sinaloa. Estaban comiendo, cuando uno de los guardias del capo, Cóndor, entró a decirles, dirigiéndose a El Chapo: “Nos tenemos que mover”. Posteriormente se trasladaron a otra casa en la misma colonia Guadalupe.
Al llegar a la residencia, apuntó, El Chapo personalmente le dio un recorrido y le mostró la pantalla de televisión que estaba dentro de la alberca. “Lo recuerdo muy bien”, dijo, “porque le pregunté para qué era la pantalla en la alberca. Me dijo Joaquín: ‘para ver la televisión cuando tú y yo nos estemos bañando’”.
La testigo indicó que se fueron a la habitación que se encontraba en la planta baja de la residencia y estuvieron despiertos muy noche platicando. “Como a las tres o cuatro de la mañana empecé a escuchar muchos golpes en la puerta, el ruido de helicópteros que sobrevolaban y gritos. De pronto gritó desde afuera ‘Condor’: ‘Tío, tío, ábranos, nos cayeron’”.
La testigo afirmó que ella entró en shock y que estaba espantada, pero Guzmán le dijo que se fueran al baño, donde ya se encontraban Cóndor y la sirvienta, a quien nombró como ‘la chaparra’.
La excompañera sentimental del capo explicó que inmediatamente después éste ordenó a Cóndorque levantara la bañera, debajo de la cual estaba un túnel. Después de que bajaron unas escaleras de madera, Cóndor cerró la tapa con la bañera.
En ese momento, añadió, se quedaron en absoluta oscuridad, y El Chapo y su guardaespaldas abrieron una compuerta que era la entrada al túnel. “Joaquín, completamente desnudo, se echó a correr y nos dejó ahí”. Luego lo siguieron ella, Cóndor y ‘la chaparra’.
Según Sánchez López, posiblemente caminó como una hora, hasta que junto con el capo, Cóndor y ‘la chaparra’ llegaron al final del túnel que llegaba al río Maya, “junto a la Conagua en Culiacán”.
Cuando contaba estos detalles dieron las 16:30 y el juez dio por terminada la audiencia, que reiniciará el próximo martes 22.
Antes de que Sánchez López se presentara como testigo, el agente de la DEA, Victor Vazquez, estuvo en el estrado de los testigos dando a conocer detalles de la captura de Guzmán Loera, justamente en febrero de 2014, en Mazatlán, Sinaloa.
El hombre dio cuenta de los operativos que se llevaron a cabo, primero, para capturar a Ismael El Mayo Zambada García, pero fracasó, y posteriormente a Guzmán Loera.
Durante su narrativa, el agente explicó que mientras buscaban a El Chapo en Sinaloa, ese febrero, él y un grupo de marinos mexicanos encontraron una caja y debajo de la bañera vieron el túnel, y mencionó que, según los marinos que bajaron, alcanzaron a escuchar la voz de Guzmán que se escapaba por el pasadizo.
Vazquez explicó que el 22 de febrero, cuando finalmente aprehendieron a Guzmán Loera en Mazatlán, Sinaloa, él iba como asesor de los marinos, con lo que negó que hubiera participado físicamente en el arresto.
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